Arte mendocino: ¡a leer sin parar!

Existe un romance entre la plástica y la literatura.En esta nota, artistas mendocinos develan su pasión y comparten algunos de sus trabajos.

Arte mendocino: ¡a leer sin parar!
Arte mendocino: ¡a leer sin parar!

Obra de Teresa Estévez

Se trata de un género artístico que surge a partir de la idea del formato libro. Mientras se expande y consolida dentro del arte contemporáneo, en Mendoza hay artistas que se dedican a crear y formarse en su producción.

Por Natalia Encinas

Contar la historia que hay detrás de los libros de artista es hablar, en cierto modo, de un peculiar romance: de la pasión por el libro y la pasión por el arte. Fruto de este encuentro, y aunque este formato surge en la segunda mitad del siglo XX al fragor de las vanguardias artísticas, el arte contemporáneo -en su afán por de construir el moderno concepto de arte, atravesar las fronteras entre las disciplinas tradicionales y aceptar en su repertorio nuevos objetos- cobija su despliegue y expansión.

Creativo coqueteo entre la plástica, la literatura, el diseño, la encuadernación y la tipografía, estas piezas parten del concepto de libro y lo reinventan utilizando diversas técnicas y creando novedosas obras de arte. A partir de este encuentro, las posibilidades –y los resultados- son infinitos.

Artistas de todo el mundo incursionan en este formato, lo redefinen, lo ensayan, lo reinventan. En nuestro país, existe una gran red que se articula a través de Internet y difunde noticias, actividades y favorece el intercambio entre artistas que se dedican al libro de artista. Entre quienes participan de la misma, encontramos a varias representantes mendocinas.

Serán algunas de ellas nuestra guía en este recorrido por las creativas páginas del género.

Conoceremos sus trabajos, la pasión por los textos y el volumen de sus historias; desandaremos sus procesos creativos y procuraremos conocer un poco más sobre el lugar de los libros de artista en la escena local.

Libro-arte

Con la expresión libro de artista no nos referimos a un libro sobre arte ni a un catálogo/libro de una muestra artística; a decir verdad, no hablamos de ningún tipo de libro sino de una obra de arte, concebida y realizada por un artista. Lo que está presente en estas obras –y las caracteriza y diferencia de otras- es el concepto, la idea libro. Pero aquí, no con el fin convencional, sino como idea que es utilizada para la experimentación plástica. Los libros de artista se constituyen a partir de la textualidad, con la cual juegan, dan volumen, a veces la aluden, otras la subvierten, la reinventan. Ya sea confirmándola y desarticulándola, en ellos la idea del libro –como soporte, acción o intención está siempre presente. Pero a partir de esa mínima premisa común, los libros de artistas se abren a infinitas posibilidades, técnicas, disciplinas y materiales.

Para develar sus misterios hemos convocado a tres artistas mendocinas: Santina Barbera, Teresa Estévez y Liliana Díaz quien, aunque actualmente no reside en Mendoza, se formó en la UNCuyo y se dedica a dictar cursos y talleres de libros de artista.

Lo primero que lanzamos al aire es la pregunta sobre qué es un libro de artista. Cada una de las artistas indaga en su experiencia y trabajo y nos permite comprender  más acabadamente sobre estos. “Un libro de artista es una obra de arte”.

"Creativo coqueteo entre la plástica, la literatura, el diseño, la encuadernación y la tipografía, estas piezas parten del concepto de libro y lo reinventan utilizando diversas técnicas y creando novedosas obras de arte".

Se trata de un formato contemporáneo que permite al artista desplazarse entre la variedad de técnicas o géneros que desee. A mi entender se explica desde la necesidad de los artistas de indagar las infinitas posibilidades del arte, en búsqueda de la ruptura del texto y la página tradicional, y pasar de lo textual a lo plástico.

Se encuentran libros que combinan las letras con grabados, pinturas, fotografías, aplicaciones, se mueven entre el plano y el relieve. Algunos sólo comunican con imágenes. El límite está en la imaginación.

En el camino de desacralizar el arte, el formato no tiene reglas. Encuadernados o no, acabados, simples, complejos, grandes, pequeños, extensos, plegados, minuciosos, críticos, contestatarios… de la más amplia gama de materiales, no sólo papel, también telas, maderas, piedras, representan un desafío para la expresión. Puede tratarse de un único ejemplar o bien tiradas no industriales de pocos ejemplares, numerados y firmados por el autor. Participan de un hecho íntimo, los libros mantienen una poética particular ligada al tacto; abrirlos, moverse entre sus páginas produce un juego curioso en búsqueda de sorpresas y tesoros”, explica Santina.

Teresa, por su parte, reflexiona: “El libro de artista es un género artístico que posibilita el uso de muchas técnicas, que permite experimentar todo el tiempo. Los formatos van desde una obra original, intervenciones directas sobre libros ya publicados, libros hechos a mano con ediciones limitadas, hasta piezas únicas tridimensionales, llamadas libro-objeto. Es variado el panorama…

Hay una conexión dada por el formato, que generalmente nos remite a un libro, que puede contener textos o no, y donde las combinaciones de distintas técnicas posibilitan otro sistema de comunicación”.

Finalmente, Liliana destaca el aspecto experimental de su creación: “Concebido y ejecutado total o parcialmente por un artista, este objeto constituye un género artístico que forma parte de la cultura de nuestro tiempo, revalorizando y subvirtiendo viejos conceptos o actitudes que definen al libro. El libro de artista es un espacio lúdico y de encuentro, donde confluyen diversos sistemas de comunicación, lenguajes y modos de expresión. Lo particular del género es la diversidad. Algunos artistas trabajan sobre la tipográfica, transformando cada letra en una imagen viva; otros, sobre el objeto libro y aprovechan sus circuitos de circulación, masiva o no. Otros usan sólo imágenes para el relato o el libro en blanco, negado o desmembrado por los lectores para enfatizar el mensaje. No hay una regla estricta, es un espacio lúdico y de experimentación”.

En cuanto a la relación del público con estas piezas, las artistas coinciden en señalar la particularidad del encuentro. Al recorrer el libro, transitarlo –cualquiera sea su formato-, sólo con la mirada-lectura o con las mismas manos, la pieza se convierte en un objeto cercano en el que se borra la distancia de espectador tradicional de arte. Teresa Estévez explica así que “la manipulación de la obra y el factor temporal (secuencia de páginas) son dos características interesantes de este género. En algunos lugares se le dan guantes al espectador para que pueda observar y desplegar al libro, aunque en un ámbito de exposición más multitudinario esto puede llegar a deteriorar la obra, entonces se los termina montando en cajas transparentes. Muchas veces, estas exposiciones se llevan a cabo en lugares que no pertenecen al circuito artístico tradicional y generan muestras más intimistas”.

"Con la expresión libro de artista no nos referimos a un libro sobre arte ni a un catálogo/libro de una muestra artística; a decir verdad, no hablamos de ningún tipo de libro sino de una obra de arte, concebida y realizada por un artista".

Desde su experiencia personal, Liliana Díaz reflexiona: “El lector/espectador aborda la estructura libro, cuya lectura requiere una interpretación literaria, una lectura estética de conjunto e interpretación de otros sistemas de signos, desde la curiosidad y la experimentación. También es una postura personal de cada autor el que deje que se interactúe con sus libros. Personalmente mis libros están hechos como todo libro: para ser leídos, manipulados, olidos… ¿y si se deterioran?, es la pregunta común… Pues se deterioran; ¡así es la vida de un libro! Mientras más maltrecho esté, más ojos habrán pasado por él. A más gente habrá acompañado.

El público en general es muy generoso. Se presta de inmediato a completar el juego que cada autor propone”. Convocados a mirar/leer/abordar, damos ahora una vuelta de página en el recorrido y nos detenemos en la historia de cada una de nuestras artistas y sus creaciones.

Liliana Díaz: de la pasión por la lectura a los libros como medio de expresión

Cuando estudiaba artes visuales, en el taller de grabado, además de técnicas gráficas Liliana aprendió a hacer papel, material que luego se transformaría en protagonista de su obra. Recuerda que desde niña había sido voraz lectora de libros, “hipnotizada por lo literario”, contacto cotidiano, un amor a los libros que la artista reconoce como definitorio para elegirlos después, como medio de expresión artística. Esa revelación llegaría más tarde, cuando la artista Matilde Marín presentó en 1996 en Mendoza su libro Mitos de creación. “Ese fue mi primer encuentro con los libros de artista. Fui cautivada por el tamaño y la preponderancia dada a las imágenes por sobre los textos, que eran contundentes pero de tipografía pequeña. Después, en 1997, asistí a un encuentro de grabado en Resistencia, Chaco. El artista gráfico argentino Juan Carlos Romero dictaba un taller de libros de artista. En ese momento comenzó mi historia de producción de libros. Mi primer libro, sin nombre, es un libro intervenido de ejemplar único”, recuerda.

Liliana es una apasionada por estos objetos, le fascina la posibilidad que le dan de fusionar varios géneros e incorporar las palabras y los textos escritos como recurso plástico. También disfruta de poder mostrar su obra en circuitos poco comunes o desandados por el arte oficial como ferias de libros, encuentros de escritores, escuelas, barrios, librerías.

En cuando a su proceso creativo, ella también bucea rincones buscando pequeños objetos, muchas veces en desuso, con los que crea sus libros: “Voy acumulando material, libros viejos para intervenir, papeles de diferentes gramajes, hilos, cosas que son -por lo general- basura sirven de soporte a mis libros. Si sé que cada uno está vinculado a una situación específica de mi vida personal. A veces, son mantras o deseos a concretar, situaciones y personas vividas… Son un medio de autoconocimiento y sanación”.

Santina Barbera y sus libros: incorporando tesoros

La artista recuerda que el primer libro de artista en que participó fue una producción grupal, parte de una muestra que integraba también fotografía, video y una instalación, dedicada a la problemática del trabajador golondrina. En cuanto a sus propias obras, Santina cuenta que, a veces, comienza a gestarlas a partir del tema, otras sólo para ubicar un objeto o un papel que no quiere perder; en ocasiones, a partir de pedazos de obras que recorta, así, cuando hace la obra siente que ya no le importa desprenderse de esos pequeños tesoros porque cumplieron su fin.

En sus creaciones aparecen diversos objetos; son fragmentos, pequeñeces, regalos de la naturaleza o de otros hombres y mujeres que guardan para ella un especial valor y de algún modo, al integrarse a sus obras, se resignifican. “El libro de artista tiene ciertos ritos que establecen un contacto directo. Brindan la posibilidad de incorporar tesoros: piedras, papeles, cueros, lanitas, frases… cuando llegan al libro entre ellos dialogan y se va armando como un mundo donde se juntan y dejan de vagar encontrando su lugar. Es casi un juego que exige buscar la forma de plegar o coser, pequeños desafíos”, relata en torno a su proceso creativo.

Un encuentro casual, la historia de Teresa Estévez

En el caso de esta artista, su pasión por los libros de artista comenzó de forma casi fortuita. A principios de los ’90, cuando participaba de un taller de experimentación con Alfredo Portillo en Buenos Aires hizo una intervención a un periódico; lo utilizó como soporte, lo cosió con hierbas medicinales que había estado investigando y lo trabajó con textos y pintura. Entonces, Portillo le explicó que eso que había hecho era un libro de artista.

En su caso, también los materiales con los que los trabaja suelen ser pequeños objetos y retazos cotidianos: “Miro mucho el suelo porque siempre hay palitos, hojas, hilos que me gusta traer al taller”, cuenta Teresa. Sus libros reflejan esos encuentros con los que la artista construye historias plásticas e invitan a girarlos, extenderlos, abrirlos, a completarlos con la acción y la lectura.

Des-ubicar el arte

Los libros de artista son una doble apuesta al juego de desacralizar el arte: sacarlo de su lugar de mera contemplación y del museo a la vez. Santina Barbera reconoce que en la provincia “no hace mucho comenzaron las muestras de libros de artistas en museos. Hasta el momento, diría que ocupan un lugar subversivo o subterráneo”. Nuestras artistas dan cuenta de algunas exposiciones que han tenido lugar en espacios como el MMAMM. Pero más allá de estas enriquecedoras experiencias, que permiten articular –y de algún modo validar dentro del campo artístico- al género, destacan la versatilidad de éste para habitar otros espacios menos convencionales para el arte.

Liliana Díaz explica que “una de las características de este género es moverse por circuitos alternativos, por eso su poca visibilidad. En el país hay un circuito tácito, los artistas libreros vamos conociéndonos y gracias a las redes estamos creando nuevas formas de vincularnos. Por ejemplo, el intercambio de minilibros por correo”.

En estas y otras múltiples formas, en museos, ferias o galerías, los libros de artista van pasando de mano en mano, generando renovadas experiencias estéticas y despertando nuevos encuentros.

"Los libros de artista son una doble apuesta al juego de desacralizar el arte: sacarlo de su lugar de mera contemplación y del museo a la vez".

Agradecimiento: a las artistas por su generosa colaboración e imágenes para esta nota.

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