Este miércoles 13 de agosto se cumple el centenario del nacimiento de Carlitos Balá, el hombre que convirtió un flequillo en marca registrada y una frase en bandera: “ Más rápido que un bombero, siempre llego yo primero”.
A un siglo del nacimiento de Carlitos Balá recordamos sus palabras en una de las últimas entrevistas que dio.
Este miércoles 13 de agosto se cumple el centenario del nacimiento de Carlitos Balá, el hombre que convirtió un flequillo en marca registrada y una frase en bandera: “ Más rápido que un bombero, siempre llego yo primero”.
“A mí siempre me pareció una falta de respeto que un extra llegara tarde. Yo siempre fui muy cumplidor”, dijo alguna vez en una entrevista con Clarín, en donde se lució con su puntualidad. “Si me decían que en el canal había que estar a las ocho, a las ocho”.
El tuteo se esfumó y apareció la distancia formal, esa que imponía sin esfuerzo cuando pasaba de la broma al terreno serio. También la tuvo para hablar del humor de Capusotto: “No hay sketches, ya no interesa el sketch y ni siquiera se esfuerzan por imponerlo. Capusotto es un estilo. En el humor, él tiene su estilo, y yo tengo el mío. Cuando me llaman, yo no te hago de Francisco. Yo soy Balá. Para hacer de Francisco que llamen a cualquier otro”.
En su diagnóstico sobre la televisión infantil, Balá no dudó en cuestionar a Caramelito y Panam: “Lo de ellas es el trabajo de una maestra jardinera. ‘¡Y ahora vamos a cantar!’, dicen, ‘¡y ahora vamos todos a cantar!’. Falta un Petronilo, un Angueto y todas esas cosas que yo inventaba”.
Llevó a los periodistas a su oficina —un cuarto luminoso, de bibliotecas gastadas, que bien podría haber sido una escribanía si no fuera por la presencia del Chupetómetro— y encendió su laptop. En YouTube buscó “Bizarren Miusik Parti” y, mientras el video avanzaba, explicó: “Esto de Internet me lo enseñaron mis nietos. Mirá, querido, ¡una cosa de locos! Actúo en esas fiestas a las dos de la mañana, eso es lo malo, pero la satisfacción que siento es enorme. Lamentablemente, hay varias generaciones que no conocieron a mis personajes, por eso voy a los boliches. Allí está mi público, los muchachos que fueron chicos hace muchos años. Gracias a ellos me doy cuenta de que estoy cosechando lo que sembré”.
Pero Balá también tenía sus límites: “Hay que tener un poquito de dignidad. Aparte, soy de Leo. A Leo no le gusta que lo humillen. Es una pavada, quizás, pero no para mí: hoy vos podés putear a la madre de alguien y al otro ya está, no le va ni le viene”.
Y entonces, el flequillo. Su emblema, intacto desde 1955, mucho antes de que los Beatles popularizaran el corte. “Me cepillo el flequillo cien veces por día”, confesó. Sobre su mantenimiento, detalló: “Yo le digo a mi peluquero que en los laterales tiene que cortar en diagonal. Pero el flequillo me lo corto solo, y cuando vos te vayas, me lo voy a peinar así”, dijo, moviéndolo hacia un costado.
—El que está envejeciendo parecido a vos es Paul McCartney, ¿notaste?
—Hay un estilo, es cierto, pero yo tengo el flequillo antes que Los Beatles. Desde el ’55 lo uso. Cuando voy a la peluquería digo: ‘Córtenme onda Balá’.
—¿Los Beatles te robaron el look?
—¡No! No deben saber ni quién soy.
Carlitos Balá fue, hasta el último día, exactamente eso: Balá.