3 de marzo de 2018 - 00:00

Fiesta - Por Jorge Sosa

Se puso linda la cosa, por Mendoza, compadre
anda marzo en el aire y alborota a las niñas, 
la fiesta está esperando por la gente de fiesta, 
el verde se nos sube desde abajo en chipica, 
y el vino le subleva el adiós al verano. 
¡Deje abierta la puerta que llegó la vendimia!

Con el hombro incendiado por la siesta del tacho
por las afueras andan los hombres golondrina, 
van a darle sosiego a un hambre de bodegas, 
van cargando el futuro de la sed por las viñas. 
De pañuelo y chupalla van vestidos de cueca.
¡Deje abierta la sangre que llegó la vendimia!

Se nos vienen al suelo, de racimos, las ramas
la cara del compadre es un pueblo de risa, 
le está tomando el pelo al granizo, a la helada
y algunas intemperies que mandó la injusticia. 
Es suya la victoria pero la hace de todos.
¡Deje abierta la vida que llegó la vendimia!

Allá, en el pago grande, habrá fiesta en las calles, 
por un instante, apenas, se detendrá la prisa
para armar el recuerdo de aquellos que el campo
nos hicieron posibles las calles y la prisa. 
En el centro de adentro tendrá casa el de afuera.
¡Deje abierta las calles que llegó la vendimia!

Y pasarán los carros con la tierra en ofrenda
con la mujer bien alto, como quiere la vida, 
para que nadie olvide que es mujer nuestra tierra
y las dos son comadres del fruto y la semilla. 
Pasarán como un viento henchido de esperanza.
¡Deje abierta la copa que llegó la vendimia!

Las guitarras sin sueño entrarán a la noche
porque no hay otra entrada para ser otro día, 
apurado a cogollos se parirán los cantos
y la noche encantada decretará vigilia. 
El tinto hará segunda a quien porte tonadas.
¡Deje abierta la vida que llegó la vendimia!

Sin cobrarnos ni un cobre nos llevará el cochero
a darle serenata a la Tupungatina, 
a conocer los techos del gato del Chupino,
a cumplir con un canto de fe en La Carrodilla.
Don Hilario y Don Félix juntarán sus estrellas. 
¡Deje abierta la noche que llegó la vendimia!


Después la fiesta grande, protegida de cerros, 
buscando un nuevo nombre a nuestra monarquía, 
una sola muchacha que unifique los brindis
y justifique el vino con sus labios de niña. 
Porque el fin es del vino y el vino es el principio.
¡Deje abierta la sangre que llegó la vendimia!

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