29 de mayo de 2025 - 07:30

Llegó el frío y se dispararon las consultas por calefacción: cuánto cuesta instalar o mantener las estufas

Tras un otoño inusualmente cálido, la demanda explotó esta semana. Gasistas y empresas trabajan a contrarreloj. Guía de precios y consejos esenciales para aclimatarse de forma segura.

Después de un mayo inusualmente cálido, el frío intenso se hizo sentir recién en los últimos días, y con éste llegó una avalancha de llamados a gasistas y empresas de climatización. La escena se repite cada año: las temperaturas bajan de golpe y miles de hogares corren a poner a punto sus sistemas de calefacción. Este año no fue la excepción, aunque la demanda se hizo esperar más de lo habitual.

“La gente es así: cuando el agua llega al cuello, uno reacciona”, resume Darío Mallón, gasista matriculado con más de una década de experiencia. “Recién esta semana explotaron los pedidos de instalación, limpieza y mantenimiento. El año pasado, a esta altura, ya veníamos con más trabajo, pero mayo estuvo caluroso y eso demoró todo”.

Desde el sector privado coinciden. Agustín Espejo, encargado administrativo de la empresa de climatización situada en la calle Pedro B. Palacios, de Ciudad, lo describe categórico: “Desde el martes nos volvieron locos. Nos mataron con llamados. Somos así: hasta que no tenemos frío o calor, no pensamos en climatizarnos. No solo hablo de clientes particulares, sino también de algunas empresas pequeñas que tampoco lo hacen de forma preventiva”.

La estacionalidad extrema y la falta de previsión generan, año tras año, un cuello de botella que impacta tanto en la agenda de los técnicos como en los bolsillos. A eso se suma una preocupación creciente por la seguridad: las intoxicaciones por monóxido de carbono —invisible, silencioso y letal— siguen siendo una amenaza latente, especialmente en equipos mal instalados o sin mantenimiento.

¿Cuánto cuesta calefaccionar una casa este invierno?

Los precios para instalar, mantener o reparar equipos de calefacción varían según el tipo de sistema, la complejidad del trabajo y la calidad del servicio. Por ejemplo, el mantenimiento anual de un calefactor infrarrojo sin salida al exterior —uno de los modelos más comunes— cuesta entre $40.000 y $45.000. Incluye limpieza, control de llama y verificación de posibles pérdidas de gas, incluso si el equipo es nuevo. “Aunque sea recién comprado, puede venir con pérdida. Yo lo reviso todo, porque lo manipula un ser humano”, aclara Mallón.

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Foto:  Los Andes

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Si en lugar de mantener hay que instalar uno nuevo, el precio sube: sin contar los materiales, una instalación simple ronda los $65.000. En cambio, si se trata de una reparación, el gasto puede empezar en $30.000 o $40.000 y subir según la complejidad del arreglo o la disponibilidad de repuestos.

En el otro extremo de la escala están las calderas, cada vez más elegidas en construcciones nuevas o viviendas que buscan eficiencia energética. Instalar una caldera nueva implica una inversión inicial de entre $1.400.000 y $2.000.000, dependiendo del modelo y la cantidad de radiadores que se quieran conectar. El mantenimiento anual también es más costoso: ronda los $150.000, y solo el diagnóstico técnico puede costar entre $70.000 y $80.000.

Aunque existe un tarifario sugerido y actualizado que ya rige desde este mes (ver gráfico), las empresas de climatización no suelen regirse por esos valores, ya que tienen costos fijos más altos vinculados al personal calificado, la logística y los materiales. “En una empresa formal, hay cargas patronales, viáticos, seguros, stock, movilidad. No se puede cobrar igual que un gasista independiente. Hay que tener espalda financiera para sostener pagos diferidos. Es otro mundo”, explica Espejo.

En todos los casos, los especialistas coinciden en que una instalación bien hecha y un buen mantenimiento anual pueden prevenir problemas mayores. A largo plazo, la inversión inicial suele compensarse con mayor seguridad, mejor rendimiento y ahorro en consumo.

La trampa del calor inmediato

Uno de los equipos más demandados —y también más riesgosos si no están bien ventilados— son los calefactores infrarrojos sin salida al exterior. Suelen instalarse en cocinas o livings y ofrecen calor directo a bajo costo, pero emiten monóxido de carbono. “Todas las estufas infrarrojas largan monóxido. Y el gran problema es que la gente tapa o no tiene rejillas de ventilación”, alerta Mallón.

Las recomendaciones son claras: evitar el uso de estos equipos en dormitorios, nunca dejarlos encendidos por la noche y asegurarse de tener rejillas reglamentarias (una inferior y otra superior) para garantizar la circulación del aire. “No son estéticas, pero te salvan la vida”, resume el gasista.

La tecnología avanza, y con ella, la complejidad de los sistemas de calefacción. Calderas con sensores, ventilación forzada, diagnósticos digitales. “Hace poco más de diez años que trabajo en esto y tengo que capacitarme constantemente”, explica Mallón.

En ese sentido, tanto profesionales independientes como empresas coinciden en una recomendación clave: hacer el mantenimiento anual de todos los sistemas de calefacción, sin excepción. Más allá del confort, está en juego la seguridad.

Monóxido de carbono: guía útil antes de prender la estufa

Cada invierno, el monóxido de carbono cobra víctimas, ya que se trata de un gas invisible, sin olor ni sabor, que se produce por la mala combustión de estufas, calefones, cocinas, braseros o cualquier otro artefacto que funcione a gas, leña, carbón o kerosene. Puede estar en una casa sin que se note y provocar desde mareos hasta la muerte.

¿Limpiar las estufas hace que gastemos menos?

Para prevenir intoxicaciones, el Gobierno de Mendoza difundió una guía práctica con cinco claves para tener presente antes de calefaccionar el hogar. Acá, lo esencial:

¿Cómo reconocer una intoxicación?

Los síntomas más comunes son: dolor de cabeza, mareos, náuseas, debilidad, confusión o somnolencia. En casos graves, puede haber pérdida de conciencia y riesgo de muerte.

Las 5 reglas básicas para no intoxicarte:

  • Contratar siempre a un gasista matriculado. Solo usá aparatos homologados, preferentemente de tiro balanceado si están en dormitorios o espacios cerrados.
  • Prestar atención a la llama. Tiene que ser azul. Si es amarilla o anaranjada, es señal de mala combustión. Apagar el artefacto y llamar a un técnico.
  • No tapes las rejillas de ventilación. Son obligatorias. Si no se tiene, hay que dejar una ventana o puerta entreabierta. El aire necesita circular.
  • Evitar los braseros y estufas a leña. Usar solo en ambientes ventilados y apagar siempre antes de dormir. Mejor aún: evitar su uso.
  • Instalar un detector de monóxido. Son económicos, fáciles de instalar y pueden hacer la diferencia entre una alerta a tiempo o una tragedia.

¿Posible presencia de monóxido en tu casa?

Ventilar enseguida, cortar el gas (si hacerlo no tiene riesgo), salir al aire libre y llamar al 911 o al servicio de emergencias. No volver a entrar hasta que lo autorice un profesional.

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