Para quienes hemos transitado junto a ella las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras esta noticia nos resulta imposible. Porque Bettina Ballarini fue siempre actividad, entusiasmo, generación de proyectos. La profesora de “Introducción a la literatura” era también narradora, poeta, fotógrafa, guionista, fundadora de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video, estudiosa del cine y de la poesía, directora de la cátedra libre “María Luisa Bemberg”, alma mater, editora y productora de Jagüel, organizadora de congresos, promotora de doctorados honoris causa…
Tenía sus predilecciones: el desierto de Lavalle, por ejemplo. De este enamoramiento de la infancia nos dice en Los ojos del desierto, libro en el que recrea tradiciones populares de la región: “Tenía cerca de diez años y me habían regalado una de esas cámaras fotográficas de las que se obtenían fotos absolutamente cuadradas. Isabel, vecina y amigade la familia, aquel octubre nos llevó a mí, a mi camarita, a mis pertrechos de niña exploradora y a la precavida provisión de frutas y agua que había hecho mi mamá, rumbo a la Fiesta de las Lagunas del Rosario”.
Este amor por el desierto lavallino es también manifestación de su interés por la promoción de la cultura mendocina. Se trata de un propósito que pudo cumplir cabalmente a través del sello editorial Jagüel. Posiblemente, la niña exploradora nunca la abandonó del todo.
Pienso además que hubo en sus últimos años, en sus últimos días, una premura vital, un ansia de dar todo de sí: sus poemarios Lejos de Lisboa y unas canciones más (2018), El libro de Juana (2020), En casa. Variaciones sobre una misma pandemia (2022), Mi pie posible (2024) y la organización en 2024 del Primer coloquio de poesía desde Mendoza, en la Facultad al que asistieron poetas como Jorge Aulicino, Diana Bellesi, Rafael Felipe Oteriño, Cristina Piña, Susana Slednew por ejemplo y participaron más de 70 poetas de todo el país con lecturas de sus poemas y presentación de sus libros son una muestra de ello. Es también una nuestra de su pertenencia al equipo de los empecinados por la poesía, que no son muchos en las aulas universitarias.
Recojo una apreciación muy suya en la apertura del coloquio: “Hay que insistir en la presencia de la poesía en los ámbitos escolares. Hace mucho tiempo era muy habitual estudiar y memorizar poesía. Muchos de nosotros recordamos poesías clásicas, particularmente romances, que conservan aspectos musicales que permiten memorizarlos. Esta práctica tiene aspectos positivos, más allá de que, en algunos casos, el análisis se llegue al extremo de medir 600 versos endecasílabos. Sabemos que la formación en poesía no pasa por ahí. Tal vez, a partir de este encuentro, surjan algunos tips que podamos compartir con docentes y maestros, para que la poesía vuelva a tener el prestigio que alguna vez tuvo, en una época en que se consolidó como el privilegiado de entre los géneros aristotélicos. Estará bueno discutirlo desde la presencia viva de ustedes”.
Este coloquio, esta penúltima manifestación de su espíritu incansable fue una manifestación de una actitud muy suya: el compartir.
Bettina, te ofrezco este adiós posible con mi abrazo de palabras.
El autor es Decano de la Facultad de Filosofía y Letras UNCuyo.