Recuperar edificios históricos no es un gesto de voluntarismo romántico: es una estrategia de futuro. En tiempos de lo efímero, apostar al patrimonio es invertir en identidad, turismo, empleo y comunidad, en definitiva, en Cultura.
El edificio histórico de Los Andes (San Martín 1049) puede ser más que memoria: un nodo vivo en el kilómetro cero, abierto al debate, las artes y las nuevas ideas. La ciudad se juega aquí una definición: o resignarse al vacío, o apostar a una memoria que abre futuro.
Recuperar edificios históricos no es un gesto de voluntarismo romántico: es una estrategia de futuro. En tiempos de lo efímero, apostar al patrimonio es invertir en identidad, turismo, empleo y comunidad, en definitiva, en Cultura.
Muchas ciudades de mundo muestran buenos ejemplos: en San Sebastián, la antigua Tabakalera se convirtió en un centro internacional de cultura contemporánea y alberga la sede del Festival de Cine ; en Santiago de Chile, la Fábrica de Sombreros del Barrio Italia revitalizó un barrio entero con diseño, gastronomía y oficios creativos; en Berlín, el Kraftwerk pasó de industria a vanguardia artística. En todos los casos, la clave fue la alianza entre lo público y lo privado, y el diálogo inteligente entre arquitectura y diseño.
Mendoza necesita esa audacia. El edificio histórico de Los Andes (San Martín 1049) puede ser más que memoria: un nodo vivo en el kilómetro cero, abierto al debate, las artes y las nuevas ideas. La ciudad se juega aquí una definición: o resignarse al vacío, o apostar a una memoria que abre futuro.
* Marcelo Ortega. Presidente de Film Andes.