Dolor ajeno, indiferencia naturalizada, consecuencias

Sin posibilidad de paz duradera, el silencio apático protege el terror. Basta conocer este panorama con un rápido repaso de escenarios actuales y de lo sucedido históricamente por conflictos armados internacionales y los llamados conflictos internos no internacionales (CINI).

El ser humano ha naturalizado la indiferencia por el dolor ajeno. Interesado en su propia satisfacción y bienestar desdeña terribles situaciones ajenas ignoradas con pasividad de hielo. La ceguera voluntaria insiste en no sancionar ni cuestionar, eficientemente, la crueldad sufrida por razones de guerra en niños, adultos, jóvenes, ancianos, médicos, asistentes de ayuda social, periodistas. La anestesia moral permite que la muerte flote sobre la tierra. Sin posibilidad de paz duradera, el silencio apático protege el terror. Basta conocer este panorama con un rápido repaso de escenarios actuales y de lo sucedido históricamente por conflictos armados internacionales y los llamados conflictos internos no internacionales (CINI).

Conflictos armados internacionales

Hay naciones y territorios que permanecen en ofensivas constante desde hace años.

Israel y Palestina son paradigmáticos: desde 1948 llevan 76 años de guerra. Israel y Siria están técnicamente en guerra desde 1946. La confrontación, conocida en árabe como la Nabka (catástrofe), motivó que 750.000 palestinos abandonaran sus hogares y huyeran. Sus tierras fueron ocupadas por Israel y terminaron como refugiados bajo una crisis caótica.

Rusia contra Ucrania mantiene su ataque despiadado desde 2022. Zelensky batalla por la integridad de Ucrania. Putin se aferra a sus intereses. No importa cuántos jóvenes mueren cada día -5.000 según Trump- ni qué se destruye.

Israel, con ferocidad, pelea contra Hezbolá en Líbano y contra Hamás en Gaza. Jordania interviene contra Irán en defensa de Israel. Esta última nación continúa en guerra contra Yemen, conflicto que involucra respectivamente a Hutíes, EE. UU y Arabia Saudita.

Actualmente, India y Pakistán (ambos países poseen armas nucleares) se enfrentan por Cachemira, lo que parece haberse solucionado. Con anterioridad, Afganistán tuvo dos décadas de guerra con EE.UU. También confrontaron Sudán y Norteamérica.

Las guerras nacen por cuestiones de territorialidad o por la toma o conservación del poder para gobernar. En muchos casos, los enfrentamientos provienen de años atrás, pero las consecuencias subsisten todavía. Los conflictos de los beligerantes alinean naciones respaldando a distintos combatientes confrontando situaciones, provocando más diferencias.

Conflictos internos no internacionales (CINI)

Los CINI se han multiplicado cual virus de pelea continua y sin remedio, como Sudán-Chad: una guerra civil (2023) entre el ejército sudanés y las FAR condujo a la mayor crisis humanitaria del mundo. El conflicto de Nigeria-Biafra (un intento de secesión) implicó consecuencias pavorosas configurando una permanente inseguridad.

La República Democrática del Congo vivió una beligerancia brutal (Guerra Mundial Africana del Congo). Actualmente sufre la violencia de 100 grupos armados; luchan por desentendidos étnicos, divergencias políticas, corrupciones y uso de recursos naturales; subsiste el ejercicio del terror, desplazamiento de civiles y gran inestabilidad.

Etiopía mantuvo una guerra civil (2022) que la ubica como la más devastadora de este siglo, con víctimas mortales calculadas entre seiscientos mil y ochocientos mil civiles. La comunidad internacional la ha olvidado.

Libia entró en una guerra civil multilateral con dimensiones internacionales. Se conformaron dos gobiernos rivales (2023) con movilización militar, escalada de violencia y violación de derechos humanos.

Burkina Faso entró en guerra por una insurgencia islamita que produjo crímenes humanitarios, desplazamiento de más de dos millones de personas, muerte aproximada de diez mil civiles y combatientes, necesidades básicas insatisfechas, crisis por inseguridad.

Siria ha tenido conflicto armado con los drusos. Sus enfrentamientos (marzo 2025) en el oeste de Siria se refieren a una fase de la insurgencia leal a Assad. Los bandos opuestos provocaron la muerte de cientos de civiles.

Todas estas conflagraciones se informaron al mundo periodísticamente. Muchas de estas ofensivas continúan. Líderes de distintas naciones han llamado con urgencia a buscar la paz, pero los oponentes mantienen sus conductas de ataque, unos por avanzar, otros por defenderse y muchos viven el estado crítico de víctimas cercanas al exterminio. Por tanta saña y desquicio incontrolable, hoy los estados consideran conveniente rearmarse, establecer sanciones y cerrar filas contra los belicosos.

Mientras, numerosos responsables de la seguridad y estabilidad de nuestro planeta, como niños revoltosos de colegio, tiran puñetazos al aire y escupen al cielo. Obvian la valiosa vida humana. Mentes insanas, ausentes de criterio, alimentan fuegos de incendios que destrozan cuerpos y almas. A la fecha, Rusia lanzó el mayor ataque de drones contra Ucrania cuando se suponía que acordarían un alto al fuego en Turquía.

Contra esa indiferencia es necesario restablecer la conciencia de que lo podrido afecta a todo el cajón y que, al final, todos quedarán en condiciones de desgracia. El dolor ajeno, si se naturaliza con frialdad calculada, destruye más que miles de drones. Para meditar.

* La autora es abogada y magister en Literatura.

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