Hay un proyecto en gestación, pero aún sin tratamiento legislativo, que propone la construcción de una ruta turística con destino a la margen izquierda o sector este del dique Potrerillos.
El propósito fundamental de esta iniciativa es mejorar la infraestructura turística en la provincia de Mendoza, valorizando la importancia del Dique Potrerillos como un atractivo emblemático de la región.
El embalse no solo recibe a turistas y residentes locales, sino que también actúa como un importante recurso económico y recreativo, ofreciendo actividades náuticas y un entorno natural privilegiado.
El camino propuesto tiene dos variantes: una partiría desde el Cerro de la Gloria hasta la presa atravesando un sector precordillerano, con una extensión aproximada de 20 km; la restante opción sería ejecutar la traza desde El Mirador, de El Challao al mismo destino.
El proyecto es autoría del legislador radical Alberto López, quien lo fundamenta por lo menos desde dos opciones, una de las cuales es la necesidad de intensificar las actividades turísticas, porque los usuarios del potencial camino transitarían por una zona de belleza impactante del piedemonte mendocino, llegando a la cordillera Central, que posee algunos pasos que permiten el arribo a la margen este del dique.
Por otro lado, el diputado que impulsa la obra señala que con esta vía de comunicación se podría obtener una conectividad directa con el dique Potrerillos desde la ciudad de Mendoza. La vinculación sería muy rápida ya que el paseo tendría una duración de 30 minutos.
El plan vial además abriría una posibilidad de desarrollo inmobiliario y turístico de la margen este del dique, sector que actualmente tiene poca y casi nula infraestructura, aunque sí muchas viviendas de fin de semana y residencia permanente, al que se accede por un viejo puente ferroviario.
En las actuales circunstancias habría que definir el proyecto, lo que tomaría un tiempo considerable, y considerar su viabilidad a través de consultas con el Ministerio de Infraestructura y la Dirección Provincial de Vialidad (DPV). Y después elaborar el proyecto ejecutivo.
La mayor dificultad sería la obtención de fondos para encarar el trabajo, aspecto nada sencillo porque calculamos que sería altísimo el costo por la topografía cordillerana que tendría que atravesar la proyectada calzada, con sus badenes, puentes y todas las estructuras externas que forman parte de la infraestructura vial.
La obra está pensada para que la lleven adelante capitales privados, con la posibilidad de recuperar la inversión a través de la implementación de un sistema de peaje, que sería soportado por los usuarios que circulen por esa vía de comunicación. Un procedimiento con doble dificultad porque todavía no se observa ningún movimiento de empresas privadas encarando obra pública, y porque el trámite de cobro de peaje para recuperar los millones de pesos que demandará la ejecución del emprendimiento, enfrenta un arduo debate entre los que están a favor y los que se oponen.
Con prescindencia de este proyecto de una nueva ruta, que como se observa todavía está en una fase muy preliminar, el Gobierno provincial debería fijar prioridades en materia de obras viales existentes. Sería prudente e interesante hacer de inmediato un estudio evaluativo del estado de todas las rutas provinciales, contemplando sus prestaciones, no sólo para turismo, sino también para la producción de bienes, actividades sociales y mejoras en previsión a los retos del cambio climático y el crecimiento del parque automotor.
La siniestralidad que afecta al sistema vial de la provincia es otro factor a tener en cuenta al momento de definir nuevas afectaciones de los escasos recursos financieros destinados a obras públicas en la presente hora.
