Mañana, a las 20.30, en La Nave Cultural (localidades en Entradaweb) se presentará Pecados capitales, la nueva apuesta de la Compañía La Monarca bajo la dirección de Agustín Díaz, quien además firma la dramaturgia. Con una impronta visual potente, recursos audiovisuales, despliegue de vestuario y un cuerpo escénico de más de quince intérpretes, la obra promete interpelar al público con un tema tan antiguo como vigente: los límites de la condición humana frente a la tentación del poder.
Entre la tragedia y el reality
La historia comienza con una familia golpeada por la pérdida: la muerte del padre, sostén económico y emocional, deja a los suyos a la deriva. En ese contexto irrumpe una figura inesperada: un presentador de televisión que les propone un viaje que “cambiará sus vidas”. Las elegidas para emprender esa travesía son María Antonieta y María Josefina, las dos hijas mayores, quienes se lanzan a una experiencia insólita: recorrer distintas ciudades, cada una atravesada por uno de los siete pecados capitales.
“Cada ciudad representa una prueba moral”, explica Agustín Díaz, “y las decisiones que toman las protagonistas son una manera de hablar de cómo el ser humano puede ir cediendo ante la ambición, la avaricia, el egoísmo. Se trata de una puesta en escena que tensiona todo el tiempo el juego entre el humor y la tragedia”.
El viaje de las hermanas se transforma, así, en un recorrido iniciático, donde la promesa de un gran premio final pone en jaque sus valores más profundos. Lo que parece una propuesta televisiva de entretenimiento se convierte poco a poco en una crítica feroz al sistema individualista y mediatizado que rige nuestras vidas. Como apunta Díaz, “vivimos en una sociedad extremadamente ambiciosa, que no duda en pisar al otro por poder. La obra trae esa reflexión: ¿cuánto estamos dispuestos a ceder con tal de ganar?”.
Una estética contemporánea para una pregunta eterna
La puesta, definida como una superproducción por el propio equipo, se destaca por su lenguaje híbrido. Teatro, danza, música, audiovisual, todo confluye en un espectáculo que busca seducir a la mirada contemporánea. “Esta es mi tercera obra como director, pero la primera en la que uso el humor como canal para invitar a pensar. En medio de tanta angustia social, la risa se vuelve un vehículo liberador y necesario”, sostiene Díaz.
El espectáculo toma como punto de partida un ballet alemán llamado Los siete pecados capitales del pequeño burgués, de Kurt Weill y Bertolt Brecht, que narra en clave coreográfica el periplo de una joven por distintas ciudades, cada una relacionada con un pecado. A partir de ese guion mudo, Díaz creó una versión libre y actualizada: “El ballet no tenía texto, solo danza. Lo que hice fue apropiarme de esa estructura y traerla al presente, entrecruzándola con la cultura del reality show, la televisión basura, las redes sociales. Quería hablar de lo que está pasando hoy”.
La Monarca, una compañía que apuesta al trabajo colectivo
Fundada en plena pandemia, en 2020, La Monarca es una compañía de arte corporal integrada por artistas mendocinos que combinan formación, investigación y producción escénica. En cinco años de existencia ya han estrenado obras como Mi amigo Lorca, Malditas, Los 4 cubos, Soliloquio para una sirena y Donde topa lo pandito, su primer infantil.
“Comenzamos como un espacio de formación y nos expandimos con mucha fuerza. Hoy coordinamos talleres, producimos obras y seguimos investigando en torno al cuerpo, la teatralidad y los cruces interdisciplinarios”, cuenta Díaz, uno de los fundadores y actual coordinador del grupo. Aunque no cuentan con una sede física estable, funcionan como un núcleo artístico móvil que se adapta a cada propuesta.
En Pecados capitales esa lógica colectiva se expresa en escena: veinte personas en total trabajan en la producción, lo que exigió funciones en salas grandes como el Teatro Independencia. “Cada montaje es un mundo y se construye desde el diálogo entre los artistas. La potencia de la obra está también en esa diversidad”, destaca su director.
Teatro mendocino en un contexto desafiante
Más allá del espectáculo en sí, la puesta de Pecados capitales se inscribe en un panorama cultural complejo. “El teatro siempre ha estado en crisis, pero eso no nos detiene. Todo lo contrario: los momentos difíciles sacan lo mejor del arte. Lo hemos visto una y otra vez en la historia”, dice Díaz.
Consultado sobre la situación del teatro en Mendoza, el creador reconoce avances, pero también muchas deudas pendientes: “Las políticas públicas existen, pero no alcanzan. El teatro mendocino tiene mucho potencial, hay variedad de salas, diversidad de estéticas y un público fiel, pero todavía falta una red más fuerte de apoyo estatal”.
La reciente noticia del veto presidencial a la ley que proponía desfinanciar al Instituto Nacional del Teatro fue, en palabras de Díaz, “una buena noticia para los que trabajamos desde las provincias. El INT es un motor de federalización importantísimo. Sin su respaldo, muchas obras no podrían salir a la luz”.
Influencias, lenguajes y mirada crítica
Formado en danza y teatro, Agustín Díaz encuentra sus referencias tanto en la escena local como en los grandes nombres de la escena internacional. Menciona a la alemana Pina Bausch como una figura clave en su formación, así como a los mendocinos Vilma Rúpolo y Víctor Arrojo, dos artistas que marcaron su camino. Pero también al cine, como fuente constante de aprendizaje: “Soy muy cinéfilo y eso se nota en mis obras. El lenguaje audiovisual está muy presente. Me interesa ese cruce entre disciplinas, donde el teatro no se limita al texto o al cuerpo, sino que abarca lo sonoro, lo visual, lo sensorial”.
Pecados capitales, en ese sentido, es una muestra de ese enfoque: una obra que busca conmover, hacer reír y sacudir al espectador con preguntas incómodas. No hay moraleja, pero sí una invitación a pensar: ¿qué haríamos nosotros en el lugar de esas hermanas? ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar?