20 de diciembre de 2025 - 00:25

Crimen, negligencia y muerte: el enigma del cementerio de Luján de Cuyo

Un crimen rodeado de alcohol, silencios y versiones contradictorias que dejó más preguntas que respuestas.

Esta es una de las historias funerarias que, a través de viejas crónicas periodísticas, permiten asomarse a muertes rodeadas de silencio, sospecha y negligencia. A fines del siglo XIX, un entierro en el Cementerio de Luján de Cuyo ocultó un posible crimen y dejó abiertas preguntas que la justicia nunca terminó de responder.

Crímenes y diarios: el pasado bajo la lupa

Suele afirmarse que en otros tiempos los crímenes eran menos frecuentes. Sin embargo, basta revisar la prensa de época para desmentir esa idea. El 29 de junio de 1899, el Diario Los Andes informaba sobre una investigación en curso por una muerte que, desde el inicio, despertó serias dudas.

Una pulpería en el Carrizal

Según la crónica del Diario Los Andes, el 26 de marzo de 1899 varios hombres bebían en una pulpería del Carrizal, en Luján de Cuyo. Entre ellos se encontraban el dueño del local, Sandalio Márquez, y José Luis Gatica. El alcohol encendió los ánimos y derivó en una violenta discusión. El periódico relataba que:

parece que los vapores alcohólicos dominaron a estos últimos, hasta el grado de empeñarse en una acalorada discusión, a raíz de la cual, Márquez se apoderó de una jaula de alambre y aplicó unos golpes a su contrincante (…)”.

El disparo que nadie quiso ver

La crónica continúa señalando que Gatica salió a la calle, pero que Márquez volvió armado. En palabras del Diario Los Andes:

Gatica se retiró y salió a la calle, en tanto que su agresor penetra en el interior de la casa y volvía instantes después armado con una escopeta, con la cual hizo un tiro a cierta distancia sobre Gatica”.

A pesar del disparo, el herido no manifestó dolor inmediato ni dio señales claras de haber sido alcanzado. Se dirigió a la casa de un vecino y, poco después, regresó a la vivienda de Márquez.

Una enfermedad inexplicable

Siempre según el Diario Los Andes, Gatica “manifestó que se encontraba enfermo” y fue alojado en la casa de su agresor, donde “le dieron cama y lo atendieron, al parecer, solicitadamente”. Durante los días siguientes fue trasladado entre distintas viviendas, hasta llegar el 15 de abril al hogar de su tío político. Dos días más tarde, murió.

Silencios, omisiones y una falsa autopsia

El periódico subrayaba el misterio que rodeó el caso. Así lo expresaba el Diario Los Andes:

el misterio que encierra este suceso, consiste en que el extinto se ha negado de manifestar la verdadera causa de su enfermedad (…) declarando que sólo estaba atacado de fiebre y que sentía agudos dolores en el vientre”.

Durante los 23 días entre la supuesta herida y la muerte, Gatica no recibió atención médica directa. El diario agregaba que solo se le suministraron medicamentos “recetados por referencias, por el farmacéutico de Luján”, sin resultados.

El entierro y la sospecha final

La víctima fue sepultada al día siguiente en el Cementerio de Luján. Nadie examinó el cuerpo para confirmar la causa real del fallecimiento. En lugar de una autopsia, se solicitó al farmacéutico un análisis de orina. Además, durante la agonía nunca se le cambió la ropa, un detalle que reforzó la sospecha de que se ocultaba una herida.

Doce cajas de sardinas

La familia intentó cerrar el caso alegando que Gatica había muerto por un empacho, asegurando que la noche anterior había ingerido doce cajas de sardinas. Sin embargo, días después, un hermano del fallecido presentó la denuncia. Recién entonces comenzaron las investigaciones, demasiado tarde para despejar por completo el enigma.

Así, entre un disparo negado, un cuerpo no examinado y un entierro apresurado, el caso quedó como una de esas historias funerarias donde la verdad parece haber sido enterrada junto al muerto.

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