Hace unos días, el 31 de octubre pasado, se cumplieron 100 años del nacimiento de la única hija del físico Enrique Gaviola, Ruth Miryam Gaviola Nieminnen, mi madre.
En los espacios creados por Enrique Gaviola se formaron y forman futuros líderes de la Física argentina. Mi abuelo ejerció coherentemente esta prédica y accionar en todos los espacios por los que pasó y nos dejó un llamado a la reflexión y a la crítica, vehemente e imparcial, pero siempre constructiva.
Hace unos días, el 31 de octubre pasado, se cumplieron 100 años del nacimiento de la única hija del físico Enrique Gaviola, Ruth Miryam Gaviola Nieminnen, mi madre.
También fue el centenario de la "Magna cum laude”, calificación que ese día, le valió al presentar su tesis y dio lugar a la admiración del doctor Albert Einstein por el tesista Enrique Gaviola.
Dos hitos fundamentales en la vida del gran científico, que, para mí, su nieta, tienen un inmenso impacto.
Enrique era el “físico”, el "genio loco" una eminencia de alcance mundial, pero para mí era simplemente “mi abuelo”.
Cuando lo conocí ya había realizado los experimentos seminales para Física Moderna (en los años ‘20), poniendo a prueba la nueva mecánica cuántica y dando los primeros pasos en investigación de aceleración de partículas.
En los ’30 ya había participado en el desarrollo de tecnologías de telescopios que serían fundamentales para la observación astronómica de su tiempo y el estudio astrofísico, coronado en el Observatorio Astronómico de Córdoba.
Un aspecto transversal a su vida adulta fue el entendimiento con suma lucidez de las realidades globales y necesidades de su patria.
Por ello, apegado al humanismo, comenzó a fomentar la Física y la instauración del método científico moderno.
Con esa misma vocación humanista, en 1943 cobijó a Guido Beck, entre otros, con quien institucionalizó la Física Nuclear teórica y promovió las aplicaciones nucleares. Junto a él, en 1944, lideró la creación de la Asociación Física Argentina que utilizó como plataforma científica, educativa y de fomento. Valoro y resalto su tesón y compromiso con la sociedad en la creación del instituto que hoy es la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FaMaF) de la UNC y del Instituto Balseiro de la UNCuyo, en el cual terminó su carrera como docente.
En los espacios creados se formaron y forman futuros líderes de la Física argentina.
Mi abuelo ejerció coherentemente esta prédica y accionar en todos los espacios por los que pasó y nos dejó un llamado a la reflexión y a la crítica, vehemente e imparcial, pero siempre constructiva.
Para poder crecer como personas y como sociedad con absoluta libertad de pensamiento dentro de un estricto marco de ética plasmados en los tres decálogos y su ejemplo.
* Katri M. Aguiar Gaviola. Nieta de Enrique Gaviola.