A medida que el calendario se acerca a la temporada primaveral, tanto los frutales de hoja caediza como aquellos de pepita se encuentran en la etapa de floración. Almendros, damascos, durazneros y ciruelos; manzanos, perales y membrilleros comienzan a asomar sus flores, generando escenarios nutridos de formas y colores en las fincas.
Sin embargo, es justamente esta época, cuando las alarmas comienzan a encenderse entre el sector productivo, que a lo largo de los meses invernales no dudó en propiciar las condiciones más óptimas para lograr que el proceso de crecimiento de las plantas se concrete de la manera más saludable posible.
De hecho, los datos por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) en el último informe publicado con las perspectivas 2023-2024, daban cuenta de una problemática que a lo largo de los últimos dos años parece sostenerse. Sólo tomando como referencia las perspectivas de ese año para el durazno que se destina a industria, indicaba por ejemplo, que un invierno atípico había afectado la floración y el cuaje de estos frutales. Según esa información, la etapa de la floración duró entre 20 y 25 días e promedio; lo cual el cultivo estivo más susceptible a las inclemencias que se registraron luego: hubo cinco eventos de viento Zonda y con ello se generó una abrupta caída de frutos. A ello se sumó que hubo frutos de menor tamaño, sobre todo en la zona del Valle de Uco.
De acuerdo a los pronósticos del año en curso, todo indica, que según el tipo de cultivo la evaluación será disímil. En el caso de los frutos secos, la voz de los productores locales plantea una situación, cuando menos alarmante. Fernando Gaovron, es productor primario y secundario de frutas secas cuente con secaderos de fruta y es el presidente de la Específica de Industria de la Cámara de Comercio de General Alvear. Destaca que el proceso de producción, lejos de ser una tarea sencilla, plantea desafíos de diferente índole, desde la primeras etapas del cultivo hasta el final. Cuenta con secadero seco y de durazno, ciruelas, tomate, tijera, damasco También cuenta con plantaciones de ciruelas, durazno, vid y membrillo.
Destaca al referirse a las expectativas a corto y mediano plazo, que sólo es posible efectuar un balance certero una vez que se realice la etapa de la cosecha. “Hasta ese momento, no se puede decir nada”, advierte y destaca que si bien es posible que se produzca una floración saludable, sólo es posible contar con un mejor panorama en los meses siguientes, cuando ya hayan acaecido los diferentes eventos climáticos y se haya cotejado el daño posible, tanto de las heladas, como del viento zonda y otros factores asociados que influyen de manera directa en el cuaje de las plantas.
“Acá en el Sur de la provincia estamos muy condicionados con el factor climático. Tenemos temperatura, con respecto a la ciudad de Mendoza, de diez grados de diferencia”, explica Gaovron y clara que esa situación, en ocasiones, puede ocurrir incluso, en el lapso del mismo día. Agrega que en la zona Sur se registra caída de granizo de manera muy continuada y eso genera un gran impacto en los cultivos. “Por eso, las expectativas, no se pueden avizorar hasta que prácticamente el fruto cuaje. Por eso hay que esperar a que no haya por ejemplo, una helada tardía”, explica el productor y agrega que uno de los desafíos constantes, por ejemplo, tiene que ver con la infraestructura que logra cada productor. La protección bajo tela, aclara en este sentido, es una materia pendiente en muchos casos, la hora de prevenir o combatir las heladas que se registran fuera de la temporada habitual para estas tierras.
Respecto de la floración, Gaovron detalla que si bien por general en General Alvear suelen tener un buen invierno –porque las bajas temperaturas se han registrado dentro de los parámetros y tiempos esperables- uno de los inconvenientes más repetidos es el que tiene que ver con la provisión de agua. “En lo referido a la floración, puedo afirmar que en primer lugar hemos tenido siempre, hablando de esta zona un buen invierno; ha hecho frío cuando ha tenido que ser, y eso es un buen indicio para el verano”, agrega el productor y asegura que “uno de los grandes inconvenientes que siempre tenemos en la zona es que no tenemos agua, porque somos el último eslabón, en cuanto a la recepción de la misma. Por otro lado, si nos referimos al tema climático específicamente, hay que decir que la cantidad de lluvia caída nos ha jugado en contra.
Las floración de los frutales, destaca Gaovron, justamente va de la mano de la provisión de agua, ya que depende de este recurso vital que el suelo se vuelva lo suficientemente húmedo para que comience esta etapa clave. “Sí está haciendo mucho calor, con respecto a hace 15 días atrás, entonces hay frutales que ya están casi completos en su floración, por ejemplo un membrillo, prácticamente un 70% ya está listo, y hay otras especies que en 10-15 días, creería yo que ya van a estar, en el caso de una ciruela, por ejemplo. Que eso hace, lógicamente, que de los riesgos que tenemos, el principal es el de las heladas”, destaca y aclara que si bien el factor climático no es posible manejarlo, sí es conveniente revisar los aspectos ligados a la provisión del recurso hídrico.
“Si bien el factor climático no depende de nosotros, o sea, de la persona, sí el tema del agua, recordando que en esta zona se utiliza de 3.200 partes por millón; es decir, que si en Mendoza se usa un litro de agua y acá tenemos que utilizar tres para obtener los mismos resultados. Ese es un inconveniente que hemos tenido siempre”, destaca el productor al marcar la diferencia del sector donde produce en comparación con otras regiones de la provincia, como lo es el Oasis Norte.
Aclara además, que desde hace al menos dos años que se corrido “hacia adelante” la floración con un promedio de 15 a 25 días y eso influye en todo el proceso de crecimiento de la planta. “Ya desde hace dos años yo noto que se ha corrido hacia adelante eso afecta también a la cosecha, debido a los cambios en el clima. Está más húmedo, no hace el calor seco que hacía antes, ni tampoco el frío, y sí te digo con seguridad que mínimo son 15 días que se ha corrido, en comparación con las fechas tradicionales de hace 20 o 30 años atrás”, compara.
El viento es otro factor de peso. “Ya hace dos años que tenemos ráfagas continuas de entre 40 a 50 kilómetros por hora, entonces lógicamente con una floración en la etapa casi final, hace que parte de esos pistilos, que son los que producen hacia el final de la floración, se vayan perdiendo también en el camino”, advierte el productor de la zona Sur.
Floración: recomendaciones a tener en cuenta
Franciso González Antivilo es el socio fundador de la firma Indegap, dedicada al asesoramiento y seguimiento profesionalizado, dirigido a productores y empresas para mejorar colaborar a prevenir, adelantarse y tomar las decisiones necesarias a los fines de lograr una mejor calidad de su producción en la tierra.
Detalla el investigador e ingeniero agrónomo, que la floración es el inicio de la producción frutal y de su calidad depende en gran parte la cosecha final. Lo primero a tener en cuenta es la densidad y la cantidad de flores: el árbol siempre produce más flores de las que finalmente van a cuajar, porque hay caídas naturales en las primeras semanas.
Las altas temperaturas adelantan la floración de varias plantas: cómo protegerlas
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“Después está la polinización. Para que esas flores se conviertan en frutos hace falta polen viable y la acción de insectos polinizadores (como las abejas) o el viento, según el cultivo. Si la polinización falla, el cuaje es bajo y aparecen frutos deformes o escasos”, explica.
Destaca González Antivilo, que otro punto clave es el estado fisiológico de la planta. “Árboles bien nutridos, con buen manejo de agua y sin estrés, generan flores más fuertes y parejas. A esto se suma un factor menos visible pero fundamental: las horas de frío. Son las bajas temperaturas acumuladas en invierno que permiten que las yemas florezcan de manera compacta y uniforme. No hay que confundirlo con las heladas: las horas de frío son un requisito fisiológico, mientras que las heladas son un riesgo”, remarca el profesional.
Destaca que es de hecho, en esta etapa en que se perfila la parte más crítica: “Una helada en plena floración puede arruinar gran parte de la producción. Por eso los productores recurren primero a defensas pasivas (como manejo de suelos, podas o cortinas) y, en casos de mayor riesgo, a defensas activas como riego por aspersión, torres de viento o calefactores”, explica el profesional a modo de recomendación y puntualiza que cuanto mejor sea la floración —en cantidad, calidad y uniformidad— mayor será el potencial de rendimiento y calidad de la fruta que llegue a cosecha.
La floración y el desarrollo de los frutos dependen de varios factores climáticos:
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Acumulación de horas de frío: Un invierno con suficientes horas de frío es crucial para que los frutales de carozo salgan de su dormancia y tengan una floración vigorosa.
Heladas tardías: Las bajas temperaturas en primavera, especialmente durante la floración y el inicio del cuaje (cuando los frutos se empiezan a formar), pueden causar daños significativos y mermas en la cosecha. En 2024, se advirtió sobre este riesgo debido a la floración temprana.
Temperaturas: Las temperaturas medias en la primavera influyen directamente en la duración y efectividad de la floración.
Estas condiciones determinaron que la floración de los durazneros comenzara después, dependiendo de la variedad y la zona, y que se extendiera en el tiempo, lo que ocasionó, en ciertos casos, que los cuajes también fueran desparejos y los frutos presenten mucha variabilidad de tamaños.