20 de junio de 2025 - 00:00

Belgrano, un ejemplo siempre vigente

El respeto y la admiración por los próceres indiscutibles, como Belgrano, no sólo se expresa con ceremonias el día en el que se los recuerda, sino en el cotidiano andar. Es obligación de la dirigencia mantener con honestidad y apego la función pública y ejercer el legado de quienes colocaron los pilares de la nación.

Como cada año para esta fecha, la Argentina recuerda a uno de sus grandes patriotas, el general Manuel Belgrano. Hoy se conmemora su muerte, ocurrida hace 205 años, pero también se celebra el Día de la Bandera en reconocimiento a uno de sus primeros gestos de fervor: la decisión de otorgarles a las tropas que lucharían por la independencia un emblema que las distinguiera de sus adversarios ocasionales.

Belgrano fue un gran movilizador del sentir patrio en el duro camino que conduciría a la consolidación de la Argentina como nación. Abogado, político y economista que, meritoriamente, consideró que debía convertirse también en militar para formar parte del proceso independentista iniciado en mayo de 1810.

De su genio y figura surgió el apuntalamiento de las gestas libertadoras de la región y también las estrategias para que en el campo de batalla las tropas de la nueva nación consiguieran los triunfos que se necesitaban para fortalecer la gran meta de soberanía. Por ello su destino como hombre de armas fue el que lo colocó en la historia argentina. ¿Qué duda cabe de que esa fue su gran virtud?

En el campo militar tuvo que adaptarse a difíciles misiones. Por lo que hemos visto, saltó a un ámbito para el que no se encontraba preparado, pero en el que pudo más su patriotismo y vocación por la independencia. El amplio territorio a liberar necesitaba de esfuerzo y capacidad de lucha y él demostró poseerla.

Es que, como hemos señalado en anteriores oportunidades, Belgrano entendió que su origen porteño y polifacético y su acomodada posición civil de nada servirían si nuestra región continuaba bajo el mando de intereses externos. Llegó a la conclusión de que sus ideas de progreso nunca serían viables mientras la administración colonial española se mantuviera radicada en estas tierras. Esa mirada permite comprender su participación previa en la Revolución de Mayo. Concluyó en que había que internarse en la inmensa superficie argentina a defender.

Lamentablemente, luego de esos años de notable entereza Belgrano tuvo un triste e injusto regreso a Buenos Aires, donde falleció enfermo y sumergido en la pobreza. Y este desenlace se debió a otro valor que tuvo: el silencioso y paulatino desprendimiento de sus bienes, otra clara demostración del patriotismo que siempre lo caracterizó como componente de su esmero para la consolidación de la nación que surgía.

Todo lo contrario de lo que demuestran cotidianamente muchos exponentes de la política de nuestros días. Por eso hay que celebrar que la inspiración republicana resurja y que las instituciones pongan en su justo lugar a quienes se valieron de los recursos públicos, de todos los argentinos, para sus negocios y beneficios patrimoniales.

El respeto y la admiración por los próceres indiscutibles, como Belgrano, no sólo se expresa con ceremonias el día en el que se los recuerda, sino en el cotidiano andar. Es obligación de la dirigencia mantener con honestidad y apego la función pública y ejercer el legado de quienes colocaron los pilares de la nación.

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