13 de septiembre de 2025 - 22:00

¿Cómo afecta en las zonas productivas del Valle de Uco las heladas tardías?

En el Valle de Uco, las heladas tardías son consideradas uno de los principales riesgos para la producción frutícola y vitivinícola.

La zona del Valle de Uco cuenta con una amplitud térmica debido a la extensión del territorio como así también al estar geográficamente ubicado en un valle. El clima suele tener características particulares que favorecen a la producción frutícola como así también elevan la calidad de la producción vitícola. En esta temporada se pueden llegar a dar heladas tardías.

José Portela, referente del INTA La Consulta, explicó que estos fenómenos son habituales en una zona de clima árido y con estaciones bien marcadas como lo es Mendoza, aunque generan problemas cuando se adelantan o se extienden más allá de lo esperado. “Las heladas cumplen un papel importante en el ambiente porque cortan ciclos biológicos que, de otra forma, continuarían y nos traerían más problemas. Lo normal para nuestras plantas es que el invierno sea frío. El problema aparece cuando las heladas son muy tempranas o muy tardías”, señaló Portela.

En la misma línea, la ingeniera en ambiente Lucía Fiori, directora del área de ambiente de la municipalidad de Tunuyán, agregó que no siempre las heladas suceden en invierno. “Generalmente ocurren en esa época, cuando las temperaturas bajan de los 0 grados. Pero también tenemos las heladas tardías de septiembre o en verano. Esas son las peores porque los cultivos ya están en condiciones de calor y un descenso brusco termina por quemarlas”, dijo.

El riesgo de las heladas tardías

En la región, los primeros frutales como ciruelos y damascos comienzan a florecer en agosto, Los duraznos, perales y manzanos lo hacen entre septiembre y octubre. La vid, en cambio, es de las últimas en brotar. Ese calendario convierte a los meses de septiembre y octubre en la época de mayor exposición a daños.

“El último registro histórico de helada tardía se espera hasta los primeros días de noviembre. Eso significa que, desde agosto hasta esa fecha, los cultivos están en riesgo. Puede ser una helada suave, sin mayores consecuencias, o muy intensa, como la de octubre de 2022 que provocó pérdidas de hasta el 90% en algunas fincas del Valle de Uco”, precisó Portela.

Fiori sumó que el mayor riesgo está dado por esa “falsa seguridad” de los cultivos en etapas de brotación o floración. “Cuando la planta está en reposo invernal, difícilmente se ve afectada. Pero si ya empezó a florecer o fructificar, cualquier golpe de frío la puede arruinar”.

Cuando el descenso de temperatura es brusco, las medidas de control activo, como se realiza con el encendido de tachos o mecheros en los viñedos, no siempre alcanza para evitar los daños. “En esa helada de 2022 hubo productores que tenían todo preparado, pero la temperatura cayó tan rápido que solo pudieron sostener un nivel que igualmente generó pérdidas irreversibles”, dijo el referente del Inta.

El daño y las consecuencias de una helada severa sobre los cultivos se sienten por varios años. En casos extremos se puede llegar a perder flores, brotes y hasta la planta completa. “Todavía hay fincas que están recuperándose de aquel episodio – en referencia al 2022-, porque la helada no solo mató yemas, sino que cambió la estructura de las plantas”, explicó Jose Portela.

Frente a situaciones generalizadas, el Gobierno suele declarar la emergencia agropecuaria, lo que habilita beneficios impositivos y en algunos casos líneas de financiamiento. “Son medidas que ayudan a los productores a salir adelante. En otros sectores más organizados, como el tomate industrial, se ha trabajado con seguros agrícolas, algo que sería muy importante extender al resto de las actividades”, destacó Portela.

Cambio climático y los nuevos desafíos en la producción

A la incertidumbre histórica que generan las heladas se suma la variable del cambio climático. Según Portela, los extremos se hacen cada vez más frecuentes y difíciles de anticipar: “el año pasado tuvimos un invierno más parecido a los históricos, con frío intenso. En cambio, este año fue cálido, con un otoño largo y de golpe una caída de temperaturas muy fuerte en junio, que agarró a plantas todavía en actividad. Eso es lo que genera el cambio climático: años exageradamente fríos, otros muy cálidos, y récords que se van rompiendo todo el tiempo”.

El director del INTA de La Consulta remarcó que los otoños se extienden con más calor y las primaveras se vuelven más frías, lo que aumenta la vulnerabilidad de algunos cultivos. “Cada año va a traer sus propias características y no podemos esperar patrones fijos. Lo único constante será el cambio”, sostuvo.

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