Estrellas de mar, sorprende un auge de nacimientos

La devastación causada por una infección viral entre las estrellas de mar de la costa estadounidense del Pacífico muestra pocas señales de estar amainando y sus víctimas siguen muriendo de manera rápida y espantosa. No obstante, contra estos pronósticos a

Bruce Menge, ecólogo marino de la Universidad del Estado de Oregón que ha estudiado a las estrellas de mar a lo largo de la costa durante los últimos 30 años, encontró un inusitado brote de estrellas recién nacidas (principalmente estrellas de mar ocre) en nueve puntos de estudio de Oregón. En la mayoría de las áreas, eso significó aproximadamente 300 veces más recién nacidos que en años previos.

"De hecho, fue una sorpresa muy grande", indica Menge. "Creíamos que podría haber una respuesta, pero ver el grado de ésta, su magnitud, fue muy sorprendente", explica.

En algunas áreas, las jóvenes estrellas de mar eran tan abundantes "que difícilmente podíamos no verlas", pese al hecho de que cada una mide aproximadamente lo mismo que una moneda de diez centavos de dólar, señala.

¿Por qué están muriendo tantas estrellas de mar?

Las estrellas marinas (estrellas de mar) han estado muriendo a una tasa alarmante sobre la costa oeste de Norteamérica. Un síndrome conocido como enfermedad de desgaste de las estrellas de mar provoca que estos animales pierdan las extremidades y que eventualmente se desintegren, dejando atrás restos blancos pegajosos.

Pero no está claro si el virus que se cree responsable de la epidemia (el densovirus asociado a estrellas marinas) afectará a estas crías como lo ha hecho con los adultos.

La enfermedad de desgaste puede matar a un animal adulto en apenas tres días. Los primeros síntomas aparecen como lesiones de viruela en el cuerpo de la estrella, seguidos por brazos girados y contorsionados e incapacidad para agarrarse a piedras y otras superficies.

Al final, la estrella se desintegra dejando un lodo viscoso blanco. Desde 2014, aproximadamente 20 especies de estrellas marinas han registrado caídas poblaciones en la costa del Pacífico de entre 60 y 90 por ciento.

Abran paso a las estrellitas marinas

Aunque la escala de la epidemia actual no se parece a nada que se haya visto, la enfermedad de desgaste de las estrellas marinas no es nueva, ni el virus del que se sospecha que la está causando. Brotes similares, aunque más chicos, ocurrieron durante eventos de El Niño en las décadas de 1980 y 1990, y se encontró densovirus en especímenes conservados de estrellas marinas de la década de 1940.

Dichas enfermedades se asociaban clásicamente con regiones del mundo con aguas más cálidas, como el Caribe, donde una epidemia grande acabó con los erizos de mar en la década de 1980. La razón de que el virus haya aparecido en aguas más frías del norte sigue siendo tema de investigación, aunque las tendencias de calentamiento del mar han sido catalogadas como causa probable. También podría ser que una combinación de factores, incluyendo acidificación oceánica, esté volviendo más vulnerables a las estrellas de mar.

"Los equinodermos son un fenómeno de auge y caídas", dice Ian Hewson, el investigador de Cornell que fue el primero en identificar al densovirus como probable culpable de la epidemia del Pacífico. Actualmente está investigando cómo funciona el virus y cómo se transmite.

"Sufren estos eventos de mortandad masiva y regresan con fuerza. Si hablamos con pescadores del Golfo de Maine, nos dirán que ven muertes de estrellas marinas cada 20 ó 30 años. Pero nunca habíamos visto algo tan malo (como el brote actual)", considera.

La teoría de estos tiempos para explicar el brote más reciente de nacimientos es el propio hecho de que hay menos adultos. Siendo comedoras voraces, las estrellas marinas adultas se abren paso mordiendo mejillones enteros, cirrípedos y otras presas durante la primera mitad del año, avanzando hacia animales más chicos en el verano.

Es en esta época del año cuando las estrellas jóvenes, recién transformadas luego de su etapa larval, empiezan a migrar de la columna de agua en mayor número. Menos adultos hambrientos significan más comida para los bebés en crecimiento, permitiendo que sean más los que sobreviven.

Auges de nacimientos como el de Oregón se han visto otros años en California, pero sólo se basaron en observaciones anecdóticas y no fueron cuantificados formalmente, dice Hewson. Contar el número absoluto de nuevas estrellas de mar permite que los investigadores tengan mejor idea sobre cómo podrían estar respondiendo al ataque las poblaciones.

Pete Raimondi, ecólogo marino de la Universidad de California, en Santa Cruz, que ha trabajado anteriormente con Menge, dice que aunque es muy pronto para lanzar palabras como "giro de 180 grados", el auge en las crías de estrellas de mar es una señal positiva.

"Una cosa es cierta: no se logra que las poblaciones se recuperen a menos que tengan bebés", indica Raimondi. "Es una buena señal, enorme. Pero es muy pronto para ser optimistas porque no sabemos su destino. Veremos qué pasa en un par de años, cuando hayan superado la etapa de bebés", explica.

¿Desarrollando resistencia?

La esperanza es que, con dicho auge tan grande y bien documentado de estrellas marinas nuevas, se descubra que algunas muestran resistencia a la enfermedad.

Por ejemplo, una investigación reciente de John Wares, de la Universidad de Georgia, y Lauren Schiebelhut, estudiante de posgrado de la Universidad de California, en Merced, ha revelado que algunas estrellas marinas portan un gen que parece estar conectado con la resistencia viral.

El gen, conocido como elongación factor 1-alfa (EF1-A), tiene una versión que se muestra con más frecuencia en animales sanos que en animales enfermos, aunque los investigadores todavía no están seguros del por qué, ni siquiera de qué papel específico juega el gen.

En mamíferos, el EF1-A se asocia con crecimiento celular, entre otras funciones, aunque con las estrellas marinas podría relacionarse con una respuesta inmune intensificada. Irónicamente, la presencia del gen en una forma ligeramente diferente impide la síntesis de proteínas y normalmente es letal para las estrellas de mar.

"Es como la enfermedad de células falciformes. Se encuentra en mayor proporción en la población respecto a lo que normalmente se esperaría porque tiene este efecto letal", indica Michael Dawson, un ecólogo evolutivo de la Universidad de California, en Merced, que también es asesor de Schiebelhut. "Este brote de la enfermedad nos permitió probar la cuestión del por qué", subraya.

El próximo paso es hacer un análisis genómico completo del Pisaster que pudiera mostrar otras mutaciones de respuesta inmune positiva vinculadas con el gen EF1-A.

"Desafortunadamente, es un juego de ver y esperar", considera Menge. "Cualquier tipo de esfuerzo de mitigación sería frustrado por la escala del problema. Lo único que realmente podemos hacer es intentar entenderlo. Pero no todo está perdido", agrega.

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