Un médico mendocino se sumó una campaña solidaria y atendió pacientes en Kenia

El traumatólogo Francisco Aguiar, egresado de la UNCuyo, integra una fundación denominada MissionPlasticos, con quien, días atrás, viajó a Kenia para realizar intervenciones de alta complejidad.

Francisco Aguiar con paciente quemado
Francisco Aguiar con paciente quemado

Tras una experiencia en el Chaco que resultó muy enriquecedora para su carrera, a la que fue convocado por la fundación MissionPlasticos, con sede en California, el traumatólogo mendocino Francisco Aguiar llevó a cabo, junto a otros colegas americanos, una misión solidaria y humanitaria en Nakuru, una ciudad de Kenia, Africa, signada por la pobreza.

Allí, este joven profesional de 27 años, egresado de la facultad de Medicina de la UNCuyo, integró un equipo médico que se instaló durante una semana en el Nakuru Hospital Level 5, donde atendieron reconstrucciones de lesiones, colgajos, quemaduras severas, heridas de mano y diferentes malformaciones de nacimiento o generadas por accidentes.

Por falta de insumos y recursos, estas intervenciones y tratamientos son imposibles de realizar por los médicos locales. Es así que la fundación lleva los insumos necesarios, lo que implica una importante logística importante. Al final de la estadía, los elementos e instrumentos que no fueron utilizados se donaron al hospital.

Francisco Aguiar y una cirugía en Kenia
Francisco Aguiar y una cirugía en Kenia

“La gente está tan acostumbrada a la corrupción en su vida diaria, que pacientes que no habían sido elegidos para nuestras cirugías, por distintos motivos médicos, ante la frustración, intentaban ofrecernos dinero. Teníamos que explicar nuevamente que no era por dinero”, relató Francisco a Los Andes.

Entre los muchos datos de color que quedaron en su retina, mencionó que, camino al hospital, todos los días veía jirafas, zebras y baboons.

“Todo el personal de seguridad del hospital y alrededores contaban con armas automáticas”, agregó.

Francisco se refirió especialmente a un paciente cuya historia le impactó mucho. Se trataba de Elias, un niño de 3 años que sufrió una muy grave quemadura cuando su madre accidentalmente volcó una olla con agua hirviendo sobre él.

“La cicatriz que se había generado no le permitía extender el cuello, cerrar la boca pero, principalmente, tampoco podía cerrar su ojo izquierdo. Al permanecer tanto tiempo abierto se estaba deteriorando a muy temprana edad, con riesgo de perder también su vista. Realizamos una larga cirugía donde por medio de piel de su abdomen le reconstruimos el cuello, labio y ojo, es decir, párpado inferior”, relató.

“Hemos observado muchas patologías infantiles y en especial una muy característica de la zona. Los padres, para que sus hijos dejen de toser, les cortan la campanilla y luego cauterizan con una cuchara caliente. Esto genera múltiples consecuencias porque son heridas que cierran la vía aérea, muchos no respiran ni hablan adecuadamente”, agregó.

Liberar esa zona aérea en los menores fue una práctica muy común durante esos días, señaló, para agregar que la semana de trabajo fue muy intensa y repleta de emociones por la gran cantidad de muestras de afecto de pacientes y familiares.

“Si bien soy traumatólogo, mi trabajo entre cirujanos plásticos tuvo que ver con el tratamiento de los huesos. Fue una experiencia increíble y se trató de la primera misión en Kenia llevada a cabo por la fundación MissionPlasticos, organización que nació en Los Angeles, California”, dijo.

Durante ocho largas jornadas la comitiva no tuvo descanso, ya que iniciaba el trabajo desde muy temprano y se prolongaba hasta la noche.

“Habíamos realizado una experiencia parecida en Chaco el año pasado, pero esta misión fue de un gran impacto por la pobreza del país y por las numerosas necesidades que padecen los pacientes”, indicó, para agregar: “Una de las cosas que encuentro realmente gratificante en las misiones médicas es la oportunidad de reconectar con la esencia de nuestra profesión. En este entorno, la relación médico-paciente se vuelve pura y genuina; los pacientes confían en uno para resolver sus problemas de salud dejando de lado las preocupaciones financieras y administrativas, como la cobertura médica y el aspecto monetario”.

Chaco 2022 fue la primera misión, una misión a la que define como muy exitosa, aunque el equipo era diferente, al igual que el tipo de patología.

Primera misión en Chaco

“En el Chaco, por distintas causas no completamente conocidas, hay una alta tasa de malformaciones, labio leporino, deformaciones de mano y pie, etc. También realizamos cirugías de mano y colgajos en miembro inferior, pero en menor cantidad que en Kenia”, relató.

Francisco es hijo de Gonzalo Aguiar, también médico, y de Verónica Pirutti, arquitecta. La familia, que se completa con sus hermanos Felipe y Fausto, es oriunda de Luján de Cuyo.

Sobre cómo nace este tipo de acciones, contó que en la carrera universitaria quedó seleccionado para participar de las olimpíadas médicas, un examen de gran complejidad donde deben responderse 100 preguntas. Existen tres premios para los mejores exámenes, que consisten en becas estudiantiles.

Francisco resultó uno de los tres estudiantes premiados y, así, accedió a una beca en el laboratorio de la universidad de Goethe, Frankfurt, Alemania.

Fue en ese lugar donde conoció a John Barker, un cirujano plástico miembro de la fundación. “Allí me convocó para Chaco en 2022 donde, a su vez, tomé contacto con el presidente de esa organización, Larry Nichten”.

De regreso en Mendoza, poco después recibió un correo del propio Nichten para que se sumara a esta experiencia en Kenia.

Nakuru es una ciudad extremadamente pobre donde el acceso a la medicina tiene grandes dificultades y la corrupción lo impactó.

“En primer lugar hicimos una evaluación de los pacientes más comprometidos, quienes habían sido informados de nuestra visita a través de los médicos locales. Problemas muy difíciles de resolver en ese contexto”, relató.

Los candidatos a las cirugías pasaron por diferentes estaciones, entre ellas charlas previas con el equipo de cirujanos, con la enfermera y anestesistas. Iniciada la ronda de cirugías, el equipo casi no tuvo descanso y realizó un total de 56 intervenciones, la mayoría de alta complejidad.

El equipo médico que integró este joven profesional mendocino fue reconocido por el gobierno de Kenia, que realizó un evento de agradecimiento y premiaron con estatuas de animales de Africa a cada miembro del grupo.

“Además de capacitar a los cirujanos locales, hemos dejado equipamiento de primer nivel en el hospital. Fue una misión exitosa y regresamos con una gran satisfacción y la promesa de regresar el año próximo”, adelantó Aguiar, que se mostró agradecido con la formación que obtuvo en la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo. “Me brindó grandes herramientas, pero, lógicamente, está en cada estudiante aprovecharlas”, opinó.

Francisco ya fue convocado por una nueva misión en Kenia el año que viene y también para trabajar en Estados Unidos.

“Creo que sería otra gran experiencia, pero si lo acepto será en forma formativa y temporal porque amo Mendoza y apuesto a esta provincia, junto a mis afectos, a la gente que quiero”, reflexionó.

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