Y ahora... ¿quién podrá defendernos?

El autor describe un escenario económico delicado y analiza a fondo cómo se desempeña el Banco Central en su rol de “superhéroe” de la Argentina.

Ilustración de Gabriel Fernandez. / Archivo
Ilustración de Gabriel Fernandez. / Archivo

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) es el organismo del gobierno nacional que se encarga de supervisar el funcionamiento del sistema financiero del país (una gran responsabilidad). Además, es la institución que tiene el monopolio de la emisión de dinero de curso legal en Argentina (un gran poder). En la mayoría de los países del mundo es así también.

Nos guste o no, en la actual configuración institucional el BCRA es una especie de “superhéroe argentino”, con grandes poderes y también grandes responsabilidades. Es una institución crucial para el desenvolvimiento de la economía nacional, para bien o para mal. Si es serio, prolijo y cuidadoso, nos permitirá tener una economía estable pero, si no lo es, tendremos volatilidad e incertidumbre económica (resumamos esto en: alta inflación).

En una empresa cualquiera, su solidez económica depende de dos elementos: foto y proyección. La foto viene dada por su situación patrimonial (activos, pasivos y patrimonio): si sus activos son de buena calidad y sus pasivos están “calzados” con ellos o distribuidos en el futuro de manera no muy exigente, tiene más chances de sobrevivir y crecer que en el caso contrario. La proyección se refiere a sus posibilidades de acrecentar o mejorar sus activos y de reducir o “calzar” sus pasivos, a través de un buen flujo futuro de fondos según las perspectivas de su actividad.

Veamos el caso de nuestro superhéroe.

Primero la foto. El BCRA es una “empresa” muy especial ya que no sólo es pública sino que, además, maneja activos y pasivos financieros mayoritariamente. Su fortaleza en la foto proviene de la calidad de esos activos y del calce de esos pasivos.

Si miramos el activo, la cosa no marcha bien. La foto a noviembre de 2021 nos dice que 54% de sus activos son “basura”. Los títulos intransferibles le han sido colocados compulsivamente por el gobierno desde 2008, no puede venderlos y difícilmente va a cobrarlos. Los adelantos al Gobierno consisten en el financiamiento del déficit fiscal, que no va a recuperar nunca. Entonces, más de la mitad de su activo es malo. La foto a diciembre de 2019 mostraba una situación algo mejor, pero no mucho.

El pasivo tiene problemas también. La foto a noviembre de 2021 muestra que el 34% son títulos a pagar en el cortísimo plazo y con alta tasa de interés (las Leliqs, por suerte en pesos) y el 11% son obligaciones no tan urgentes ni tan onerosas, pero en dólares. Es decir que la mitad de sus pasivos son “hot” y pueden producir un agudo descalce en cualquier momento. Además el 27% es una deuda con China, por el momento no exigible pero que depende de la política exclusivamente. La foto a diciembre de 2019 mostraba una situación mejor. La pandemia y los desmanejos del gobierno la empeoraron seriamente: el aumento del peso de los pasivos “hot” se refleja en la notable caída del Patrimonio Neto de la entidad.

Activo pobre y devaluado y pasivo peligroso y descalzado. Si fuera una empresa privada, su futuro sería oscuro e incierto, cercano a la quiebra. Como es el BCRA, ante una circunstancia complicada no va a quebrar: en tal caso si los tenedores de la Leliqs o los organismos internacionales no quieren renovar sus créditos en dólares a su vencimiento ni darle más plazo para sus deudas en pesos, tendría dos salidas: los paga con reservas o emite dinero para cancelarlos.

En el primer caso sacrifica un activo para eliminar un pasivo, pero con un altísimo riesgo de corrida cambiaria que termine en hiperinflación. En el segundo, cambia un pasivo “hot” por otro que no paga intereses (la base monetaria), pero corre un altísimo riesgo de una hiperinflación que alimente una corrida cambiaria. En este contexto, arreglar con el FMI le da un poco de aire en los pasivos en dólares, nada más. No arreglar es suicida.

En cuanto a la proyección, la posibilidad de mejorar activos (aumentar reservas) es muy baja y la de calzar pasivos también, salvo convertir los “hot” violentamente a Base Monetaria, con sus consecuencias inflacionarias.

Así, nuestro superhéroe deambula por un delgado sendero. Sólo lleva bajo su capa desteñida un superpoder oxidado (la máquina de imprimir billetes) que le hicieron creer que era eterno pero que ahora sólo dispara balas de fogueo (pesos). Hace equilibrio, esperando que los villanos no se den cuenta de que la moneda que él ha emitido y les ha dado, vale cada vez menos y se la quieran cambiar por los pocos dólares que le quedan. Note que los villanos seríamos nosotros, usted y yo, a quienes nos quieren hacer creer que nuestra maldad radica en la “patología cultural” de sólo pensar en dólares, lo cual es una falacia, como escribí en una entrada anterior a mi blog (aletrape.blogspot.com).

No podrá defendernos. Si el gobierno lo necesita y debe poner la señal en el cielo para llamarlo cuando los villanos se pongan picantes, su capacidad de reacción es muy baja. Pobre nuestro héroe: le quitaron sus “grandes poderes” pero su “gran responsabilidad” está intacta.

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