4 de mayo de 2025 - 04:20

La vuelta de Los Piojos a Mendoza: un ritual de 3 horas de rock y emoción para más de 40 mil personas

La mítica banda liderada por Andrés Ciro Martínez volvió a la provincia tras 16 años ante un teaatro griego Frank Romero Day, y cerros, colmados

Seguramente en su memoria pre-digital está grabado a fuego, pero fueron 16 años lo que debieron esperar los fanáticos para ver en vivo a la que para muchos, o para la mayoría de los "rolingas más 35", fue la banda de sonido de su adolescencia. Los Piojos volvieron a Mendoza tras su último show en tierras cuyanas en Malargüe (2007) y los míticos conciertos en Andes Talleres o el apogeo juvenil de la "Primavera Piojosa" de 2002, en el camping Luz y Fuerza.

Durante 180 minutos de un show cargado de nostalgia, emoción y , por su puesto, rock bien nacional borraron los años de ausencia a puro pogo y sellaron un reencuentro con su público fiel y una épica presentación para su público de segunda, y hasta tercera generación, que quedará entre esos selectos eventos de los que muchos años más tarde sirven para jactarse de haber estado allí.

Más de 30 mil personas en un Teatro Griego Frank Romero Day colmado, más otros miles desde los cerros, vibraron con el regreso de Los Piojos, un poco menospreciado por los fundamentalistas de la formación original, pero que no se atrevieron a criticar la mítica que las incorporaciones nuevas supieron entender y transmitir: un rock potente que nació en el conurbano bonaerense y que creció y mutó junto a un país tan cambiante como el nuestro.

La mítica banda de El Palomar sonó como cuando supo alcanzar su estado prime a fines de los 90 principios del 2000 y su esencia arrasadora aplastó algún desarreglo que en otros contextos hubieran quedado más al descubierto.

Un Ciro, explosivo, empático y un frontman hipnótico, que parece rejuvenecer en cada canción a sus 57 años, comandó un recital con la emotividad como hilo conductor. Las tablas del histórico teatro Frank Romero Day, acostumbras a reinas, a odas a la inmigración y a malambos y tonadas acogieron un power rock que sacudió la gran acústica del lugar. “Cada vez más cosas me unen a Mendoza", dijo hacia el final Andrés Ciro Martínez, que soñó desde su visitas en modo solista traer al escenario mayor de los mendocinos a sus Piojos. Lo logró después de años de hacer crecer su vínculo, no solo musical, con la provincia con el mejor vino del país.

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Una previa federal, eufórica y ordenada

Las entradas estaban agotadas desde hacía semanas. La expectativa era gigante. Los alrededor de 40 mil de fanáticos, entre teatro y cerros, comenzaron a colmar las inmediaciones del Frank Romero Day desde muy temprano, los accesos no son los más cómodos para un evento de tal magnitud. Los locales lo sabían, fueron previsibles, dejando de lado la impuntualidad mendocina, y llegaron con varias horas de anticipación a la cita de las 21.

Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day
Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day

Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day

Pero el fervor piojoso trasciende fronteras y eso se puede verificar con las decanas de micros y trafics que llegaron desde casi todas las provincias del país. La "manija" comenzó fuerte el jueves cuando se filtró el escenario montado en el teatro griego con un gigantesco piojo custodiando el campo del pogo.

Afuera se vivió un show aparte protagonizado por la exaltación de piojosos de todas las edades. Los originales, que sacaron su mejor look rolinga de los 90, y los nuevos que aggiornaron el arquetipo del outfit rockero a su era de redes y consumo global. Todo este choque etario convivió en una feria itinerante de decenas de puestos de choris, bebidas y merchandising.

La organización estuvo a la altura y el ingreso y la desconcentración se vivieron en total calma. Predominó la vibra del rock fraternal.

Un show de 3 horas, 27 canciones y mucho pogo

"Mirá lo que es esto hijo", exclamó emocionado un cuarentón cuando se encontró con un nuevo ritual piojoso a punto de arrancar. El pequeño, de no más de 10 años, entendió lo que su padre la había intentado transmitir. "No exageró", habrá pensado.

La gradas se llenaron pocos minutos antes del comienzo. Los más osados y conocedores del pogo ajustaron sus riñoneras por debajo de sus buzos y encararon hacia el campo. Para las 21, hora anunciada para el inicio, todos estaban en su lugar.

Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day
Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day

Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day

21.40 en punto. Las visuales en las tres pantallas gigante se encendieron y los acordes de "Ruleta" desataron la euforia contenida. Fue un viaje a los 90 pero no de políticos con cuentos de primer mundo, sino a una época dorado del rock nacional. Sin interrupción sonaron "Arco" y "Yira- Yira". Luego, Ciro habló por primera vez: "Buenas noches Mendoza, somos Los Piojos".

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La play-list no dio tregua, siguieron "Civilización", "Difícil", "Labios de Seda". Los rituales habían vuelto en su máximo esplendor: banderas flameaban sin descanso frente al escenario, el rock iba en crecimiento y la nula conexión a internet entre los cerros favorecieron a comunión aún mayor entre músicos y público.

"Vine hasta Aquí", siguió en el repertorio, como un agradecimiento a los cientos que viajaron por horas solo para el recital. "Hicimos como 10 horas en auto sin parar, porque salimos con lo justo", confesó una pareja que llegó junto a otro nutrido grupo de neuquinos.

"Fantasma" fue el preludio del primer momento emotivo. Los hijos de Los Pijos, Las Liendres, como los apodan con cariño, salieron al escenario para cantar "Pistolas". Alejandro, el hijo de 14 años de Ciro reemplazó a su padre en el micrófono, Caetano Buira tomó la batería de su papá y Antonio Fernández se colgó la guitarra de Pity, su padre.

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Luego de "Reggae R&N", la banda repasó sus inicios con un video que resumió en segundos su carrera y la musicalizó en vivo uno de los dos mendocinos (Joaquín Guevara y Juan Emilio Cucchiarelli) que integran la nueva formación. El maipucino Cucchiarelli regaló una exquisita versión en piano de "Ruleta".

"Sudestada", con homenaje incluido al ex guitarrista de Los Piojos Gustavo "Tavo" Kupinski, que murió trágicamente en un incidente vial junto a su esposa en 2011, marcó el inicio del segundo tercio del show. "Babilonia", "AY, ay, ay", sonaron antes de un inesperado cambio en la lista de temas.

Tras un improvisada votación popular entre los presentes. "Agua" sonó en reemplazo de "Todo Pasa", para que Martínez la cerrara con un "el agua vale más que el oro".

El show avanzó sin baches. Los inconfundibles acordes del de Luciana "Luli Bass" Valdés anticiparon "Tan Solo", lo siguieron "Maradó", "Muévelo", "Farolito" entre los hits más bailados y como parte de un repaso por gran parte de su discografía.

Para las 00.40, tres horas exactas del primer acorde en la magnífica noche mendocina, el show encontró un final con almas llenas. "Y que más" fue la canción que sonorizó un ritual dentro del ritual: el de leer desde el escenario todas las banderas con las ciudades de las que llegaron los piojosos. Ciro y Pity parecieron que cantaban votos en una noche de Vendimia pero nombrando localidades de todo el territorio nacional.

"Sino existe la memoria todo lo nuestro es suicida", fue la frase elegida por la banda para resumir un camino que marcó y marca generaciones y que llegó a nuestra provincia en un suerte de segunda despedida. ¿Será la última?

Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day
Los piojos volvieron a Mendoza después de 16 años e hicieron explotar en teatro griego Frank Romero Day

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