Proteger y defender la naturaleza

Para velar por el buen estado de los vastos territorios de los parques provinciales y áreas naturales protegidas, los organismos encargados de esas áreas, como los cuerpos de guardaparques, deben contar con más personal y acceder a la renovación del equipamiento que utilizan.

Proteger y defender la naturaleza. / Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Proteger y defender la naturaleza. / Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Venimos insistiendo desde esta columna editorial sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente mendocino a través de sencillas prácticas que podrían permitir una vida mejor.

La protección de nuestro campo debería ser esencial para los ciudadanos, en especial poniendo el mayor de los cuidados en impedir incendios en los sectores precordilleranos y de la llanura, que liberan a la atmósfera importantes cantidades de dióxido de carbono (CO2), lo cual favorece el efecto invernadero y el cambio climático, además de causar daños que obligan a esperar más de un ciclo para la total recuperación de los sectores afectados.

Basta ver los alcances y perjuicios que están causando los incendios en Europa y en Estados Unidos, donde los siniestros son más frecuentes, producen más daños y es más difícil extinguirlos. Si estas condiciones de desastre se dan en esas latitudes, deberíamos preguntarnos qué pasaría si situaciones de tanta destrucción se replicaran en nuestra geografía y adoptar los mecanismos de prevención y mejoras en los equipos de combate de estos siniestros.

Dentro de la afectación en la flora y fauna nativas cuando sobrevienen estos siniestros, advertimos ese riesgo sobre la tradicional jarilla, declarada como flor provincial a través de la Ley mendocina 7618, por ser un símbolo de la cultura local.

El fuego es una amenaza para esta planta como también la depredación que practican personas que no tienen conciencia acerca de la necesidad de proteger y conservar al arbusto resinoso, que ha sido intensamente ‘castigado’ por sus importantes recursos combustibles. Para la defensa de todos los bienes que nos brinda la naturaleza, descriptos aquí en una mínima parte, la administración provincial dispone de diversos planteles, entre los que se destaca el Cuerpo de Guardaparques y los equipos de lucha contra los incendios forestales.

Estos esforzados servicios deberían estar considerados como principal prioridad del gobierno porque sin la adecuada y rápida respuesta ante incendios o la custodia de la flora y fauna, estaríamos bajando los brazos en materia de defensa de la biodiversidad y los ambientes naturales.

El público sabe que se puede esperar mucho de los hombres y mujeres que integran estos equipos que actúan contra el fuego y contra la potencial depredación que individuos marginales practican en los espacios descampados y bosques.

Como nunca es suficiente el número que se dispone de estos esforzados servidores ante las dimensiones del terreno donde deben actuar ni suficiente el equipamiento disponible, especialmente de movilidad, es dable preguntarse cuánto hubiera servido acceder a un subsidio de 18 millones de pesos para esas organizaciones de custodia y defensa comunitaria, monto que en un momento estuvo a punto de otorgarse a la fundación de un pastor religioso dedicado a la política.

Es conocido el planteó que vienen sosteniendo los guardaparques provinciales que reclaman la falta de personal para cubrir las necesidades del patrimonio mendocino.

La vastedad de los parques provinciales y áreas naturales protegidas exigen más servidores y más herramientas para poder desarrollar su tarea con aptitud, en atención a la amenaza siempre posible de la caza furtiva, la depredación de la flora y otros agravios contra lugares que deben ser protegidos por ser sitios claves de la naturaleza de la región.

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