Las elecciones presidenciales de 2023 hicieron volar por los aires la coalición de Juntos por el Cambio a nivel nacional. La UCR devino un grupo de islas provinciales y municipales casi sin conexión entre sí, cada una intentando negociar como pudiera con el gobierno nacional mientras el PRO recluyó a sus comandos principales en la Capital Federal tratando de convertirla en una especie de fuerte El Álamo ante el aluvión mileista, como hicieron Davy Crockett y 300 texanos en 1836 para resistir al ejército mexicano del general Santa Ana, que los quintuplicaba en fuerzas.
Es cierto que, previo a eso, los Macri intentaron evitar ese destino que ayer dramáticamente les aconteció, buscando, de todas las formas posibles, aliarse con el gobierno nacional. Pero Milei no sólo nunca demostró la menor intención de acordar, sino que desde el principio se propuso arrasar con la fortaleza capitalina. Para eso nombró comandante general de las fuerzas libertarias (o se nombró ella misma, vaya uno a saber) a su hermana Karina Milei, cuya actitud fue la de ordenar votarle todo en contra al gobierno de Jorge Macri para irlo desgastando a la espera de la batalla final.
Frente a esa intolerancia de los libertarios, los dos Macri adelantaron la elección legislativa provincial para separarla de la nacional, ya que como fuerza partidaria el PRO es en Capital mucho más que LLA. Pero los Milei la nacionalizaron, poniendo como candidato a uno de sus hombres más conocidos, el vocero Manuel Adorni, y pegándose Javier Milei a él en la campaña buscando trasmitirle su caudal electoral personal. Ante eso, Mauricio Macri, en desesperada reacción defensiva, debió hacer lo mismo con su candidata, Silvia Lospennato, pero ella es mucho más desconocida que Adorni. Además, los que se pusieron la batalla al hombro fueron directamente Javier Milei versus Mauricio Macri. Y hoy por hoy el libertario tiene infinidad de votos más que el calabrés.
Por lo tanto el presidente derrotó al ex presidente duplicándolo en votos y le tomó el bastión de manera arrasadora. Contando, además, con el apoyo de los dos candidatos de Macri en las presidenciales anteriores: Patricia Bullrich fue una de las soldados militantes más fervientes de Milei contra Macri. Y Horacio Rodríguez Larreta se presentó solo, dividiéndole el frente al PRO. Con amigos así…. Aunque, eso no es más que un mero dato de color, porque ni con ellos dos a favor se hubiera salvado.
El peronismo, especulando con lo que parecía una pelea interna de la “derecha”, intentó pasar por el medio y así salir primero no tanto por méritos propios (aunque su candidato es una persona razonable) sino por la división de sus adversarios, pero apenas se quedó con sus votos de siempre. No le fue ni bien ni mal, aunque haya salido segundo más cerca del primero que del tercero. Esta elección no le suma nada para el sueño de volver a reconquistar el poder nacional en 2027. Ahora solo la resta la madre de todas las batallas: la de provincia de Buenos Aires, pero esa es otra historia.
La cantidad de votantes fue poquísima en relación a todas las anteriores elecciones en Capital, demostrando que a la gente le interesa cada vez menos la política. Pero los que votaron (salvo la clientela peronista tradicional) lo hicieron fundamentalmente por razones nacionales y económicas. Lo votaron a Milei, quien está logrando trasladar los votos de su persona a los candidatos de su partido por todo el país. Hoy por hoy, como es previsible, la baja de la inflación es la que cotiza en votos, mientras que otras cuestiones no son tenidas en cuenta. Por lo que ayer Milei recibió otro cheque en blanco para seguir haciendo institucionalmente lo que se le venga en ganas, con Lijo o con Ficha Limpia, incluso arrasar electoralmente a pesar del cuasi delictivo fraude que sus seguidores hicieron a modo de remate de campaña, fraguando un Macri con Inteligencia Artificial que decía que bajó a su candidata para votar al de Milei. Más inmoral no se consigue, pero salvo el ministro Francos que criticó ese recurso de tan baja estofa, Milei, Bullrich y Adorni no sólo lo justificaron, sino que trataron de “blandito”, de “ñoño”, de “cristalito cobardón” a Macri por salir a criticar esa burda estafa electoralista. Lo cual los fortalece en su convicción de que agredir e insultar y ofender y humillar incluso a sus propios aliados son recursos políticos mucho más eficaces que respetar o acordar.
A Milei ya le venía yendo bien en las elecciones provinciales de la semana anterior. Y aparecen indicios que anda mejor cuando va solo y por todo, que cuando se alía con los caudillos locales. El partido más votado en Salta fue LLA teniendo en contra a todo el aparato provincial que es su aliado a nivel nacional. En Jujuy salió segundo sin tener casi nada propio. Mientras que en Chaco su alianza con el gobierno local lo hizo pasar más desapercibido. Si a eso le sumamos lo que ocurrió en Capital, es posible presentir que por la cabeza de los Milei debe estar empezando a hegemonizar la idea cristinista de ir cada vez más por todo contra todos, aunque los gobernadores se le inclinen cada vez con mayor fervor causado por el creciente terror a que los extermine uno por uno. Y se le arrodillarán aún más a partir del resultado de ayer. Pero igual irán cayendo uno por uno hasta que no quede una sola provincia o municipio que no sea mileista. O derrotando a quien gobierna (por más aliado que sea) o fusionándolo al partido oficial. Rendiciones se aceptarán todas, alianzas cada vez menos hasta llegar a ninguna. Así como Milei cree que a nivel celestial lo protege “el Uno”, a nivel terrenal busca ser “el Uno”. Y lo de ayer debe haberlo convencido absolutamente de la posibilidad exitosa de esa estrategia.
En fin, como el general Santa Ana a Davy Crockett en 1836 en El Álamo, y como Néstor Kirchner a Eduardo Duhalde en 2005, esta vez le tocó a Milei derrotar a Macri tomándole su preciado territorio capital, que aunque siga siendo gobernado por el PRO al menos un par de años más, desde hoy ya será una sombra de lo que supo ser.
* El autor es sociólogo y periodista. [email protected]