31 de mayo de 2025 - 10:10

El Flaco Pailos: "Los cordobeses ya venimos con los chistes incorporados"

ENTREVISTA. El humorista cordobés llega con Pailos Sinfónico al Teatro Mendoza. En esta charla con Estilo resalta que es la primera vez que presenta este espectáculo fuera de Córdoba.

Con más de tres décadas de trayectoria en la escena del humor argentino, el Flaco Pailos es una figura indiscutible del humor nacional. Nacido en Córdoba, comenzó su carrera como músico y cantante, pero como buen cordobés encontró en el humor su lenguaje más potente, creando un estilo propio que combina chistes, personajes, sátira y una fuerte conexión con el público. El próximo sábado 7 de junio, a las 21, se presentará en el Teatro Mendoza con “Pailos Sinfónico”(las entradasya están a la venta en EntradaWeb ), una propuesta que fusiona sus clásicos sketches con la música en vivo de la Camerata Córdoba. En charla con Los Andes, el Flaco repasa la gestación del espectáculo, su forma de trabajar el humor y su vínculo especial con el público mendocino.

—Me anticipás algo sobre el espectáculo que vas a traer acá a Mendoza.

—Es el Pailos sinfónico. Estuve peleando mucho tiempo para poder hacerlo. ¿Viste que en un momento se dio que un montón de artistas hacían su concierto sinfónico? En Córdoba hasta los cuarteteros hicieron algo con la banda sinfónica de la provincia. Y hasta Piñón Fijo lo hizo con la juvenil. Entonces, yo dije: "Y si lo hicieron los músicos, lo hizo un payaso. ¿Por qué no lo puedo hacer yo con mi humor?” Así que, bueno, lo empecé a pensar hace varios años. Y la idea mía era hacerlo con la orquesta o con la banda sinfónica de la provincia, pero eran muchas cosas por las que tenía que pasar, muy protocolar todo lo que es provincial, y esas cosas. Así que me reencontré con unos amigos, que son músicos también, que son los de la Camerata Córdoba y les comenté a ellos y me dijeron, "Lo hacemos, flaco, lo armamos." Bueno, eso fue el año pasado, cuando decidimos hacerlo. Tuve que seleccionar las historias, los sketches o los chistes a los que les iba a dar este formato. Y lo fui armando, se lo presenté a los chicos de la Camerata Córdoba y, bueno, le dimos vida al “Pailos Sinfónico”. Y hasta ahora lo hemos hecho una sola vez, que fue en octubre del año pasado en el Teatro San Martín de Córdoba, que es nuestro coliseo mayor. Salió fantástico. La verdad que colorear historias, sketches, ponerle música a chistes que tengan que ver con la música clásica o temas clásicos... Quedó muy lindo, son muy buenos músicos ellos. Hay tres violines, una viola, violoncelo, piano y contrabajo. Así que dijimos, "Lo tenemos que hacer en otro lado." Y surgió lo de Mendoza, con la idea también de convocar a algunos músicos locales. Pero se complicaba mucho, por lo que decidimos venir con toda la banda. Son ocho los chicos de la Camerata, dos sonidistas, otro asistente y yo.

—De paso le das rienda suelta a tu vena de músico, de cantante, que fue con lo que empezaste, ¿no?

—Sí, sí… la verdad. El espectáculo lo armé yo, digamos. Quería meter un poco de Mozart, de Beethoven. Está la historia de los piratas, que va, por supuesto, con música de Piratas del Caribe. Está la historia de la Cenicienta, ambientada con valses. Hay muchas piezas clásicas que fui eligiendo y, después, cuando se las mostré a los chicos de Camerata, ellos me fueron aconsejando otro tipo de cosas, vinieron cambios y quedó el espectáculo como está ahora, que está fantástico y la gente se sorprende. Hay un sketch del principio en el que llega tarde un violinista borracho al concierto —imaginate quién es el violinista borracho—, y, bueno, cada cosa que dice el borracho, que se pelea con el director de la orquesta, tiene música. Por ahí también hay algunas cosas improvisadas, ellos están preparados porque me conocen. Tengo mucha interacción con los músicos. Ahora que está de moda Colapinto, hay un violinista que hace con el violín el sonido de un auto de Fórmula 1, igualito a como lo sentís en las carreras… Así que en algunos momentos se lo hacemos hacer. Y todo ese tipo de cosas que van enriqueciendo el show. Y no deja de ser un espectáculo de humor con música sinfónica…

—Supongo que no debe haber sido fácil coordinar el humor popular que hacés con la impronta clásica de la Camerata.

—Sí, pero con algunos de ellos ya habíamos hecho un espectáculo hace mucho tiempo. Aparte son músicos que ahora tienen entre 35 y 40 años, que son contemporáneos de mi humor, ellos conocen todos mis chistes. Y bueno, cuando salió la propuesta, por supuesto que tuvo su trabajo, sus idas y vueltas, pero cuando logramos conectar y logramos coincidir quedó un espectáculo muy lindo.

—Una pregunta que te deben haber hecho más de una vez, ¿de dónde sacas los chistes, qué cosas te inspiran?

—De todo un poco. Todos los cordobeses ya venimos con chistes incorporados, y cuando yo empecé con el humor me compré unos libritos que traían chistes, imaginate. Y después me animé a escribir yo. Hago muchos espectáculos con temática. Hice temática del Cielo, de los romanos, de la televisión, hice Harry Torpe que tenía que ver con Harry Potter. Por supuesto voy mechando chistes que he leído, que me han contado. En Córdoba pasa mucho eso, ¿viste? Voy a un asado y no hablo nada. Abro el disco duro y empiezo a enganchar cosas de los otros, anécdotas, historias. Y ahí voy seleccionando. No utilizo computadora, utilizo cuadernos. Entonces, todas esas cosas que pasan y se me ocurren, abro el cuaderno y las anoto. Tengo más de 100 cuadernos escritos y por ahí voy agarrando uno y lo voy leyendo. Y digo: "Mirá, este chiste hace un montón que no lo cuento”. O bien: “Mirá, esta historia la puedo actualizar." Y así voy armando mi repertorio. Tiene de todo un poco. Historias mías y prestadas, y otros chistes que por ahí hasta saco de internet.

—Te vi en un sketch con un psicólogo al que le confesás que te atormenta el hecho de que todo el mundo espera siempre que digás un chiste. ¿Eso es verdad? ¿Te molesta el rol de tipo chistoso?

—No, no, eso lo armé en un espectáculo que se llamaba Pailos Terapia, y ahí, en el primer sketch, a una de las chicas que hacía de psicóloga, yo le contaba que estaba cansado de contar chistes, que todo el mundo me pedía chistes. Entonces, la psicóloga me preguntaba: “Pero usted, ¿ha ido al médico?” Y ahí me levantaba del diván y empezaba a contar chistes de médico, ¿viste? Al final, la psicóloga me termina diciendo, "No, a usted no le molesta, a usted le encanta contar chistes". Tal cual: me gusta, me gusta hacer lo que hago.

—¿Y cómo definirías tu humor?

—Mirá, pasé por muchas etapas. Primero fui un contador de chistes neto, era chiste tras chiste. Y después, cuando empecé a hacer espectáculos con temática, cambió. Hice un espectáculo que se llamó “Juremos con Pailos reír”, que lo hice en el 2010, cuando se cumplió el Bicentenario. Y no había chistes sobre esto. Entonces me tuve que sentar primero a recorrer toda la historia. Compré unos libritos, que son medio caricaturescos, de Felipe Pigna, y empecé a leer eso, empecé a actualizarme. Y bueno, lo empecé a armar al show. Primero pensé en el vestuario -como yo tenía bailarines, músicos- hice hacer vestuario de toda la época. Y bueno, después digo, ¿dónde carajo comienzo? Y comencé en la Jabonería de Vieytes, donde se juntaban los patriotas a pergeñar la Revolución y, bueno, ahí están, de pronto, Belgrano, Paso y Saavedra, en la jabonería, y aparece un vendedor ambulante de esa época, pero este vendedor ambulante vende un abanico de tres velocidades, una vela económica, un afilador de sables… E hice fabricar todas esas cosas y quedó todo muy gracioso. Y bueno, así es como empiezo a armar, empiezo a imaginar, leo mucho, entonces cada show tiene su preparación. Igual que el de los romanos. No había ni un chiste de romanos; el único chiste que yo sabía era el del romano ese que era tan pobre que iba a las orgías a comer uva… Armé un bar de gladiadores romanos, donde aparecía Esparflaco, que era yo. Hacía una comparación del argentino con el Imperio Romano y nombraba a algunos presidentes que eran parecidos a emperadores romanos y, por supuesto, Menem era Calígula…

—Por lo que contás, hay un trabajo de mucha aplicación y seriedad. Es como que el humor es un asunto serio para vos, ¿no?

—Sí, totalmente, totalmente. Sí, sí, cada espectáculo que armo me interiorizo bien. Busco chistes, los adapto, los escribo también. Yo hacía “Piratas del aljibe” y metíamos un barco adentro del teatro. Lo trajimos a Mendoza, lo llevamos a todos lados, íbamos de gira. Y bueno, tenía que buscar esas cosas que tuvieran que ver con los piratas para armar este show. Y me decían, "¿Por qué “Piratas del aljibe”?" Y es que el barco se llamaba El Aljibe, porque siempre estaba lleno de agua, ¿viste? Y en un momento yo le decía a un marinero, "Limpie la cubierta." Y el tipo iba a buscar una rueda y se ponía a limpiar la rueda. Entonces, toda esa ironía formaba parte de un trabajo previo, que se hace hasta la puesta.

—¿Cómo es el tema de elegir los chistes? Porque supongo que para cada provincia o para cada lugar también eso te impondrá hacer una selección, ¿o no?

—Mirá, yo siempre pongo algo. Como conozco tanto Mendoza, voy hace más de 20 años, meto cosas: las tortitas, la tonada, el vino. Hace tanto que ando por todo el país, que conozco la idiosincrasia de cada lugar. Y leo un poquito de noticias, algún chiste pinta para decir algo del intendente o de alguna cosa loca que pasó en la ciudad. Me gusta interiorizarme. Siempre hago alusión a algo del lugar, y eso le gusta a la gente. Porque sabe que yo sé dónde estoy y lo que pasa en cada lugar. Aparte llegás al teatro, te ponés a hablar con el boletero, con el que limpia el teatro…

—¿Te ha pasado de algún público difícil?

—Sí, al principio costaba un poco, pero ahora tengo mi público cautivo en cada lugar, porque yo hago una gira que siempre se repite. A Mendoza, el año pasado vinimos tres veces. En febrero para un festival y después volvimos a medio de año y después en noviembre. Ahora me han llamado todos los productores porque están alucinados con este Pailos Sinfónico.

—¿Y cómo definirías al público mendocino?

—El público mendocino es uno de los más exigentes del mundo. Te desecha o te adopta. A mí por suerte me adoptaron. Yo he venido a Mendoza con amigos y no lo pueden creer. Es más que en Córdoba, donde hago una cuadra y me saludan, se sacan fotos conmigo. El de Mendoza fue mi primer público exterior. La primera vez que vine acá, al Teatro Mendoza justamente, había 50 personas, y la gente ni siquiera sabía cómo era yo de cara. Porque los chistes llegaban por Cadena 3, que se escuchaba mucho en esa época acá. Y después empecé a venir con todos mis espectáculos. Sé que es un público exigente, porque tengo otros amigos —comediantes, humoristas, actores— que han venido y saben lo bravo que es el público mendocino. Pero, bueno, yo gozo a mi favor de que me quieren, me adoptaron y siempre me apoyan, van al teatro.

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