Toquinho, una leyenda de la música brasileña, latinoamericana y mundial recalará en el Teatro Plaza, de Godoy Cruz, el próximo viernes 6 de junio a las 21.30 (las entradas se pueden obtener en bit.ly/ToquinhoEnElPlaza o bien en la boletería del teatro, Colon 27, Godoy Cruz, de lunes a viernes de 9 a 15 hs). Aunque es un asiduo visitante de la Argentina, será su primera presentación en Mendoza, como parte de una gira por seis ciudades del interior y que tiene su cierre en Asunción del Paraguay. El espectáculo se llama El arte del encuentro y lo acompaña Camila Faustino, una de las voces más nuevas de la canción en Brasil.
A los 77 años, Antonio Pecci, más conocido como Toquinho (apodo con que lo bautizó su madre y que quiere decir “el pequeñito”) conserva una vitalidad que desafía los calendarios. Con seis décadas de trayectoria, el músico brasileño sigue girando, componiendo y evocando, guitarra en mano, un universo que ayudó a construir con acordes dulces y una lírica sin artificios. Su nombre está inevitablemente asociado al de Vinicius de Moraes, pero su historia excede con creces aquella sociedad mítica. Toquinho es también un artesano de la guitarra, un puente entre la bossa nova y la canción popular, y un artista amado por el público argentino, con el que tejió una complicidad tan natural como duradera.
“Yo no tengo una voz potente, canto bajito, como para no molestar”, dice entre risas en una de las entrevistas recientes. Esa humildad —mezcla de ironía brasileña y sabiduría del que ya ha pasado por todo— es parte de su encanto. Y, sobre todo, es parte de una forma de hacer música en la que lo importante no es deslumbrar, sino emocionar.
Toquinho nació en São Paulo en 1946 y comenzó a tocar la guitarra a los 14 años. Su formación técnica fue rigurosa: estudió con Paulinho Nogueira y luego con Isaias Sávio, dos referentes del instrumento. Pero lo que lo distingue no es solo la destreza, sino el modo de integrar la guitarra a la canción como una extensión del cuerpo, del ritmo interno, del habla.
Cuando le preguntan por sus comienzos con este instrumento suele contar que “dormía con ella debajo de la cama y despertaba con ella en la mano. Grabé mi primer disco a los 18 años. Y hasta hoy es la compañera que me abrió las grandes puertas de mi carrera y me dio prácticamente todo lo que tengo: las canciones, los discos, el respeto del público como autor y como intérprete. Todo viene de la guitarra.” Ahora dice tener 20 ó 22 guiotarras y, de paso, recuerda algunas anécdotas con su compadre de bohemia y andanzas, el poeta Vinicius de Moraes: “Vinicius me perdió una en Mar del Plata, la dejó por la calle, y también se sentó sobre otra que se rompió, todo antes de un espectáculo”. Y si le preguntan por su preferida confiesa: “Estoy en un dilema terrible con la guitarra. Te voy a contar una cosa que no le conté a nadie: nunca encontré una guitarra perfecta. Nunca. Toqué muchas. Unas muy graves, otras con agudos muy fuertes, otras duras para tocar. Es como con las mujeres, no hay una perfecta”.
Toquinho y Vinicius
Su carrera solista comenzó en los años 60, pero el gran quiebre llegó en 1969, cuando conoció a Vinicius de Moraes. “Él tenía 56 años y yo, 23. La diferencia no importaba. Fue una afinidad instantánea”, recuerda. Vinicius ya era una leyenda: diplomático, poeta, autor de clásicos como Garota de Ipanema. Toquinho, en cambio, era un joven músico con talento, pero aún sin una gran plataforma.
El dúo fue una de esas conjunciones mágicas que trascienden lo generacional. Vinicius aportaba la poesía, el carisma, el desparpajo; Toquinho, la guitarra virtuosa y la intuición melódica. Juntos grabaron más de una docena de discos, giraron por América y Europa, y compusieron canciones que hoy son patrimonio de la cultura brasileña: A tonga da mironga do kabuletê, Como dizia o poeta, Canto de Ossanha, Regra três.
“Él me enseñó a vivir la vida con intensidad. A brindar, a escribir con alegría, a no tener miedo del amor ni de la tristeza”, cuenta Toquinho. Y agrega, casi como una confesión: “Yo tenía técnica, pero él tenía alma. Con él aprendí a poner alma en la técnica”.
Un hito en la carrera de ambos fueron sus presentaciones en La Fusa, un boliche marplatense donde solían recalar los artistas brasileños y argentinos a comienzos de los ¨70 y donde Toquinho, Vinicius y María Creuza grabaron dos discos que aún hoy son considerados un tesoro en la historia de la música popular.
Toquinho y la bossa nova
Aunque muchas veces es considerado como una figura clave de la bossa nova, Toquinho prefiere desligarse de esa etiqueta. “La bossa nova es la forma de ejecutar una canción —define—. Siempre fue eso. La inventó Joao Gilberto. Y como digo siempre, el único que hizo bossa nova en el mundo fue Joao Gilberto. La bossa nova no es nada, es una forma de tocar una canción. Si tocás “Cambalache” como bossa nova, “el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”, sería una bossa nova. Es una forma de tocar cualquier canción. Por eso está dentro de cada artista brasileño. Yo no hago bossa nova, nunca hice. Pero está en mí. Como en Caetano Veloso o en Gilberto Gil. Todos nosotros tenemos bossa nova dentro nuestro.”
Toquinho, el tango, Maradona y Argentina
La relación del músico con nuestro país siempre ha sido muy fuerte. Tal vez la época de oro de su presencia entre nosotros fue justamente con Vinicius. Toquinho recuerda sus encuentros en los bares bohemios de Buenos Aires con Piazzolla, Amelita Baltar, Horacio Ferrer y Mercedes Sosa. Y define al tango como “una música muy fuerte en todo el mundo. El tango de Piazzola también es fantástico, con armonías más ligadas a los clásicos modernos como Debussy, Ravel, Stravinsky. Piazzolla era una persona de mucho coraje. Y conocí a Pichuco, que era un tango más tradicional. El bandoneón es un instrumento fantástico, que me encanta. Y se puede mezclar mucho con la música brasileña también. El tango tiene esa fuerza mundial, fue base de películas norteamericanas fantásticas. La forma de bailarlo es increíble. Yo crecí con eso.”
De sus frecuentes visitas al país surgen anécdotas tan improbables como sabrosas. En una de ellas, Maradona estuvo a punto de jugar un partido de fútbol en la casa de Toquinho, en San Pablo, invitado por el propio músico. “Al final no se dio, pero nos escribimos. Él me decía: ‘Toquinho, hacé música y yo meto goles’. Era un tipo sensible, como todos los genios”, recuerda.
Toquinho y Camila Faustino
Junto a Toquinho actuará en Mendoza la cantante Camila Faustino, que lo acompaña en sus presentaciones desde hace unos cuantos años. Camila, de 34 años y oriunda de Goiânia, es una de las voces principales de la 'Nova MPB', que es la nueva generación de artistas de música popular brasileña, surgida a partir del año 2000, caracterizada por la mezcla de estilos tradicionales de la música de aquel país con influencias de otros géneros como el rock, el pop y la electrónica.
“Es un placer ir a Argentina —dice el legendario Toquinho— con sus teatros y hacer un espectáculo donde pueda recordar cosas de un tiempo atrás para la gente joven. Y estoy con una cantante fantástica que es Camilla Faustino. Vamos a cantar “Por una cabeza” y voy a tocar “El día que me quieras” en la guitarra.”