En historia, desde 2011, el calendario internacional reconoce al Malbec World Day, una iniciativa de Wines of Argentina (WofA), entidad responsable de la promoción del vino nacional en el exterior. Según data 17 de abril de 1853, Domingo Faustino Sarmiento, presidente en aquel entonces, impulsó un proyecto para fundar la primera escuela de agricultura en Mendoza y fomentar la incorporación de nuevas variedades de vid, entre ellas el Malbec. Desde ahí, esa cepa —originaria del suroeste de Francia— encontró en los suelos mendocinos su mejor expresión y se transformó en un símbolo nacional.
En diálogo con Los Andes, Martín Hinojosa, productor y expresidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, lo resume con una frase que ya forma parte del inconsciente colectivo: “Uno dice Argentina y dice Malbec”. Para él, esa identificación es una fortaleza “tenemos que defenderla, mantenerla, usarla con inteligencia. Porque el mundo lo asocia a nosotros”.
Lejos de una moda, una marca que se sostuvo
“El Malbec no fue una moda, fue una entrada con permanencia”, afirma. “Es una cepa que ha gustado a los consumidores del mundo” confirmando que “cada vez que entró en un mercado internacional, se quedó”. Hoy, el Malbec representa más del 50% de las exportaciones vitivinícolas argentinas. En su propia bodega, Hinojosa asegura que la línea “Malbec Reserva” fue la que más creció en los últimos tres años. “Exportamos a Estados Unidos, China, Brasil, Perú, Paraguay… y lo que más nos piden es Malbec”.
Aunque reconoce que hay otras cepas que están ganando terreno, como Bonarda o Chardonnay, advierte: “Son cepas que tal vez se relacionan mejor con otros países. El Malbec se relaciona directamente con Argentina. Eso ya está instalado”.
El vino no puede ser elitista
Mientras avanza la entrevista, se le consulta a Hinojosa si considera que existe un direccionamiento del consumo hacia el Malbec, ya sea por seguir exaltando sus virtudes o si, por el contrario, hay una intención de acercar al paladar del consumidor otros varietales. Frente a eso, aclara: “Hoy hablamos del Malbec porque es el Día Internacional, pero también por la relevancia que tiene a la hora de presentarnos ante el mundo”, pero inmediatamente destaca el potencial de otras cepas.
En esta línea, no cree que todo deba girar en torno a esa cepa. Su mirada sobre el consumo es amplia y abierta. “Yo quiero que se tome vino. No importa cuál. Que si a alguien le gusta el Chardonnay, lo tome, sin que sienta que tiene que saber de vino”, sostiene.
Y es ahí donde entra un concepto clave: simplificar el consumo. “Lo que más me molesta es cuando alguien dice ‘yo no tomo vino porque no sé tomar vino’. ¡No hace falta saber! Para tomar vino alcanza con tener un buen destapador”.
Martín Hinojosa, productor y ex presidente de INV
Gentileza
Desde su perspectiva, el vino no puede ser un ritual reservado para entendidos. “Vivimos del vino más de 20.000 productores. Hay mil bodegas. No podemos darnos el gusto de hacerlo elitista y dejar afuera a alguien”.
Desde el rol que tuvo al frente del INV, impulsó iniciativas como Vino Cercano, que promovía nuevos formatos de consumo. “Fue una forma de llegar a otro público, a los jóvenes. Porque si les complicás el consumo, se van a otra bebida. No competimos solo con otras bodegas: competimos con la cerveza, la gaseosa, el fernet. Se vende un momento de consumo”.
Para Martin, la solidez del vino argentino también está en su diversidad. Desde bodegas artesanales hasta grandes establecimientos industriales, el abanico productivo es amplio y valioso. La realidad es conocida, pero amerita recordarla “detrás de cada botella hay muchas personas: el que fabrica la cápsula, el que imprime la etiqueta, el que carga el flete, el que cosecha mirando al cielo con miedo de que caiga piedra”.
En ese entramado, el mercado interno cumple un rol clave. “De cada cuatro botellas que se venden, tres se consumen en Argentina. Y cuando el mercado interno se cae, se siente muchísimo”. Ese consumo, dice, se fortalece con decisiones públicas y privadas. “No es un solo factor. Se necesita un Estado que promueva el vino, que de créditos blandos, que acompañe la producción, ayuda. Lo mismo cuando el sector privado invierte en redes, en promoción, en cercanía”.
Bodegas en alerta: "El turismo se desplomo"
“El turismo se desplomó”, lanza sin rodeos al ser consultado por el tema. La caída, especialmente del turismo brasileño, tuvo impacto directo en la experiencia enoturística. La ‘experiencia bodega’ desde hace años se ha ampliado, teniendo una oferta integradora que involucra otras aristas, desde propuestas gastronómicas hasta apuestas al arte local, interviniendo con espectáculos musicales o adaptando el formato de vistita a las bodegas en el atardecer.
En tono personal y en términos de la apuesta familiar en su bodega, proyecto con más de 80 años de trayectoria, afirma “nosotros lo hicimos con otra expectativa. Hoy no tenemos turismo. Pero no es mi caso, es un caso general. Con todo lo que deben haber hablado en el sector, seguro ya dijeron que se cayó el turismo. Es una realidad”.
Y frente a esa realidad, la reacción no fue quedarse de brazos cruzados: “Tuvimos que destinar el 100% al turismo nacional. Y ahí también modificamos las formas de llegar a ese turismo. Hicimos mucho trabajo en redes sociales, mucha promoción en un contexto de muy poco turista. Tenés que ser muy agresivo promocionalmente, con descuentos, por lo menos para no perder plazas. Para salir empatado”.
Entre las estrategias, Hinojosa destaca un cambio en el relato: “Mostramos una historia familiar. Cómo trabajamos, quiénes somos, qué hay detrás de cada botella. Cambiamos la forma de contar, hicimos promociones, bajamos precios. Todo lo que se puede hacer desde el sector privado, lo hicimos”.
Pero el esfuerzo privado no es suficiente. “No veo apoyo del gobierno provincial al turismo. No hay una estrategia, ni fondos, ni acciones concretas. Podrían pensar en una logística para que el turista tenga descuentos al bajar del avión, potenciar zonas en distintas fechas... pero no lo están haciendo”.
Para él, la situación actual exige mirar el vino más allá de la botella: como territorio, como experiencia, como cultura. “El turismo genera ventas directas, pero también fideliza. Cuando alguien vive el vino, después lo busca”.
Exportar más, atraer mejor
Mientras la economía presiona para exportar y el turismo internacional no repunta, la vitivinicultura sigue siendo un motor. Pero no alcanza con la voluntad. “Argentina necesita exportar más. Y también necesita más turismo vitivinícola. Pero para eso hacen falta condiciones”. Expresa que esas condiciones hoy no están del todo dadas “si no somos competitivos en precio, es difícil salir a vender. Si seguimos siendo un país caro, es difícil atraer turistas”.
La identidad está. La calidad también. El Malbec, la cepa que se instaló en el mundo, sigue siendo una puerta de entrada al mundo. Lo que falta, “es que haya condiciones para que esa puerta no se cierre”, concluye Martín.