26 de octubre de 2025 - 01:27

Poesía y mujeres con cuarto propio

La reciente Feria del Libro de Mendoza mostró el impacto que sigue teniendo la poesía, sobre todo con manifestaciones como el Festival Internacional de Poesía y la publicación del colectivo Write Like a Girl.

Entre las muchas impresiones positivas que me dejó la Feria del Libro realizada en Mendoza recientemente, una de las que más impactó tiene que ver con la poesía. Es cierto que Mendoza ha sido y es "tierra de poetas"; sin embargo, ver la cantidad de jóvenes (algunos casi adolescentes) que asistieron a la inauguración del Festival Internacional de Poesía, realizado en el marco de la Feria, no puede menos de augurar un futuro promisorio.

No sé si todos (seguramente no) eran poetas o aspirantes de poetas; quizás varios asistieron por mera curiosidad, pero lo que sí puedo asegurar es que participaron con entusiasmo en momentos de auténtica magia, cuando la poesía fue reina y señora de una de las salas más grandes del Espacio Cultural Le Par (la Vilma Rúpolo), en repuesta a la invitación formulada por el organizador del Festival: Fernando G. Toledo.

FESTIVAL DE POESÍA MENDOZA 2025 día 1
Primera jornada del Festival Internacional de Poesía de Mendoza, que dirige Fernando G. Toledo, en la Feria del Libro 2025.

Primera jornada del Festival Internacional de Poesía de Mendoza, que dirige Fernando G. Toledo, en la Feria del Libro 2025.

Otro hecho destacable fue la presentación de varios libros de poesía, entre los que quiero resaltar ar especialmente la escritura polifónica de El nombre que una niña ha dado a cada cosa, obra del colectivo Write Like a Girl, integrado por Noelia Agüero, Leticia Brondo, Constanza Correa Lust, Marinés Scelta y Victoria Urquiza, que aúna prosa poética y verso (libre por supuesto) en una cuidada presentación.

El poemario fue editado por la editorial mendocina Leo Libros y representa una interesante propuesta de escritura colectiva, en la que "nunca se sabe quién pensó, materializó y editó cada fragmento", tal como destaca Julieta Gitto en el "Prólogo". El poemario se singulariza además por su unidad temática que tiene un único referente, a pesar de desplegarse en una serie de sugerentes títulos: Una fachada esconde un mundo entero; Será que puede abrir sus ojos y escuchar; El fuego estático del centro; Cómo se sobrevive sin piedras; ¿Qué hacer con los movimientos inútiles del sol?; Un embudo de la noche deja huir lo que debe ser abandonado; Estirarse las piernas para descansar en la propia habitación y Fetiche centrífugo del tiempo.

El tema que se adivina a través de los títulos y se hace explícito a poco que se recorran las páginas es la casa: "mi casa / húmeda de ausencias / exuberante / casa vacía / extendida en la visión de la noche" (p. 20). Una casa que contiene el universo, "el principio de la vida y de la muerte" (p. 19). Porque —como bien recuerda Gastón Bachelard en su Poética del espacio— la casa "es realmente un cosmos. Un cosmos en toda la acepción del término (1986, p. 34). Es el lugar del arraigo primero y también, el que permite vivenciar el fluir temporal: las "mudanzas del tiempo" analogadas a los sucesivos traslados que nos alejan irremisiblemente de la casa perfecta de la infancia.

Pero a pesar de todas las pérdidas, "la casa es el albergue de lo roto / la memoria / la historia de tu cuerpo en el mundo / un flujo constante para mantenerte / a flote" (p. 64). Esa memoria se nutre de la repetición de gestos cotidianos de las distintas mujeres que se suceden en el habitar y transformar una casa, volviéndola hogar: abuela, madre, hija… La casa se funde así con la persona de quien la habita, casa y mujer se aúnan en la idea de matriz, de lo germinal: "la casa lloraba conmigo / se deshacía / líquida me rodeaba / para que comprendiera / la gravidez que me habita" (p. 85). En ese poder convocante de imágenes que la casa inviste desde tiempos inmemoriales viven y evolucionan los sentimientos de este conjunto de mujeres, poetas, mendocinas, que conjugan en una voz única y singular (por lo unitaria y lo original) sus vivencias, de arraigo y de desarraigo, de cobijo y de desamparo, con lo que dan una vuelta de tuerca al tópico consagrado, porque para ellas "La casa puede no ser un lugar seguro", como declara paladinamente el epílogo.

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