Don Domingo y Don José - Por Juan Marcelo Calabria

Don Domingo y Don José - Por Juan Marcelo Calabria
Don Domingo y Don José - Por Juan Marcelo Calabria

A mediados de 1845, Domingo Faustino Sarmiento, por entonces exiliado en Chile, periodista de los diarios El Mercurio, El Nacional y El Progreso, es designado por el gobierno de dicho país para realizar un viaje "para estudio y conocimiento de los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos".

Por esos días, Juan Gregorio de Las Heras, amigo de Domingo y guerrero destacado de la independencia residente también, en el vecino país, le entrega una carta dirigida a San Martín, fechada en Santiago el 18/10/1845 exponiendo: "Debe poner la presente en manos de Ud. el señor Don Domingo F. Sarmiento, compatriota nuestro, a quien el torrente de las desgracias de nuestra patria precipitó hace algún tiempo a este lado de los Andes; aquí se ha ocupado de literatura y de perfeccionar el sistema educativo, y con este objeto y el de obtener mayores conocimientos para ello, se dirige a ese país residencia de Ud."

En la misma misiva, el compañero de armas del Ejército de Los Andes recomendaba al anciano libertador: "El señor Sarmiento, patriota ilustrado, y que por su poca edad no pudo conocer a Ud. en la época de sus grandes hechos, desea ardientemente acercarse a Ud. como a uno de los pocos monumentos vivos que nos quedan de nuestra historia".

Domingo pasaba de los 35 años y en 1841 había hecho justicia al veterano general americano con dos célebres escritos en la prensa chilena sobre la Batalla de Chacabuco y el relato de los 18 días de la campaña de Cancha Rayada a Maipú; ensayos con los que había logrado magnetizar los ánimos de la opinión pública "trayendo a la memoria hechos gloriosos de la historia de la independencia y su protagonista". Incluso estos escritos fueron los que impulsaron al Congreso de Chile a reparar el olvido en que había caído el Libertador José de San Martín restableciéndolo en el escalafón como Capitán General e impulsado a partir de ese momento una serie de homenajes y recuerdos que culminarían con la inauguración de su estatua ecuestre años después en Santiago.

San Martín, enterado de estos alegatos escritos por el sanjuanino, por recomendación de varios de sus amigos en Chile aceptaba gustoso recibir a su joven compatriota. En palabras del propio Sarmiento el encuentro fue de los más afable: "Al presentarme, pues, en Grand - Bourg, residencia de San Martín cerca de Fontainebleau, contaba de antemano con una cordial recepción, pues estaba informado por sus amigos de Chile de la buena parque que me cabía en su rehabilitación.

Nuestro don Gregorio Gómez, el general Las Heras y otros restos del mundo antiguo, me habían recomendado con amor, con interés, y el general Blanco díjole tan buenas cosas mí, que me recibió el anciano sin aquella reserva que ponía de ordinario para con los americanos en sus palabras cuando se trataba de América. Había en el corazón de este hombre una llaga profunda que ocultaba a las miradas extrañas, pero que no escapaba a las de los que la escrudiñaban. ¡Tanta gloria y tanto olvido!, ¡tan grandes hechos y silencio profundo! Había esperado sin murmurar cerca de treinta años la justicia de aquella posteridad a quien apelaba en sus últimos momentos".

Domingo se jactaba de ser muy hábil para lograr obtener del entrevistado toda la información que deseaba, perspicaz periodista relata que uno de los días en que visitó al Libertador, un retrato de Bolívar, por caso, colgado en su habitación, le permitió recordar su acción en la guerra de la independencia de América e incluso los pormenores de la entrevista de Guayaquil: "…   entonces, animándose la conversación, lo he visto transfigurarse y desaparecer a mi vista el campagnard de Grand - Bourg y evocárseme el general joven, que asoma sobre las cúspides de Los Andes, paseando sus miradas inquisitivas sobre el nuevo horizonte abierto a su gloria. Sus ojos pequeños y nublados ya por la vejez, se abrían por momentos, mostrándose aquellos ojos dominantes, luminosos, de que hablan todos los que lo conocieron;…   entonces la reducida habitación en que estábamos, se había dilatado, convirtiéndose en país, en nación; los españoles estaban allá, el cuartel general aquí, tal ciudad acullá, tal hacienda testigo de una escena, mostraba sus galpones, sus caseríos y arboledas en derredor de nosotros…  ".

Aquellas charlas entre Don Domingo y Don José, darán por resultado el "Discurso de recepción en el Instituto Histórico de Francia sobre San Martín y Bolívar" presentado por Sarmiento en París el 01/07/1847; asimismo años después escribirá varios apuntes biográficos sobre el Libertador: "El General Don José de San Martín" en Almanaque Pintoresco e instructivo, Santiago, imprenta Belín, 1852; "Biografía del General San Martín" en Galería de Hombres Célebres de Chile, Santiago 1854; "El General San Martín" Galería de Celebridades Argentinas, Buenos Aires, 27/08/1857, entre otros.

Con el recuerdo de aquellas entrevistas realizadas en París, el 28 de Mayo de 1880, el ex Presidente de la República Domingo F. Sarmiento pronunciaba uno de los discursos más emotivos con motivo de la repatriación de los restos del Libertador de América José Francisco de San Martín a nuestro país, expresando: "…   San Martín no es una gloria nuestra solamente. Reivindícanla  como propia cuatro Repúblicas americanas, sin bien sus restos mortales pertenecen al país que lo vio nacer, no obstante que su acción y la influencia de su alma se extendiesen sobre la mitad de este continente, como la fama de sus gloriosos hechos trascendió luego por toda la redondez del mundo, y su nombre llena una de las más bellas páginas de la historia moderna, cual es la aparición de los pueblos civilizados que poblaron el nuevo mundo descubierto por Colón".

Finalmente en aquel sublime y solemne acontecimiento Sarmiento terminaba su larga relación de la vida del Gran Capitán exhortando a los presentes con estas palabras: "Conciudadanos: A nombre de la presente generación, recibimos estas cenizas del hombre ilustre, como expresión que la historia nos impone de los errores de la que nos precedió. En el teatro y en la agitada escena estamos hoy nosotros, con las mismas pasiones…   que otra generación que en pos de nosotros venga, no se reúna un día en este mismo muelle a recibir los restos de los profetas, de los salvadores que nos fueron preparados por el Genio de la Patria, y habremos enviado al ostracismo, al destierro, al desaliento y a la desesperación. Conduzcamos, señores, este depósito (restos) al lugar que la gratitud pública le tiene preparado".

Uno de los postreros homenajes más sentidos que recibió uno de los Padres de la Patria, nada menos que por parte del Maestro de América: Domingo Faustino Sarmiento.

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