—Y no tener miedo a los aviones, además…
—(risas) Sí, los aviones son malos. No, eso no me gusta; pero mira, cuando pienso que Messi viaja mucho, Maradona viajó muchísimo, Pelé viajó tantísimo, la Fórmula 1 viaja todo el tiempo, los presidentes de la República también viajan tantísimo… ¿Por qué Toquinho no puede viajar? Entonces es natural.
—A Mendoza no es la primera vez que venís, ¿no?
—No, ya fui a Mendoza, disfruté de los vinos y me gusta mucho la ciudad, muy simpática, toda la parte de cómo lidian con el agua... Eso es fantástico. Es una ciudad un poco única en el mundo. Me gusta mucho.
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—Y contame entonces de este espectáculo que traen a Mendoza, “El Arte del Encuentro”…
—Bueno, se trata de lo que la frase dice: El Arte del Encuentro. Estamos ahí, Camila y yo, tocando con nuestros músicos y con el teatro probablemente lleno, lo que es una buena noticia, y toda la gente que viene a encontrarnos y nosotros a encontrarlos. Entonces es un “arte del encuentro”. Y poder cantar canciones que fueron hechas junto con personas que tenían ese mismo “arte del encuentro”. Y estamos ahí, todos juntos, festejando esta parte que la vida nos regaló, repito, que es estar con todos y disfrutar de todos, y todos que puedan disfrutar de nosotros. Entonces esa es la gran magia. Y Camila Faustino, esa gran cantante que trabaja conmigo y deja el escenario más bello, más musical y más iluminado siempre que entra. Entonces es todo cosas buenas que puedo decir, y está lleno de mi vida el espectáculo, mi guitarra siempre en primer plano, que es una cosa que disfruto mucho. Después las canciones que hice, que se quedaron conocidas, otras que fueron importantes en mi formación musical, los grandes autores que me ayudaron, tantos artistas en Brasil… También un poquito el pasaje de por qué estoy ahí, en el escenario, tocando para la gente. Todo eso tiene una historia. Porque me trajeron ahí, no el manager sino los autores, las viejas músicas brasileñas, los grandes autores brasileños, ellos estarán ahí y ellos me llevaron de la mano a donde estoy.
—Viendo imágenes de la época de La Fusa, con Vinicius y María Creuza, y tantos otros que se juntaban ahí, es como que siempre fuiste un músico muy grupal, siempre rodeado de otros músicos, poetas, artistas…
—Sí, verdad. Si yo pudiera elegir un deporte, el único deporte que no elegiría es el tenis, porque se juega solo. A mí no me gusta para nada. Me gusta estar con otros, compartiendo la música. Cuando dos creadores están juntos siempre surge una directriz nueva, y yo busco eso. Me gusta compartir las cosas. Y como toco de todo, desde jazz a música brasileña, eso lo hace más fácil. La guitarra me abrió las puertas de la flexibilidad, entonces esa flexibilidad musical que tengo es resultado de mucho estudio. Y todo siempre se da por la guitarra, estoy con ella en la mano y eso me da la posibilidad de tocar con Sadao Watanabe, que es un jazzista; con Vinicius de Moraes, que es un poeta; con Chico Buarque, que es un autor; con Jorge Ben Jor, que es un músico extraordinario e hizo solamente canciones conmigo. Creo que yo llegué a entrar en su mundo, porque tengo la versatilidad de la guitarra. Entonces, todo el estudio que hice me abre puertas a muchos caminos.
—Recién hablabas de Camila Faustino, y me es inevitable preguntarte sobre la actualidad de la música brasileña, la cual siempre ha sido muy influyente en el mundo. ¿Cómo la estás viendo ahora?
—Tiene gente nueva siempre, y hay lo bueno y lo malo. Tiene Anavitória, que son dos cantantes que hacen una cosa muy original; tiene también a Tiago Iorc, con muy buenas canciones; en la parte instrumental nombraría a Yamandú Costa, un gran guitarrista con el que ganamos un Grammy en el año 22. Pero la música brasileña también está muy pulverizada. Creo que la última generación que tuvo mucha fuerza en la música fue la mía…
—Con Caetano, Chico Buarque, María Betanhia…
—Caetano, Gilberto Gil, Chico, Betanhia, Gal Costa…
—Una época de oro…
—Fue una época fantástica de Brasil y también de la música. Y ahora está todo un poquito mezclado, hasta en el fútbol estamos mal. Ustedes nos dieron una lección en la última partida… Hay como una cosa así, medio similar.
—Se acabaron los Pelé…
—No, no hay Pelés, no hay Ronaldos ni Ronaldinhos, no hay Romarios… Hay jugadores buenitos, pero no hay cracks. Ahora estamos muy abajo del nivel que tuvimos.
—¿Y a qué lo atribuís?
—Veo en Brasil mucha plata en el bolsillo, poco fútbol y poca dedicación. Todos millonarios y nadie juega con la camisa, con las ganas de ganar. Están ahí con pie de vidrio. Tenemos un poquito de jugadores y no tenemos fútbol. Creo que ahora con Carlo Ancelotti puede dar una luz. Todos esos jugadores son jugadores buenos, pero no son aquellos jugadores que tuvimos. Repito: mucha plata en el bolsillo y poco fútbol en los pies.
—¿Y en la música pasa lo mismo?
—En la música pasa un poquito lo mismo. La calidad de la música en Brasil bajó muchísimo el nivel que tenía con nosotros y antes, hablo de Jobim, de Vinicius, de Baden Powell, de João Gilberto. Hicieron canciones definitivas, canciones que vencen el tiempo. Ahora son todas descartables. A mí no me gusta la nostalgia, hablo lo que veo…
—La música ahora es como la comida rápida…
—Sí, fast food, fast food… Y tiene mucho culo. En los bailes, baja el culo, levanta el culo… El culo es protagonista (risas)
—También ha impactado mucho el asunto de las plataformas. ¿Cómo te llevás con eso?
—Me llevo muy bien. No soy contra nada nuevo; soy contra las cosas malas que lo nuevo proporciona. Creo que hoy los imbéciles tienen voces por la internet y las personas geniales también. Pero no estoy contra la internet; la uso, y tenemos que usarla. Creo que el artista tiene obligación de usar las cosas nuevas, pero no ser esclavo de ellas. Usar la internet y usar los medios de comunicación, las redes sociales, pero de una forma sana, no de una forma neurótica.
—¿Qué más podrías decirme sobre tu compañera, Camila Faustino?
—La veo como una cosa rara de la nueva música brasileña, porque ella es una cantante fantástica, canta de todo. Es una cantante que podría haber nacido en cualquier parte, en cualquier época de la música brasileña, y cantar muy bien. Desde la Carmen Miranda hasta ahora sería buena siempre. Entonces es una cantante que trasciende las épocas. Tiene mucha calidad vocal, tiene mucha musicalidad, tiene belleza, sabe bailar… Hay muchas cosas para una persona sola. Y yo soy una persona privilegiada de poder trabajar con ella.
—¿Hace mucho que actúan juntos?
—Casi 10 años… 9 años, 6 meses y 4 días… (risas)
—¡Lo tienen contado!
—Nooo, estoy jugando… Más o menos nueve años, sí. Ella tiene su carrera, tiene las perspectivas de ella, quizás dentro de algún tiempo me dejará para hacer sus cosas, y yo me quedaré llorando, como un perro… (risas)