Días pasados fue interpelado el jefe de gabinete, Guillermo Francos, por los vínculos presuntos del presidente con los que orquestaron la cripto estafa. El que esto escribe no se va a detener en algunos de los dichos del jefe de gabinete enrostrando a la bancada K que no interpelaban cuando se producían los escándalos de corrupción de ese período y en recordar que el jefe de gabinete parecía estar muy cómodo sus cuatro años de presidente del Banco Provincia con el gobernador Scioli y otros cuatro años con el presidente Alberto Fernández, como representante en Washington en el BID.
Sí preocupa que en treinta años no hubo interpelaciones, salvo la concurrencia puntual del jefe de gabinete de Macri a dar los informes mensuales al Congreso y escandaliza que el argumento de la bancada oficialista sea ese, como no hubo interpelaciones no debemos interpelar.
Un ministro que no está dispuesto a ir al Congreso a dar cuentas no debe ser ministro. El Congreso detenta la representación popular, el ministro es un empleado de la presidencia ya que el poder ejecutivo es unipersonal.
El ministro de Justicia y el de Economía están eludiendo concurrir. Hay muchas respuestas que debe dar el ministro de Justicia cuyos vínculos con la asociación ilícita con sede en Comodoro Py son harto conocidos, como sus esfuerzos para despedir a funcionarios y derogar normas que sirven para combatir la corrupción.
En nuestro país era normal. salvo algunos períodos, que los ministros fueran al Congreso. Tampoco se veían a diputados y senadores nacionales haciendo antesalas en los despachos ministeriales. El ámbito natural era el recinto de las Cámaras y si había algún tema en particular que requería confidencialidad, generalmente el ministro visitaba al legislador o se reunían en un lugar neutral, era una de las comodidades que daban los antiguos clubes sociales, ofrecer un sitio para esos encuentros.
Hubo interpelaciones famosas. También una irrupción en el Congreso notable: Sarmiento ha decidido renunciar al ministerio del Interior al que fuera designado por Nicolás Avellaneda y va al Senado a decir sus motivos en un discurso que paso a la historia con su inicio: “vengo con el puño lleno de verdades”, no fue interpelado y al haber renunciado no tenía derecho a hablar en el recinto, pero era Sarmiento y eran Senadores….
La defensa de Joaquín V. González de los pactos de mayo fue otro hito, se trataba de asegurar la paz con Chile en un contexto en el que Pellegrini había roto con Roca y se temía su oposición. Es que en esos Congresos no había mayoría regimentadas ni empleados de los gobernadores, un discurso podía volcar la votación. Pellegrini opositor no tuvo ningún empacho en una breve intervención en apoyar al ministro.
Indalecio Gómez paso varias sesiones promoviendo el apoyo a las reformas electorales que conocemos como la Ley Sáenz Peña.
Hubo períodos donde se perdió esa práctica institucional. Durante los gobiernos de Yrigoyen no hubo interpelaciones, salvo la del ministro de Agricultura Salaverry que concurrió a pesar de la negativa de Yrigoyen. Yrigoyen tuvo respeto por el poder judicial y la libertad de prensa, pero no por el poder legislativo.
En los gobiernos del general Perón no hubo interpelaciones, tenía la unanimidad del senado y en 1952 hizo una reforma para bajar las bancas de la oposición de cuarenta y siete a sólo diez.
Es lamentable que diputados de la bancada oficialista argumenten que como antes no se interpelaba ahora tampoco hay que hacerlo. Pero este gobierno no solo evita la concurrencia al Congreso de sus funcionarios, sino que también va desconociendo los mecanismos para que los ciudadanos accedan a la información pública y solo se reúne con seudo periodistas que nada más hacen preguntas amigables.
Hubo gobiernos con amplias mayorías parlamentarias que no evitaban las interpelaciones. En el debate de las carnes, Lisandro de la Torre integraba un bloque unipersonal y el oficialismo de la Concordancia tenía una mayoría abrumadora en el Senado. Sin embargo, tanto Federico Pinedo como el ministro de agricultura Alberto Duhau, afrontaron el debate.
Pinedo tenía tal respeto por el Congreso que no hacía falta interpelarlo. Se enteraba que se trataba algún tema de su cartera y concurría a ponerse a disposición de los legisladores. Cuando asume por tercera vez el ministerio de Economía en 1962 le advierte al presidente Guido que no será un ministro de un gobierno sin Congreso, por eso renuncia cuando lo cierran. En 1963 normalizadas las instituciones, pide ser recibido para informar sobre su actuación en esas semanas.
En el gobierno de Frondizi, en 1961, en el senado solo había tres opositores, Alfredo Palacios socialista, Adolfo Vicchi demócrata y el radical Losada. Sin embargo, el ministro Vítolo concurrió a ser interpelado por Palacios. También Álvaro Alsogaray no eludió nunca una interpelación cuando fue ministro de Arturo Frondizi como tampoco Domingo Cavallo.
Con sus luces y sombras eran otras personalidades.
* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.