Las biorrefinerías podrían integrarse directamente a la foresto y agroindustria nacional.
La valorización de residuos de base renovable posiciona a las biorrefinerías como actores clave de la economía circular, brindando soluciones ambientales de alto impacto.
Las biorrefinerías podrían integrarse directamente a la foresto y agroindustria nacional.
La industria de base forestal y la agroindustria representan una parte significativa del sector manufacturero en Argentina. En conjunto, estos sectores contribuyen con aproximadamente 20% del Producto Bruto Interno (PBI) y generan alrededor de 800.000 puestos de trabajo. Sus cadenas de valor se basan en el aprovechamiento de recursos renovables para producir bienes tradicionales. En el caso de la forestoindustria, los productos incluyen tablas, tirantes, machimbres, pellets y otros de mayor valor agregado, como papeles y envases. Por su parte, la agroindustria abarca una amplia gama de productos, entre los que se destacan el azúcar, el arroz y los aceites, entre otros.
Durante las etapas de industrialización de los recursos agrícolas y forestales se generan diversos subproductos (habitualmente denominados residuos) que, en muchos casos, se aprovechan como fuente de energía, aunque en otros simplemente se descartan. En Argentina, la generación de estos subproductos está relativamente sectorizada, lo que representa una oportunidad para su aprovechamiento.
En este contexto, en los últimos años ha cobrado relevancia el concepto de biorrefinería, entendido como un sistema de producción que busca transformar recursos renovables en productos de alto valor agregado. Esto se logra mediante el fraccionamiento, conversión y recuperación de componentes de la materia prima. Estas plataformas tecnológicas permiten procesar una amplia variedad de materiales, como aceites, biomasa animal, algas (micro y macroalgas) y biomasa lignocelulósica, entre otros.
Los principales residuos generados en las cadenas forestoindustrial y agroindustrial, se denominan comúnmente lignocelulósicos, debido a su composición química. En Argentina, se han hecho numerosos estudios orientados a la obtención de productos a partir de estos residuos disponibles. En el primer sector, se ha avanzado en la valorización de residuos provenientes de las cadenas de valor del pino y el eucalipto. Por su parte, en el ámbito agroindustrial, se ha trabajado, por ejemplo, con residuos generados en las cadenas del arroz, la caña de azúcar. La conversión de estos residuos en productos de alto valor involucra distintos procesos, que dependen del producto final deseado.
Para evaluar las alternativas de valorización de los residuos lignocelulósicos, es fundamental conocer su composición. Estos materiales están constituidos principalmente por celulosa (30-45%), hemicelulosas (20-30%), lignina (15-25%) y extractivos (1-5%). Cada una de estas fracciones puede transformarse en productos de valor agregado como biocombustibles, productos químicos, alimentos, plásticos, materiales compuestos y nanomateriales.
La Figura 1 presenta de forma esquemática los productos que pueden obtenerse a partir de plataformas de biorrefinería, abarcando desde biocombustibles (como pellets y etanol) hasta polímeros, nanomateriales y proteínas.
En cuanto al aprovechamiento de los recursos regionales, las biorrefinerías representan una oportunidad para valorizar materias primas actualmente subutilizadas o desaprovechadas, transformándolas en productos de alto valor agregado. Este enfoque permite diversificar las cadenas productivas, reduciendo la dependencia de materias primas tradicionales (como el petróleo) y mitigando los efectos de su volatilidad. Asimismo, ofrece la posibilidad de sustituir importaciones e incrementar exportaciones mediante el desarrollo de productos con mayor valor. Además, promueve la generación de soluciones tecnológicas innovadoras adaptadas a las particularidades de cada región, fomentando un desarrollo más sostenible e inclusivo.
El valor comercial de los productos obtenidos a partir de biomasa valorizada varía según su grado de transformación y aplicación final. Algunos corresponden a productos de alto volumen y bajo valor unitario (commodities), mientras que otros, resultado de procesos más complejos, alcanzan un alto valor agregado.
En cuanto a los beneficios ambientales, numerosos estudios han evaluado los impactos asociados a la producción de productos de alto valor a partir de residuos de biomasa lignocelulósica. Uno de los indicadores más utilizados es el potencial de calentamiento global (GWP), expresado en kilogramos o gramos de dióxido de carbono equivalente por kilogramo de producto (kg CO2e/kg). Los resultados muestran que, en productos como biocombustibles (por ejemplo, bioetanol), plásticos biobasados (como biopolietileno) y alimentos (como el xilitol, utilizado como edulcorante), las emisiones son significativamente menores en comparación con los procesos tradicionales basados en recursos fósiles. Entre los beneficios ambientales adicionales, se destacan la sustitución de materias primas no renovables por recursos renovables, así como la reducción de residuos mediante su transformación en productos de valor agregado, contribuyendo al desarrollo de una economía más circular y sostenible.
Durante las etapas de industrialización de los recursos agrícolas y forestales se generan diversos subproductos (habitualmente denominados residuos) que, en muchos casos, se aprovechan como fuente de energía, aunque en otros simplemente se descartan. En Argentina, la generación de estos subproductos está relativamente sectorizada.
En cuanto a los impactos sociales, la valorización de recursos habitualmente dispersos en pequeñas o medianas cantidades, ofrece oportunidades para pequeños productores rurales, impulsando la generación de empleo y fomentando la reactivación de las economías locales y regionales. A su vez, el fortalecimiento de estas actividades productivas puede traducirse en mejoras en la infraestructura regional, incluyendo ámbitos como la educación, la salud y la red vial.
Resumimos ahora algunos de los principales impactos derivados de la valorización de residuos generados por la foresto y agroindustria en contextos regionales. Vemos aquí impactos asociados al desarrollo de procesos de biorrefinerías a partir de residuos lignocelulósicos.
Si el área de influencia es el desarrollo tecnológico, los impactos esperables son: incremento del PBI a través de la producción de bienes de valor agregado y el fortalecimiento de la producción primaria. Además, se puede esperar la transferencia de conocimiento mediante el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías, investigación e investigación.
Si el área de influencia es el desarrollo social, se espera: reactivación de zonas rurales, generación de nuevas industrias y fortalecimiento de la conexión entre áreas rurales y urbanas. Empoderamiento de comunidades marginadas mediante el impulso a las economías locales y la diversificación productiva.
Si la mira es el desarrollo ambiental, los impactos serán: reducción del uso de recursos fósiles a través de su reemplazo por materias primas renovables. Conservación de la biodiversidad mediante el uso sostenible de recursos naturales como el suelo, el agua y la minimización de residuos.
Las actuales cadenas productivas de las industrias regionales generan residuos o subproductos que, en muchos casos, se encuentran subutilizados. Estos materiales presentan la oportunidad de ser transformados en productos de alto valor mediante el desarrollo de plataformas de biorrefinería, lo que contribuiría significativamente a la expansión de la bioeconomía en Argentina. El diseño y la implementación de estas plataformas requieren una evaluación detallada de los residuos disponibles, así como de los productos potenciales que podrían obtenerse a partir de su valorización. En este contexto, resulta fundamental sostener e impulsar estrategias de investigación y desarrollo orientadas a identificar las rutas de conversión más promisorias y adecuadas para el aprovechamiento eficiente de los recursos regionales.
*El autor es investigador del Conicet. Procyp, Fceqyn, IMAM (Conicet-UNaM). Profesor Adjunto. Facultad de Ingeniería (FIO-UNaM).
Esta nota fue hecha en coautoría con la ingeniera química María Cristina Area. Investigadora Principal del Conicet. Profesora Titular Fceqyn, UNaM. Directora del Instituto de Materiales de Misiones (IMAM, Conicet–UNaM). Directora del Centro BioNA (Biorrefinerías del Norte Argentino)
Producción y edición: Miguel Títiro - [email protected]