24 de marzo de 2025 - 00:00

La pospandemia dejó más cuadros de salud mental pero también la búsqueda de una mejor vida

El cimbronazo de la pandemia movió profundas estructuras: llevó a la gente más a los consultorios pero también a cambiar su concepción de vida.

La pandemia de Covid llegó en 2020 para llevarnos, durante su tránsito, a situaciones inusitadas que parecían casi de película. Se puso casi todo en juego y se cumplió con creces lo que anticipaban los especialistas: un enorme impacto en la salud mental de las personas.

Pero el asunto es que este no fue solo durante la crisis epidemiológica sino que implicó cambios a posteriori que incluso llevaron a repensar la forma de vida.

El cimbronazo fue tal que movió estructuras, quizás probar otras maneras de vivir. Llevó a repensar la realidad y poner en valor los encuentros, quizás porque se puso en juego la posibilidad de cercanía con las personas más queridas y hasta la vida. La forma de trabajar, el tiempo dedicado al empleo y la calidad de las condiciones laborales también recibieron el coletazo. El parate permitió confrontar con la vorágine previa y, quienes lo vieron, lo eligieron y pudieron, comenzaron a pegar el volantazo. Muchas personas comenzaron a replantearse cómo mejorar su calidad de vida y empezaron a recuperar tiempo para el cuidado propio, para hacer lo que se elige, para encontrarse con las personas que hacen bien.

Quizás se buscó más tiempo para el ejercicio físico, actividades como yoga y mindfulness, más viajes y menos tiempo de trabajo.

También empezaron a elegir más sobre el entorno laboral, si las condiciones se lo permitieron, para propiciar mejor ambiente de trabajo e incluso el formato híbrido que llegó para quedarse.

Pero todo esto también tuvo su contrapartida, no estuvieron ausentes las crisis, los cuadros de ansiedad que poco después invadieron los consultorios, depresión e incluso algunos desafíos para la sociabilización tras tanta pantalla.

Derecho al consultorio

Durante la pandemia, sin dudas, la salud mental recibió un gran golpe, los profesionales que se dedican a su cuidado vieron incrementadas las demandas de los pacientes. Ansiedad, depresión, angustia, sueño alterado y hasta somatización fueron parte del combo.

El psicólogo Walter Motilla dijo que la pandemia de Covid dejó una huella imborrable en la salud mental de la población mundial. Advirtió que durante el confinamiento, el aumento de los cuadros de ansiedad, estrés, depresión e incertidumbre vital fue evidente. “Sin embargo, más de cuatro años después del inicio de la crisis sanitaria, muchas de sus consecuencias emocionales y sociales aún persisten, mientras que la manera en que las personas conciben su vida y sus prioridades también ha cambiado significativamente”, señaló. No puede soslayarse que al agobio que implicó la crisis sanitaria se sumaron otras posteriores de índole socioeconómica que agravaron la situación.

A pesar de la vuelta a la normalidad, muchos síntomas psicológicos han permanecido, entre los que mencionó:

-Ansiedad y estrés crónico: el temor constante a la incertidumbre, sumado a los cambios laborales y económicos, ha dejado un estado de alerta elevado en muchas personas.

-Trastornos del sueño: el insomnio sigue siendo un problema frecuente, tanto por las alteraciones de rutina durante la pandemia como por el estrés prolongado.

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-Problemas de socialización: después de largos periodos de aislamiento, algunas personas experimentan dificultades para retomar la interacción social con naturalidad. En ciertos casos, esto se ha traducido en un aumento de la fobia social.

-Síndrome de burnout: con el auge del trabajo remoto e híbrido, muchas personas han experimentado una sobrecarga laboral que las ha llevado al agotamiento ya que el trabajo home office desdibuja los límites del tiempo de trabajo y el tiempo para la vida privada.

De hecho, también los especialistas y las autoridades sanitarias comenzaron a enfocarse más en la Salud Mental, no solo detectan cada vez más situaciones que ameritan acompañamiento sino que se ha propiciado generar más espacios de atención.

En Mendoza hay mas de un intento de suicidio por día, situaciones que han ido en aumento en 2024. Para el Departamento de Epidemiología de Mendoza, el suicidio representa un problema de salud pública creciente que demanda atención prioritaria mientras que en los efectores de salud y consultorios confirman que, efectivamente, llegan más personas ante esta situación y habiéndose provocado daños.

Se presentan más cuadros de Salud Mental incluso en chicos desde los 11 años mientras que entre los adolescentes los especialistas dan cuenta de más autolesiones.

Cambio de vida

“La pandemia no solo dejó cicatrices en la piel de la historia, sino también en la memoria emocional de cada ser humano. Muchos perdieron a sus seres queridos sin siquiera poder despedirse en una de las cuarentenas más largas e ineficaces del mundo (lo que merece una nota aparte). Nos recordó que la vida es frágil y que, en un instante, todo puede desmoronarse”, aseguró. En ese mismo sentido analizó que no todo ha sido negativo. La pandemia también dejó un fuerte impacto en la forma en que las personas valoran su tiempo y sus relaciones.

Paola (41) tiene dos hijos y asegura que claramente la pandemia le hizo reflexionar sobre el tiempo que pasan en familia y dedican a ciertas actividades. Esto hasta el punto que se cuestiona la cantidad de horas que dedica al trabajo, y dejando de lado el aspecto sanitario, dijo que hay situaciones que valoró y le gustaría tener.

“El sistema híbrido que quedó después de la pandemia creo que nos ha beneficiado a todos. Hay empresas que han valorado esa situación en los empleados y creo que han accedido a continuar con eso, en la empresa para la que trabajo se sacó y se volvió a poner, porque se dieron cuenta que los empleados rendían mucho desde sus casas y es así”, contó. “Yo, de hecho, trabajo más horas cuando estoy en casa - aceptó- que eso es tremendo, pero estás más tranquilo en tu hogar y también pudiendo compartir, por ejemplo, el ratito de almuerzo con tu familia”.

Dijo que después de haber compartido tanto tiempo en familia y actividades distintas que habían disfrutado, le costó mucho volver a la rutina cotidiana y que hoy no cuentan con el tiempo para hacerlas y le duele.

“Después de la pandemia me replanteé mucho la cantidad de horas de trabajo, porque la verdad es que si bien a mí me gusta trabajar y no quisiera dejar de hacerlo, sí me parece que la cantidad de horas que uno le dedica al trabajo es excesiva y no nos permite realmente disfrutar la única vida que tenemos, porque el tiempo que nos queda es muy acotado”, analizó.

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Durante la pandemia, Analía comenzó a tomar capacitaciones sobre coaching y descubrió que es lo que quería hacer, así que al retornar a la “normalidad”, dejó la actividad que tenía para armar su emprendimiento. Descubrió que le gusta ayudar a que la gente esté bien y que las personas lo están buscando más que antes.

Cambios positivos

Motilla enumeró varios cambios que consideró positivos:

-Mayor conciencia sobre la calidad de vida: la gente comenzó a priorizar el bienestar por sobre la productividad excesiva. Hoy se valora más el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

-Revalorización de los vínculos sociales: tras meses de distanciamiento, las reuniones familiares y las amistades adquirieron un significado más profundo. La conexión humana se convirtió en una prioridad.

-Cambios en la dinámica laboral: muchas personas han buscado trabajos con mejores condiciones, ya sea en términos de flexibilidad horaria o ambiente laboral. El teletrabajo y los modelos híbridos llegaron para quedarse, aunque han traído consigo nuevos desafíos, como la dificultad de desconectar del trabajo tal como se mencionó.

-Mayor interés por la salud mental: antes de la pandemia, hablar de terapia psicológica o psiquiátrica seguía siendo un tabú para muchos. Hoy, en cambio, hay una mayor apertura a buscar ayuda profesional y un crecimiento del interés por la salud emocional.

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