11 de marzo de 2025 - 00:00

La utopía de la alianza estratégica

La política aparece reducida a las especulaciones electorales y al juego extorsivo del apoyo financiero para eventuales apoyos en el Congreso.

El mundo que conocimos hasta finalizar la segunda década del Siglo XXI está afrontando una serie de crisis nacionales y desafíos globales sin precedentes que operan sobre las tendencias motrices de nuestro tiempo.

Los procesos que muestra la globalización en esta década aceleran las crisis de los estados nación y de aquellos conceptos conexos: identidad nacional, soberanía, sociedad, lo que pareciera irreversible. Una consecuencia de ello, de gran importancia, es el reemplazo de la política por la economía reduciendo la atención del Estado a la producción, cadenas de valor y carga impositiva.

En primer lugar, la tendencia dominante es la aceleración tecnológica, que le imprime su impronta al futuro, actuando sobre el mercado, la concentración de la riqueza, la capacidad de destrucción y principalmente sobre el poder. Los mercados enfrentan cambios estructurales en los modos y los sistemas de producción, en sus cadenas de suministros y en las inversiones en nuevas infraestructuras, pero también en la guerra económica, ¿o debiera precisar bolichera?

Los desarrollos de nuevas capacidades bélicas, como los misiles hipersónicos, armas biológicas, ingeniería genética, nuevos tipos de drones con armas autónomas capaces de atacar blancos sin control humano, que dejan obsoletos los sistemas de defensa actuales. Cabe agregar que con la concertación de decisores políticos, aparentemente opuestos se conforma un sistema político global en el que el poder de gestionar dichos desarrollos es ejercido por agentes en un contexto decisión altamente concentrado de Estados y corporaciones de alta tecnología.

¿Cómo se manifiesta esto en la realidad global y también local? Los líderes mundiales han dejado de ser políticos: en los Estados Unidos Trump es más un CEO de una gran alianza político-corporativa y Putin un agente de la ex KGB al mando de Rusia; China, un ideólogo autoritario, pero dotado de un cada vez más sofisticado arsenal tecnológico.

Cuesta poder encontrar algún rasgo propio de los estrategas en este anticuado trio. Y no puedo dejar de preguntarme si el sueño de una “alianza estratégica” milei…narista o propia del reino de los cielos, es tan descabellada como las de aquellos.

Decía que la economía ha reemplazado la política, pero no toda la economía, solo la contable del déficit y la ganancia. No es posible encontrar algún propósito de “desarrollo económico” dominante en la pasada sociedad industrial. Ni el credo tecnológico que solo reconoce por dioses lo extractivo, lo digital y las inversiones externas que puede lucrar de las aplicaciones y de la propiedad intelectual globalizada, supone alguna posibilidad de crecimiento.

Vale la pena insistir en que la contabilidad gobernante sólo contabiliza como ingreso la creación de puestos de trabajo infra asalariados y no establece costos en excepciones impositivas, verdadero valor de los minerales en los mercados globales ni las “externalidades” a las que se compromete en las negociaciones con las empresas extranjeras, y mucho menos que quedan bajo jurisdicción estadounidense, YPF no es sólo un “deja vu”.

Un problema adicional es que han reducido el país a una variante causa-efecto: el presupuesto y el déficit financiero. Carecer de una visión sistémica produce todos los riesgos y amenazas que el funcionamiento de las economías “reales” y en muchos artículos señalaba al menos la cada vez más reducida economía fiscal o blanca y las cada vez más numerosas informal o negra y la economía del servicio y el cuidado.

La política ha quedado reducida a las manipulaciones electorales y el juego extorsivo de apoyos financieros por votos o no votos en el congreso, para no referirnos a la justicia que es lo más peligrosamente deficitario que afrontamos.

Pero esto no es inocuo, el “riesgo de una tercera guerra mundial”, amenaza de Putin originariamente, y adoptada ahora por Trump, es muy real, solo que no sería mundial, sino global. Y esto significa que no solo alcanza a los “contendientes” sino a todas las sociedades y economías del mundo y aún a la propia naturaleza en todas sus dimensiones.

A las tradicionales amenazas bélicas, se suma una nueva arma: los aranceles. Josh Lipsky menciona tres formas distintas en las que Trump utilizan los aranceles en la actualidad: “como táctica de negociación”, como “arancel propiamente dicho”, para aumentar los ingresos o de proteger y promover la industria estadounidense, y “aranceles como castigo”. Según Lipsky, Trump considera los aranceles como una “herramienta de política económica coercitiva” y una alternativa a las sanciones financieras, que, según él, están provocando que los países se alejen del dólar estadounidense. Trump dijo que los países serán “castigados con aranceles” por el daño que, según él, han infligido a la economía estadounidense.

¿A qué países, mercados o empresas podríamos aplicar aranceles como castigo, nosotros? Quizá a la estupidez, que como decía Einstein es una de las dos cosas infinitas en el mundo.

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