Era la tarde que todos esperaban, pero esta vez había algo distinto: Daniel “el Gato” Oldrá no estaría en el banco del equipo de sus amores sino en el de Instituto de Córdoba. El club que lo vio nacer, crecer y encumbrarse en el mundo del fútbol lo recibía de otra manera, no como DT ni como formador, pero con la misma gratitud de siempre. Y con una emoción difícil de poner en palabras.
Porque hablar del Gato es hablar de la historia viva de Godoy Cruz. De ese exjugador que se volvió leyenda, no por levantar trofeos personales, sino por edificar con paciencia, trabajo silencioso y un amor genuino por el club, cada rincón de lo que hoy es la institución.
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Godoy Cruz vs Instituto de Córdoba
Ramiro Gómez
Estuvo en las formativas por décadas. Sem bró valores, identidad, pertenencia. Fue arquitecto y sostén de un club que lleva 16 años consecutivos en Primera División, y que se convirtió en pionero para el fútbol mendocino, siendo el primero en disputar copas internacionales como la Sudamericana y la Libertadores.
Y en todos esos procesos, ahí estuvo el Gato. Siempre
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Todos los jugadores del Tomba se acercaron a saludar a su viejo entrenador. El Gato se mostró más que feliz además de conmovido.
Ramiro Gómez
Fue el que construyó una cultura de club que va más allá de los resultados. El que supo mirar más allá de un partido, de una tabla, de una urgencia. Prefirió el trabajo silencioso, el bajo perfil, y aun así (o tal vez por eso) fue el elegido cada vez que el equipo más lo necesitó.
Cada vez que se iba un entrenador, por renuncia o por decisión dirigencial, ahí estaba Oldrá. El bombero silencioso, el que llegaba para apagar incendios, reconstruir equipos, devolver la calma y sostener lo que parecía derrumbarse. Sin hacer ruido. Con compromiso. Con amor.
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Daniel Oldrá fue homenajeado por la dirigencia tombina y una hinchada que volvió a corear: "Olé, Olé, Oléee, Gatooo, Gatooo....!
Ramiro Gómez
Ese hombre de mirada tierna y andar tranquilo, que hasta dudó de su propio rol de entrenador porque sentía que su lugar estaba en otro lado, en lo formativo, en lo esencial. Pero que cuando se puso el buzo de DT, lo hizo con toda la capacidad que lo caracteriza.
En uno de los momentos más difíciles del club, se hizo cargo de la Primera. Armó un equipo de trabajo con otros históricos y llevó al Tomba bien alto en la Liga Profesional. Instaló respeto, jerarquía y temple. Y lo hizo sin vender humo, sin hacer del personaje su estrategia.
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Godoy Cruz vs Instituto de Córdoba
Ramiro Gómez
En las conferencias de prensa, el Gato no disfraza el fútbol, lo dice como es. Habla poco, pero lo justo. Acepta errores sin excusas y reparte virtudes entre sus dirigidos, nunca para sí. Porque sabe, porque entiende, porque es fútbol en estado puro, y porque no necesita demostrar nada.
Es una alma tombina, profunda, que no oculta sus sentimientos, pero que a veces los deja escapar en forma de lágrimas. Un tipo sensible, de los que ya no abundan, que aportó mucho más que experiencia y jugadores al club, aportó valores, corazón y pertenencia.
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Godoy Cruz vs Instituto de Córdoba
Ramiro Gómez
Y volvió. Pisó el renovado Gambarte. No como DT del Tomba, pero sí como parte de su historia imborrable. Y cuando lo hizo, la ovación fue total. Los aplausos no se midieron por el resultado del partido. Se midieron por lo que representa. Por todo lo que dio. Por todo lo que sigue siendo.
Este domingo a, las distinciones y los homenajes no alcanzaron. Porque cómo se le rinde homenaje a alguien que no se fue nunca.
El Gato volvió a su casa. Y el Gambarte se llenó de emoción.
Salud, Gato Oldrá.