Esta semana Alfredo Cornejo volvió a insistir sobre la posibilidad de avanzar en un acuerdo electoral con La Libertad Avanza (LLA). Sus declaraciones resonaron como el intento de reflotar un diálogo nunca caído, pero tampoco formalizado, cuya dilación producto del paso de los días, inquieta más de la cuenta.
Un mes después de la Fiesta de la Vendimia, cuando las condiciones controladas preveían sellar la convivencia radical-liberal para este año, poco y nada se avanzó. Por el contrario, hay indicios de un enfriamiento que no está exento del desarrollo de la coyuntura que más que acercar, aleja; así como de la propia lógica electoral de disputa en otros distritos más relevantes como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
¿Quién es? Soy yo…
Es cierto que esta falta de certezas en algún punto tranquiliza al oficialismo provincial que observa la sucesión de pasos erróneos y fallidos que Javier Milei ha dado en el último tiempo, y de lo que certeramente, también empiezan a reflejar las encuestas que tomaron nota de una caída en la imagen positiva -en Mendoza y en el resto del país- del presidente.
Casi con tono de súplica, Cornejo intentó salvar el último tropezón libertario que se produjo días atrás cuando el Senado rechazó, categóricamente, los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para ocupar un sillón en la Corte Suprema.
Pidió dar marcha atrás antes del bochazo “porque no quiero que un gobierno que estoy apoyando quede en una situación incómoda”, dijo el gobernador, producto de una dura derrota que efectivamente sucedió.
La frase es en sí misma, todo un reflejo de la impotencia que carcome a Cornejo. Ofrece un acuerdo que los libertarios ni siquiera dan señales de considerar, les pide que eviten un revés parlamentario, y tampoco es escuchado. Teme, en el fondo, que si el poder presidencial se deteriora, se diluya aún más la chance de una alianza que puede ser exitosa pues aúna a quienes comparten el rumbo económico nacional. Pero ni aún así hay avances concretos.
Jamás te pude comprender
Paradojas al margen, o pequeña muestra gratis del poder de fuego del gobernador, ambos senadores nacionales de la UCR por Mendoza (Rodolfo Suárez y Mariana Juri) se sumaron a la “tormenta perfecta” que arremolinó a kirchneristas, macristas y radicales en el Congreso para bloquear el intento colonizador de Milei en la Corte y que, ante las serias objeciones, no dudó en designar por decreto.
Otro dolor de cabeza en la incipiente construcción que además de hacer aflorar los saludables límites institucionales de una República que se precie de tal, introduce ruidos políticos en la relación entre la Casa Rosada y Mendoza. Justamente, nada de lo que se necesita en esta circunstancia.
En todo caso, la advertencia previa y la votación posterior de los pliegos de la discordia parece dejar en claro otro elemento más en el intento de reflotar la negociación que el gobernador esbozó esta semana.
Cornejo insiste en demostrar (o en todo caso, en convencer) que un acuerdo electoral como el que podría suceder aquí es de conveniencia mutua para ambas partes. Un “win-win” que resultaría imposible de desestimar para nadie. El asunto es que los libertarios no advierten el mismo escenario, tal vez, todavía embriagados de una victoria cada vez más lejana y más urgente de revalidar el próximo 26 de octubre.
Olvida mi nombre, mi cara, mi casa
Los argumentos para el RCP que Cornejo utilizó ahora para resucitar un pacto todavía en veremos son variados. Entre otras maniobras, la de entender la ansiedad ciudadana por encauzar la economía. “Si todos los que apoyamos la orientación económica vamos en alianza, creo que le facilitamos las cosas al ciudadano que quiere apoyar el rumbo”, especuló el gobernador.
Pero también, que ese programa hasta ahora efectivo en el control del déficit fiscal (que ha permitido la baja de la inflación) es el que él mismo viene proponiendo desde 2015, casi como intentando anular a las opciones sucedáneas que pretenden ocupar ese lugar en la oferta política local.
Es allí donde hay un esfuerzo adicional por contrarrestar el margen de acción de quienes se auto perciben libertarios en Mendoza, pero a la vez, profundamente anti cornejistas. Un acuerdo como el que está en ciernes tendría el efecto de diluir -además- esa crítica local en pos de acompañar el cambio de modelo nacional.
En la línea de abundar los recursos argumentales, finalmente Cornejo -luego de las razones prácticas-, apeló también a la emotividad de la hora, al esfuerzo sostenido por generar un orden macroeconómico, sobrellevar el ajuste y devolverle previsibilidad al país. “Yo entiendo que ambos nos necesitamos…”, declaró casi como quien intenta un último gesto de seducción.
“Nos necesitamos no para ganar elecciones; nos necesitamos para sacar adelante el país, todos los que pensamos similar, no igual. Ellos creen que hay que demoler el Estado, nosotros creemos que hay que hacerlo más eficaz y eficiente”, consideró y dejó una puerta abierta si todos los esfuerzos finalmente fracasan y cada cual debe seguir su camino por separado. Sensatez y sentimientos que por ahora resultan insuficientes, o al menos no conforman a ambos posibles socios de necesidades insatisfechas.
En definitiva, empatía e identidad consecuente que permitan cerrar un vínculo demasiado difuso y dilatado para la obsesión cornejista que no deja de predicar sobre la “vocación de confluir” con los libertarios. Sin embargo, hasta ahora, nada.
Que tú para eso tienes experiencia
A semejanza de los desencuentros amorosos, el vínculo Milei-Cornejo está plagado de señales pero alejado de toda concreción. Tal vez la insistencia rinda frutos, o por el contrario, el contexto general o una palabra de más derive en hartazgo. Incluso la posibilidad de romper aquello que nunca jamás existió.
A contrarreloj del tiempo de las definiciones, la espera en el andén se hizo más larga que lo aconsejable y también es una opción que el tren parta sin algún pasajero. Fin de la novela. Expuestos todos los argumentos, la pericia es la última esperanza.
* El autor es periodista y profesor universitario.