Ecológicos y más baratos: vuelven los pañales de tela

Hay cada vez más mamás y papás que eligen este producto reutilizable y lavable. Estiman que en toda la etapa pañalera un bebé necesita como máximo 10. Cuestan de $ 300 a $ 600.

Quienes se animaron al cambio no sólo destacan el ahorro de dinero que al final de la cuenta han logrado por usarlos. Aseguran que, además de garantizar un mayor confort a sus bebés, el retorno de los pañales de tela les ha resultado más eficiente en comparación con los descartables.

De hecho, algunas mamás y papás destacan inclusive un beneficio extra al evitar los descartables: dicen que gracias a esta versión contemporánea de los antiguos chiripás, han podido ser más fieles al concepto de cuidado del medio ambiente.

Lo cierto es que por uno u otro motivo -o todos al mismo tiempo- la tendencia de retornar a las piezas lavables y reutilizables para proteger la colita de los más pequeños es una realidad en Mendoza y el país.

En las páginas web y sitios de Facebook donde su uso es promocionado, el abanico de opciones a elegir es amplio. Los hay en todos los colores y diseños imaginables, y tienen un solo talle que sirve desde el nacimiento hasta después de los 2 años.

Además, son confeccionados en telas orgánicas -es una opción- para evitar reacciones alérgicas y conservar la higiene de manera adecuada. Los encargos y envíos se realizan desde todos los rincones, incluyendo Mendoza.

Una pieza consta de dos partes: un paño de tela absorbente y un cobertor impermeable. Ambos se pueden meter en el lavarropas y se secan al sol, de acuerdo a las indicaciones de los diferentes sitios web donde se promociona su utilización.

La tecnología aplicada a la industria textil también ha sumado su aporte para que el pañal descartable comience a perder adeptos, aunque aún de manera tímida. Es que el hecho de que las piezas se confeccionen con telas respirables (a diferencia de la típica bombacha de goma de los ‘80) es otro punto a favor de la nueva tendencia.

“La mayoría son fabricados con telas naturales, de algodón orgánico, bambú o cáñamo. En todos los casos los materiales son lavables, se higienizan en el lavarropas y duran toda la vida pañalera del bebé”, explica Analía Ortiz (33), una mendocina que comenzó con un emprendimiento para hacer llegar a la provincia los pañales de tela que son fabricados en Buenos Aires, Córdoba y Chile, y revenderlos.

Según comenta la dueña de “Gualu”, en una primera instancia ella comenzó a utilizarlos con sus hijos y como vio que los resultados eran más que buenos, empezó a recomendarlos. Ahora, asegura, la demanda para comprar el producto ha ido en aumento.

“Las propias mamás y papás empezaron a pedirme que trajera. Cuando notan que además cuidan mejor la salud de su bebé, porque los descartables tiene algunos químicos, deciden no volver a usarlos”, asegura Ortiz, que toma pedidos de la provincia y de todo el país a través de las redes sociales.

Las reuniones con mamás para mostrar las diferencias de este pañal reutilizable, sacar dudas y brindar recomendaciones (al modo de las reuniones de “táper”) es otra estrategia para fomentar su uso. “Una vez que se sacan las dudas, la mayoría elige cambiarse a los de tela”, cuenta la emprendedora.

Desde el emprendimiento “Mamá natural, pañales ecológicos” también afirman que los pedidos en nuestra provincia aumentaron desde hace dos meses, aunque “por ahora es un grupo de unas pocas mamás” las que lo han adoptado, según detallan.

Ahorro y salud

Se estima que a lo largo de los 2 primeros años de vida, un bebé usará entre 15 y 20 pañales de tela como máximo, mientras que los desechables sumarán entre 5 mil a 6 mil pañales. El costo de cada pieza relavable ronda entre 300 y 600 pesos, dependiendo de su calidad y tipos de telas, y los accesorios empleados en su fabricación.

Bárbara Tagliabue (32) es la creadora del blog “Mamadera de Teta”. En el sitio web, además de promover el parto respetado, el porteo y el colecho -entre otros aspectos-, ella es una de las mamás que pregona el uso del pañal de tela.

Cuenta que empezó a investigar sobre el tema cuando su primera bebé tenía 1 año. “Si bien al principio me  daba un poco de temor que no resultara, una vez que los probé con mi primera hija descubrí que son mucho mejores”, subraya esta mamá y detalla que cuando nació su segunda hija, continuó con la misma modalidad.

“Desde que empecé a usarlos nunca se pasparon. Además, los olores son distintos”, diferencia Tagliabue y detalla que no ha tenido mayores inconvenientes al tener que darles -después de que son usados- una primera lavada  con agua para “barrer” la suciedad y luego continuar la higiene en el lavarropas.

“En mi caso he necesitado diez cubiertas para mis dos hijas. Si voy de visita a algún lugar, los llevo sin problemas. Hicimos el reemplazo por ahorro de dinero y también para cuidar el medio ambiente”, reflexiona.

Tips de cuidado, rutinas de lavado eficiente como así también consejos sobre cómo pasarse de manera gradual a la nueva modalidad y explicaciones acerca de  las variedades de telas, diseños y formas  de ajustarlos de manera adecuada al cuerpo del/la bebé, son algunos de los contenidos que se difunden en las páginas de todo el mundo que fomentan el uso de los “revividos” pañales de tela. Incluso se citan guías para los principiantes que decidan sumarse a la tendencia.

Conciencia verde

Los impulsores del pañal de tela dicen que uno desechable puede tardar un mínimo de 300 años en degradarse en el medio ambiente. Y que se calcula que un bebé que utiliza al menos 6 por día, a lo largo de sus primeros 30 meses de vida, requiere de al menos 5.400 pañales.

Eso equivale a 1 tonelada de este tipo de residuos por cada niño; es decir, unas 900 mil toneladas anuales, según estima el sitio web “Bebés y más”.

Entre los componentes de los pañales descartables figuran la celulosa -se estima que se requiere de 5 árboles para fabricar los pañales que necesita cada niño- y derivados del petróleo, como el polipropileno, el polietileno, los elásticos, los adhesivos y el plástico.

Las sustancias orgánicas que despiden luego de su disposición final es otro aspecto cuestionado, ya que tanto la materia fecal como la orina generan potenciales focos infecciosos.

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