Cuando Duki escribió "Barro", pensaba en su abuela, fallecida hace poco: en esta canción, incluida en " Ameri" (2024), el cantante dinamita su zona de confort, abriendo las puertas de su corazón de par en par. "Cuando ella falleció, yo estaba en un momento bastante rockstar, no era mi mejor versión, y ella me despidió viendo mi peor faceta. 'Barro' es también decirle que maduré, crecí y estoy haciendo las cosas bien", reflexionaba el "Duko", como también lo llaman cariñosamente sus seguidores, en la revista GQ.
El álbum cuenta con 15 pistas y, como ya es común en los proyectos urbanos, una lista de colaboraciones de artistas de renombre mundial, desde Myke Towers hasta Wiz Khalifa y Arcángel. Explora sonidos y estilos de diversas partes del mundo, pero Duki no olvida sus raíces y también suma a talentos nacionales como Milo J y Lucho SSJ, figuras en ascenso dentro de la escena urbana argentina.
Cómo nació el ídolo
En el universo naciente del trap argentino, allá por 2016, una voz irrumpió con violencia y carisma en partes iguales: Duki, se llamaba. Nacido en Almagro, Buenos Aires, en 1996, su nombre comenzó a circular mucho antes de que Spotify lo confirmara como uno de los artistas más escuchados del país. Su lugar no estaba en estudios de grabación con consolas millonarias, sino en las plazas: El Quinto Escalón, ese hervidero de rimas y egos, fue su bautismo de fuego.
Embed - Duki - NO VENDO TRAP (Prod. Paa$ha) (VIDEOCLIP OFICIAL)
Pero Duki no fue un freestyler más. Su estilo, marcado por la agresividad melódica y una actitud desafiante, lo convirtió en uno de los nombres más comentados de esa generación. Su victoria en El Quinto Escalón en 2016 fue un punto de inflexión que lo proyectó fuera del circuito de batallas de gallos.
Su primer gran hit fue "No Vendo Trap", una declaración estética y comercial al mismo tiempo. En un momento donde el trap era visto con desdén por los circuitos tradicionales, Duki se posicionó como abanderado de un nuevo paradigma. Lo que para muchos era ruido, para él era futuro. Y atajaba las críticas con una destreza nunca-antes-vista. Como acá:
"Los 90's se fueron, no quiero mentir / Ellos pueden llorar que yo voy a reír / Hay que innovar es el chiste, my prim / No son Das EFX, yo tampoco Yung Lean".
Los álbumes de Duki
Tras varios sencillos exitosos y colaboraciones que resultaron cruciales con YSY A y Neo Pistea, Duki lanzó en 2019 su primer álbum: "Súper sangre joven". El disco era una radiografía emocional de un artista en plena transición. Temas como " Goteo" y "Hitboy" mostraban una paleta de sonidos inédita. Aunque fue criticado por su producción un tanto desigual, funcionó como un manifiesto de independencia.
En 2021 llegó "Desde el fin del mundo", un material mucho más ambicioso. Aquí quiso demostrar que se podía hacer rap de calidad desde Argentina, y sin copiar a nadie. El disco contó con colaboraciones de artistas como Bizarrap, Khea y Juicy J, lo que demostraba su salto al circuito global. El trap se mezclaba con reggaetón, pop, drill y hasta momentos más intimistas.
Luego llegó "Temporada de Reggaetón", dividido en dos volúmenes. Con estos discos, Duki se permitió explorar un territorio más bailable y comercial. Lo que podía haber sido un simple giro hacia lo "vendible", fue la apropiación de un género desde la identidad más firme. Fue en esta época que Duki se volvió el rockstar del que hablaba con GQ.
Ameri, de Argentina al mundo
El título de su último álbum no es casual: el disco pretende unir sus experiencias en Estados Unidos, en una suerte de diario sonoro de la vida lejos de casa, de las tentaciones de la industria y la necesidad de reencontrarse consigo mismo. Y el público le dijo que sí: con más de 13.5 millones de reproducciones en su primer día, "Ameri" se posicionó como un hito en la historia de la música argentina.
En GQ habló sinceramente de su producción, en la que descubrió una nueva capa posible de la creación musical: la de lograr una canción con meticulosidad, uniendo contenido y forma. Con un gesto de humildad extraño entre pares, dijo que finalmente había aprendido ¡a hacer "canciones"! Literal: "Para mí, rapear es casi como un deporte, lo disfruto mucho, encuentro algo increíble y fascinante en la capacidad de rimar de los flows, por eso digo que, por los tecnicismos, es casi como un deporte. En cambio, cuando hago temas como los de este disco, más autorreflexivos, es Mauro sentado, escribiendo, eligiendo la palabra exacta, no rimando por rimar, sino pensando en lo que quiero contar y cómo lo que quiero contar, ¡y hasta yo las llamo canciones! No quiere decir que lo que he hecho hasta ahora no lo sean, pero quizá las anteriores sean más una expresión creativa del momento".
Y fue más allá, al hablar de sus vulnerabilidades: "Sigue existiendo el estigma de que los raperos tienen que ser supergángster y duros todo el tiempo, y a mí, la verdad, no me mide para nada la vara esa. Hablar de que me siento mal o de que tengo una pelea interna no me hace más débil, todo lo contrario. Por eso hablo de mis vulnerabilidades, las trato y las muestro”.
La producción en el estudio era algo casi desconocido para un artista acostumbrado a lo espontáneo, e incluso lo efímero: "El tiempo ha sido la clave fundamental. Yo soy alguien muy del momento, vengo del freestyle, de improvisar, y cuando voy al estudio, trato de transmitir cómo me estoy sintiendo en ese momento concreto. Por eso, si estaba cuatro horas trabajando y me iba sin nada, pensaba que algo estaba saliendo mal, porque estaba acostumbrado a otra forma de trabajar. En este proceso me he permitido estar cuatro horas en el estudio tal vez por una palabra".
Y redondeó: "Para mí, agarrar una canción y encontrarme cuatro meses después cambiando cosas es algo nuevo. Este es el primer disco donde me permití reescribir versos, recomponer melodías, tomarme más tiempo, relajarme, escuchar bien las canciones, incluir unas, descartar otras… Antes eso era impensable para mí, cuando tenía una canción, la sacaba, porque no me gustaba que quedaran guardadas. En este disco tomamos la decisión de seleccionar las que mejor convivían entre sí, las que tenían algo para contar y la capacidad de ser idiomas distintos. Por eso, este disco no pasa por distintos moods en un orden concreto. Al principio lo ordenamos por traps, canciones reflexivas, luego las melódicas… pero luego decidimos cambiarlo todo. Dentro de la cohesión y la coherencia, queríamos que el siguiente tema siempre sorprendiera”.
Hay que remarcar que, a sus 28 años, Duki puede presumir de tener uno de los noviazgos más longevos y estables del medio, ya que con Emilia Mernes está en pareja desde 2021. La estabilidad sentimental quizás haya sido un motor para la evolución de estilo, sin divagues ni las usuales canciones de despecho, cada vez más comunes en la música urbana. Por el contrario, se convirtió en un artista de capas, que va del chico de Almagro, al huracán del Quinto Escalón, pasando por el hitmaker y, finalmente, el narrador introspectivo.
La explosión
Duki viene de una seguidilla de shows en el Movistar Arena de Buenos Aires. Las seis fechas, agotadas, tuvieron un trasfondo solidario. Es que cuando fue la inundación en Bahía Blanca, el cantante recibió críticas por no solidarizarse, como sí lo había hecho en España durante la DANA en Valencia. Sin esperar mucho tiempo para dar un gesto contundente de empatía, anunció que donaría parte de lo recaudado en los shows para ayudar a los damnificados en nuestro país.
Después del 9 de abril en el Aconcagua Arena, Duki actuará en Córdoba y Rosario. Después, al Ameri World Tour le espera una larga travesía por Estados Unidos y México.