12 de diciembre de 2017 - 00:00

El sueño de la teletransportación - Por Alejandra Vargas

Siempre pensé que ir de un lugar a otro representa una pérdida de tiempo. Por eso, sueño con la teletransportación. Pero hace unos días apareció una información que me desalentó: Brian Greene, profesor de Física y Matemáticas de la Universidad de Columbia y uno de los fundadores del World Science Festival, sugirió que los humanos recién podremos probar algo así dentro de 500 ó mil años.

“Si sucede durante nuestro tiempo de vida, te aseguro que no seré la primera persona en entrar en este dispositivo”, bromeó Greene tras explicar que los científicos han descubierto cómo teletransportar partículas individuales. “Toman una partícula en un determinado lugar y en cualquier otro punto del planeta crean una versión idéntica con exactamente las mismas propiedades y el mismo estado cuántico”, precisaron los investigadores en diferentes medios especializados. Ahora “resta” saber cómo transferir la cantidad de “datos” que componen una persona. Algo que todavía ubica a la teletransportación humana en el plano de la ciencia ficción.

Por ello, no me quedará otra que seguir utilizando las calles y rutas para llegar a mi destino. No me quedará otra que seguir andando en uno de los 270.000 vehículos que a diario se suman a los 100.000 que componen el parque automotor de la capital mendocina.

Ese número -270.000- resume el caos que durante las horas pico se vive en los diferentes accesos a la Ciudad. Aquella obra que el 6 de octubre de 2007  inauguraba la gestión de Julio Cobos con la promesa de “desatar” el nudo Costanera-Zapata pronto quedó saturada, aunque vale decir que sería hoy peor sin el viaducto de 560 metros que une la Costanera sobre el canal Cacique Guaymallén.

De todos modos, esta obra no impide que los tres carriles que llegan desde el Este se muevan a paso de hombre desde casi la altura del cóndor.

Algo similar ocurre por Avenida Costanera y puente Brasil. Allí en diferentes horarios del día -en el sentido hacia la Ciudad- un camino que se presentaba como alternativa del Acceso Este se ha convertido en una trampa de vehículos, ya que justo después de la curva, cuando se hace más angosto (frente a la Clínica Francesa), el conductor se encuentra con un gran taponamiento y demora entre 4 y 5 cortes de semáforo en sortear el atasco.

Varios de los que hacemos ese recorrido, hemos optado por entrar a Godoy Cruz y llegar al Centro por San Juan, donde las escuelas que hay de un lado y otro -o mejor dicho- los padres que dejan niños en sendos establecimientos- hacen las veces de embudo ya que en ambas banquinas hay doble fila. Todo un caos que nadie controla y que desde ayer se toma un receso hasta marzo próximo.

“En el caso de un colegio de 800 chicos en horario de entrada y salida, hay 500 autos en una cuadra, y muchos se detienen en doble fila”, estimó Raúl Levrino, secretario de Seguridad Ciudadana de la Capital, hace tres meses en Los Andes.

El resto de la Avenida Costanera hasta y desde la Rotonda del Avión ha dejado de tener horarios tranquilos. Han quedado en el recuerdo aquellas épocas en las que si uno evitaba el horario pico podía transitar un poco más relajado.

Cada vez más, Mendoza se parece a las grandes ciudades con esas imágenes que sorprendían por televisión con una marea de autos sin movimiento durante horas.

La clave está en descomprimir el centro de vehículos -coinciden los especialistas, que aseguran que con 10 por ciento más de autos, las calles colapsarán- y para ello es fundamental potenciar el transporte público de pasajeros. “Uno no se baja del auto en la medida en que el transporte público no llegue más rápido”, sentenció -a Los Andes, en setiembre de este año- Pablo Cruz, ingeniero especializado en la temática, como si me hubiera leído el pensamiento.

La pregunta es ¿qué demorará menos un transporte público en condiciones o mi sueño de la teletransportación?

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