El gobierno está demostrando signos de torpeza política demasiados continuados en lo que va de este su segundo año. Davos, el libragate, la Hidrovía, Lijo, el Congreso convertido en un caos por peleas entre diputados libertarios, extrañas valijas en el aeroparque, censuras insólitas de Santiago Caputo en una entrevista televisiva a Milei o amenazando públicamente al diputado Manes. Una tormenta torrencial de lluvia "política", por ahora cubierta con el paraguas "económico" que hace que el gobierno siga siendo, para la opinión pública mayoritaria, invulnerable a todos esos escandaletes. Pero con paraguas o sin él, cuando el aguacero es muy grande, te moja igual, aunque sea en parte. Y el paraguas se termina por romper. Además, son tormentas autoinvocadas porque no las provocan ninguno de los sectores opositores, sino ellos mismos, los de la anticasta.
Vale decir, los que se suponen representan la nueva política, están repitiendo errores ya cometidos por los de la vieja política, porque los están copiando en vez de superarlos. O a veces los están superando, pero en torpeza.
Sin embargo, todo esto que se observa en la superficie, no nos debe impedir ver algo más profundo y más preocupante. Porque las torpezas cometidas por un grupo de inexpertos recién llegados a las ligas mayores de la política, se podrían solucionar con ganas de aprender y mejorar. Pero lo que en verdad les está faltando es algo más esencial: intentos auténticos de diferenciación con respecto a la casta política que supuestamente esta gente vino a reemplazar. No sólo en las palabras, sino fundamentalmente en los hechos. No se ven hechos distintos en el sentido de mejora de la calidad política. Nada más que su ideología es diferente, aunque tampoco es nueva, solo que siempre -aquí y en todo el mundo- fue minoritaria y hoy está en el poder. El liberalismo es un pensamiento político universal pero el anarcolibertarismo es, por derecha, lo que el trotskismo es por izquierda. Los "anarcos" creen que hay que terminar con el Estado y darle todas (¡todas!) sus tareas al mercado, por lo que Milei (lo dijo él, no nosotros) se declaró un infiltrado en el Estado nacional para ir destruyéndolo desde dentro. Una tontería tan grande como la idea "trotska" de la revolución permanente. Ninguna persona normal puede vivir queriendo cambiar todo todos los días, pero tampoco ninguna persona normal puede vivir sin Estado porque se volvería a la situación de barbarie, vale decir a la pelea de todos contra todos, a la idea hobbesiana del hombre como lobo del hombre. Mientras esas ideas las defiendan sectas pequeñas no hay problemas porque no tienen acceso al poder, pero si las quieren llevar a la práctica los que gobiernan, además de imposibles son peligrosas. Ejemplo actualísimo: en el imaginario de Milei, una moneda privada sería mejor que una moneda estatal y por eso siempre le gustaron las criptomonedas, entendiéndolas él como privatización del sistema monetario. Vean nomás el escándalo que armó partiendo de esa concepción imposible. Sin embargo, ese es un error estrafalario, diríamos novedoso, de un hombre que si bien ha aprendido mucho del manejo del poder en este año, todavía en algunos aspectos sigue ideologizado. Pero de lo que más debería preocuparse no son de los errores "ideológicos", sino de los que ya cometieron otros gobiernos y él está reiterando. No son sus delirios teóricos, sino sus prácticas erróneas, generalmente non sanctas, las que lo acercan a la casta que tanto dice odiar.
Hoy por hoy, su principal error es el enconado empeño de acabar con Macri y con su organización partidaria para quedarse él con todo el macrismo. La foto ridícula presidida por Karina Milei donde Javier Milei aparece en un costado junto a dos de sus nuevas adquisiciones macristas, Ritondo y Santilli, es su expresión gráfica. El acoso y ataque permanente de los huestes de Karina a la Capital como si fuera el Álamo de Davy Crockett o la Troya de la antigüedad, es su expresión concreta. Como si el hombre que más hizo para que Milei llegara al poder, fuera su enemigo político principal, incluso más que el kirchnerismo. Porque con Cristina el gobierno compite, pero a Macri busca exterminarlo.
Copia casi textual de lo que Néstor Kirchner hizo con Eduardo Duhalde. Lo que ya en ese entonces fue innecesario, inútil, porque Duhalde jamás intentó en los dos años antes de la pelea provocada por los K, el menor conato contra el presidente que él eligió y llevó al poder. Más bien los Kirchner lo provocaron a él para obligarlo a romper y librar una elección perdida de antemano porque en ese entonces el partido y el gobierno ya eran de Néstor que no sólo había recompuesto totalmente bajo su liderazgo la autoridad política que Duhalde recompuso en parte y también había continuado la política económica que recompuso casi toda Duhalde, sino que, por si fuera poco, el peronismo siempre abandona al jefe viejo cuando encuentra uno nuevo. Y este era exactamente el caso. Pero igual exterminó a un hombre al que le debía todo, que tenía mucha experiencia, pero que no tenía votos, o sea que no era un peligro. Fue una demostración de poder prepotente. Un maquiavelismo de manual mal aplicado, por el cual se supone siempre se debe destruir al antecesor por las dudas que intente volver.
Hoy lo mismo, y quizá aún peor, están haciendo los hermanos Milei con Macri y con la Capital, actuando Javier de policía bueno y Karina de policía mala. Cuando es del todo ridículo no hacer lo único que habría que hacer: ayudarle a ganar las elecciones legislativas a los Macri en Capital y que el PRO los ayude a ganar la provincia de Buenos Aires.
Esa pelea, justo en un momento en que muchos gobernadores peronistas están cuestionando el liderazgo de Cristina, puede provocar la reunificación del peronismo teniendo como objetivo la Capital que con tanta división como hay, se puede ganar. Los peronistas empezaron nuevamente a oler sangre y ver posibilidades de triunfos parciales antes de lo esperado. Aún si unidos el PRO y LLA perdieran en Buenos Aires, si pierden peleados, todos dirán que fue por la división. Y si por dividirse en Capital les pasa por el medio el buen candidato que tiene el peronismo en ese distrito, las cosas serán aún peores. Riesgos innecesarios porque Macri jamás en dos años boicoteó a Milei ni buscó construirle un poder alternativo, más bien hizo lo contrario aún sin estar convencido de todo lo que está haciendo el gobierno nacional. Y con una diferencia sustancial en relación al conflicto Duhalde-Kirchner. Desde que asumió la presidencia, Kirchner demostró ser superior políticamente a Duhalde (al menos al Duhalde en esa etapa de su vida política) y entonces lo podía dejar vivir o matar, que a los efectos prácticos lo mismo daba. Pero Macri sigue siendo políticamente superior a Milei, muy superior, por lo cual desprenderse de ese activo que no sólo lo hizo ganar y lo ayudó a gobernar hasta ahora, sino que le puede ser fundamental para controlar sus errores en lo que le falta para gobernar, es mucho peor que lo de Kirchner. Además, la intención de voto de Macri es nula en relación a la de Milei y es muy difícil que esto cambie. Ni por allí hay peligro. Y creer que dividiendo al PRO para quedarse con la gente de ese partido le servirá de algo, es falso, porque la mayoría se pasarán por arribismo sin arrastrar un voto. El activo para Milei, si quisiera mejorar en el aprendizaje de gobernar, es Mauricio Macri, no el macrismo.
Grave por donde se lo mire. Porque si Kirchner ya no necesitaba a Duhalde, Milei sigue necesitando a Macri para que le aporte la dosis de cordura y experiencia que casi no existe entre los libertarios. Cordura que también le aporta toda esa oposición dialoguista a la que Milei en el fondo desprecia y si la quiere es solamente para dividirla, usarla y tirarla, en pos de su utopía política: el unicato imperial.
El querer exterminar a Macri a toda costa es lo que los ha llevado a este cierre en Capital, totalmente atomizado entre posibles aliados. Con lo cual podría pensarse que los Milei no desean tanto ganarle una elección a los Macri en Capital, sino hacer todo lo posible para que estos pierdan, aunque gane el peronismo, tras el supuesto doblete, primero de acabar con Macri, y segundo esperando que así pueda la LLA ganar los comicios cuando en 2027 se deba elegir jefe de gobierno. Especulaciones de lo peor de la vieja política. O quizá de la política de siempre, con lo cual se confirmaría que la nueva política que Milei dice representar nunca existió ni existirá.
No debería olvidarse Milei que el peronismo es como el protagonista de la película "Highlander, el inmortal", siempre renace aún de las cenizas. Y Milei tiene una oposición muy razonable que unidos son mayoría, y si se la trata bien lo puede ayudar mucho como se demostró con la aprobación del DNU (y antes con la ley bases y un montón de cosas más) Pero si la continúa dividiendo cooptando a su gente en pos de quedarse él solo con todo el poder, puede pasarle lo contrario, que se quede sin nada y que el peronismo se vuelva a quedar con todo. No es ciencia ficción, pasó más de una vez.
Antes de querer "afanarse" los cuadros políticos de sus aliados con las peores artes, Milei debería ver como controla a esa Armada Brancaleone que tiene en el Congreso, que desde hace un par de semanas no deja pavada por hacer, como en una comedia bufa, agarrándose a las patadas todos contra todos mientras la oposición dialoguista observa horrorizada y la oposición kirchnerista no para de desternillarse a carcajadas de tanto ridículo oficialista que ni siquiera necesitaron provocar.
Lo que demuestra la escasa calidad política de los representantes de la nueva política. Porque esos que se pelearon son representativos no sólo de sí mismos sino de una gran mayoría de improvisados que llegaron al poder colgados de la popularidad personalísima y hasta ahora intransferible de Javier Milei. Por eso es contra los suyos que Milei debería reaccionar en vez de hacerlo contra Macri que es más suyo que todos ellos, por lo que lo ayuda y también por lo que lo critica.
En fin, errores políticos que no hablan en absoluto de nueva política, aunque algunas caras sean nuevas. La mayoría innecesarios, la mayoría generando heridas auto infringidas, que el gobierno debería analizar profundamente porque están signando las características de su segundo año de gestión frente al primero que terminó positivo: exitoso en economía y más o menos neutro en política. Pero ahora que se puede complejizar lo económico porque vienen desafíos más complejos, en política los errores van a costar mucho más caros.
Y lo peor de todo, que es el mensaje que quiere dejar este artículo: cometiendo errores que ya se cometieron por la bendita o maldita casta, lo mismo da. Y la historia existe, no para imitarla, sino para aprender de ella. No obstante, en este momento el gobierno ha dejado de lado cualquier aprendizaje de la historia para repetirla en sus peores facetas. Es que los políticos nuevos podrán intentar ser todo lo distinto que se quiera de los políticos viejos en algunos asuntos de gestión, pero cuando se trata de cuestiones electorales todos los políticos se igualan en lo peor. Y no es entonces casual, que lo peor del gobierno de Milei, políticamente hablando, esté apareciendo con el inicio del año electoral.
* El autor es sociólogo y periodista. [email protected]
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