“Conocimientos que inspiran”. Este es el lema del 86° aniversario de la Universidad Nacional de Cuyo, ocurrido hace apenas unas semanas. Pareciera que ese mismo lema, en un viaje en el tiempo, motivó a un grupo de los primeros jubilados de la UNCUYO a fundar el Centro de Jubilados y Pensionados, posteriormente denominado “Dr. Edmundo Correas”, en homenaje al primer rector de esa casa de altos estudios, y hoy conocido por todos simplemente como Cejupen.
Si bien toda la historia de nuestros inicios está en la página web, prefiero como socia compartir un sentimiento conmovedor que me transportó a la década del ’70, al hojear el primer Libro de Actas, testimonio vivo de quienes fundaron nuestra asociación. Esos manuscritos, en hojas amarillentas, con letra casi caligráfica, expresan en sus trazos la energía, el entusiasmo y hasta la ilusión de los primeros jubilados de nuestra UNCUYO. Ahí están las firmas de quienes crearon un nuevo lugar de pertenencia, un espacio de reencuentro de esa clase pasiva universitaria que pretendía seguir siendo activa, sin obligaciones institucionales pero que no aceptaba jubilarse de la vida.
Una de las pioneras de nuestro centro, la profesora Bigás, expresó: “Quisimos llenar el vacío producido por el cese del ritmo de las actividades laborales, realizando sueños postergados. Éramos jubilados, sí. Pero formados con relevantes valores y, al igual que una rueda desprendida de un vehículo en marcha, avanzamos hacia nuevos objetivos, actuando con la excelencia heredada de la UNCUYO”.
Resulta ilustrativo también recordar algunos versos escritos por Berta Flores, una de las socias fundadoras de nuestra entidad, quien expresó las aspiraciones y voluntades cumplidas para dar nacimiento a nuestra asociación:
Somos un presente de sueños compartidos,
Un pasado, una historia, experiencias que contar.
Día a día, bendecimos el hoy por estar juntos,
El ayer por conocernos,
Al futuro le pedimos solamente, ser tiempo,
Tiempo para hacer.
El 27 de agosto de 1975, fecha de la primera asamblea, fue instituido también como el Día del Jubilado Universitario, agrupando a docentes y a personal de apoyo académico de los distintos ámbitos de la Universidad Nacional de Cuyo.
Desde sus comienzos, con tropiezos e incertidumbres, pero también con muchos aciertos, se comenzó a caminar de la mano de un estatuto que, con algunas modificaciones, aún sigue vigente. Una de las reformas del siglo XXI fue la apertura de Cejupen a todas las personas mayores interesadas en nuestra oferta de talleres y cursos anuales. La demanda de entusiastas estudiantes nos impulsó a dar libre acceso a quienes desean compartir nuestro objetivo de vivir una vejez saludable.
La renovación alcanzó también a nuestra marca que abandonó aquel árbol invernal por uno otoñal, de múltiples hojas doradas, plenas de luz. Un árbol de la vida que engalana el frente de nuestra casa ubicada en el Callejón Lemos 538, de la ciudad de Mendoza.
Desde que se atraviesa el umbral de nuestra casa se toma conciencia de que allí no se ha clausurado el espíritu juvenil. En las aulas de la reformada casona están los protagonistas que viven con intensidad esta etapa a la que yo me permito denominar “vejentud”. Se disfruta con risas, con buen humor, con compañía, constituyéndose cada actividad física y cultural en el mejor antídoto contra la tan temida depresión.
Es múltiple la oferta de actividades organizadas para nuestros socios y no socios que asisten a charlas culturales, reuniones sociales, gozan de películas con debates, aprenden idiomas, danzas, manualidades, cantan, actúan, realizan actividad física, estudian literatura, escritura, ejercitan su memoria, juegan al ajedrez, aprenden fotografía, guitarra, nuevas tecnologías, que exhiben sus obras en la Sala de Exposiciones de Artes Plásticas y utilizan la biblioteca, el gabinete de psicología o los servicios de podología, masoterapia y reiki.
Quienes hace ya medio siglo crearon nuestro centro, lo hicieron con la convicción de Mario Benedetti cuando dice: “Aun hay fuego en tu alma, aun hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el mejor momento”.
El principal propósito en esta celebración de medio siglo de trayectoria es subrayar el poder de la sexalencia, la septalencia, la octolescencia. La tercera edad del siglo XXI elige vivir actualizada. Conservamos intacta nuestra capacidad creativa, de aprendizaje y de perfeccionamiento. Hemos aprendido a envejecer de otra manera. Y en ese recorrido, y “a pesar de los tiempos desafiantes que nos impulsan a renovar esfuerzos”, como dijo la rectora Esther Sanchez en el acto aniversario de la UNCuyo, nos reinventamos por el bienestar de quienes hoy ya no somos considerados “descartables” sino personas útiles que dejaron en el baúl de los recuerdos a los prejuicios de esa vejez que dejaba fuera de la sociedad.
Con un sencillo festejo celebramos este cincuentenario, brindando con un sincero agradecimiento a las sucesivas comisiones directivas que hicieron de Cejupen un faro cultural de Mendoza. También al plantel docente de excelencia que sabe adaptar las estrategias pedagógicas al adulto mayor, creando una atmósfera de amistad y cariño y al joven personal administrativo que colabora a la par.
Porque ser de la UNCuyo es para siempre, brindamos también para que esta asociación sin fines de lucro, que solo recibe el aporte societario y la contribución ocasional de docentes y no docentes donantes permanezca en el tiempo, resolviendo desafíos. Queremos expresar nuestro agradecimiento al PAMI, al Rectorado y a todas sus dependencias por su comprensión y apoyo ante nuestras necesidades.
Estamos convencidos de cumplir con el horizonte planteado en el escudo de nuestra Universidad Nacional de Cuyo: In spiritu remigio vita… En el vuelo del espíritu está la vida.
* La autora es integrante de Cejupen.