Revelan documentos de cómo los militares avisaron a EE.UU. del golpe del 76′: “Habrá mucha sangre”

La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos desclasificó envios del embajador estadounidense en ese momento con sus superiores en el país del norte.

A 45 años del golpe del 76.
A 45 años del golpe del 76.

Una serie de documentos inéditos que fueron desclasificados por la  Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos revelaron que el gobierno de ese país conoció los planes de los militares argentinos por tomar el poder en 1976, antes de que esto se concretara en marzo de ese año.

Los documentos ponen en evidencia al por entonces embajador norteamericano en Argentina, Robert Hill, quien actuó como intermediario principal entre la implicación estadounidense y la Junta Militar.

Estos cables tienen fecha de enero y febrero del 76. Apenas meses antes del Golpe de Estado que derrocó a María Estela Martínez de Perón y dio paso a la Dictadura más sangrienta de la historia nacional.

A principios de ese año, Emilio Eduardo Massera, integrante luego de la junta militar que gobernó Argentina durante la autodenominada Proceso de Reorganización Nacional recibió a Hill en una reunión secreta, revela el documento.

Además, revelan que el embajador mantenía informado al secretario de Estado de ese momento, Henry Kissinger.

Tras la reunión con Massera, el intermediario entre EE.UU. y los militares le envió en febrero al secretario de Estado de ese momento, Henry Kissinger. un cable revelador y concreto. El título del escrito lo decía todo: “Posible golpe en Argentina”. En su interior detallaba los planes de los golpistas.

El subsecretario de Estado William D. Rogers fue el encargado de informar a Kissinger sobre el contenido del informe enviado por Hill. “Es de esperar que (el gobierno militar) sea amistoso con Estados Unidos. Sin embargo, al intensificar la lucha contra la guerrilla, es casi seguro que un gobierno militar argentino incurrirá en violaciones de derechos humanos que generen críticas internacionales”, afirmó Rogers según los cables revelados.

“Es de esperar una cantidad substancial de represión, probablemente mucha cantidad de sangre en Argentina muy pronto. Creo que van a tener que entrarle fuerte no sólo contra los terroristas sino contra los disidentes de los sindicatos y sus partidos”, sentenció Rogers según los archivos.

No solo los militares se anticipaban a su relación con Estados Unidos en cuanto a lo político. Uno de los documentos difundidos evidencia que Massera además pidió asesoramiento a la embajada norteamericana para cuidar “la imagen” del régimen. El almirante le pidió a Hill que “le indicara una o dos reconocidas empresas de relaciones públicas en Estados Unidos para manejar el problema de la imagen del futuro gobierno militar”.

El gobierno norteamericano ya sabía sobre la preparación por parte de jefes militares y funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Isabel de Perón) de un plan de relaciones públicas en torno al golpe y el inicio del régimen militar. Este tendría como objetivo evitar sanciones del Congreso de Estados Unidos por la violación de los derechos humanos.

A través de sus voceros, los militares argentinos indican a la Embajada que inevitablemente habrá violaciones de derechos substanciales, pero remarcan la necesidad de una comprensión mutua entre Estados Unidos y el futuro gobierno y destacan su interés por que éste no sea objeto de las mismas críticas que Chile y Uruguay.

En uno de los cables que Hill envía al secretario de Estado, el embajador detalla que tenía planes para irse del país el 17 de marzo, días antes de que se produjera el golpe, para que no se lo relacione al Gobierno estadounidense.

En otro envío, todo siempre antes del fatídico 24 de marzo de 1976, el embajador Hill escribió sobre su plan de salida del país para que no quedara expuesto su conocimiento previo del golpe. “Tengo planes y reservaciones para salir de Argentina la noche de Marzo 17, si cancelara estos planes hoy y el golpe se llevara a cabo, digamos el 18 de marzo, ello podría ser interpretado por muchos como prueba de que teníamos conocimiento previo de la acción militar, es más, se podría decir que cancelé mis planes y me quedé aquí para ayudar a dirigir el golpe… Es en el mejor interés del gobierno de los Estados Unidos que proceda con mis planes tal como si no nos hubiésemos enterado… el hecho de que yo esté fuera del país cuando el golpe ocurra será, creo, un hecho a nuestro favor que indicará no intervención de la Embajada y el gobierno de Estados Unidos”.

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