El detalle es que todo parece indicar que no fueron los guardias las únicas personas que han pasado -y pasan- sus días (y noches) en el inmueble de calle Emilio Civit, aquel que fuera construido como casa del cónsul peruano Luis Stoppel en 1912 y donde funcionara luego el Patronato de Menores entre 1949 y 1977.
Todos los guardias que han pasado por el lugar dicen haberse percatado de la presencia de Luisito, "el que siempre está". Más allá de las múltiples funciones del edificio -casa del cónsul, Patronato, depósito de documentación y hasta hogar usurpado-, pareciese ser un hecho que este niño ha estado desde siempre en la casa (¿y sigue estando?).
Mansión Stoppel: “La restauración de una obra de arte”
La historia del fantasma que vivió por años en una histórica mansión de Mendoza y el guardia que se hizo amigo. Foto: Archivo Los Andes
Luisito es un "fantasma" que nadie ha visto, pero a quien todos -especialmente los guardias, sobre todo por las noches- han sentido alguna vez. Pasos sobre el parquet, silbidos y juegos de encendido y apagado de luces son algunas de las formas en que este ser ha dicho "presente" en el lugar.
Incluso, uno de los guardias de Patrimonio manifestó oportunamente haber sentido cómo -de la nada- un constante goteo de agua caía sobre su cabeza en una de sus tantas noches en el lugar. El detalle es que, al revisar, nunca encontró el origen de ese goteo.
En la previa a la reapertura de 2018, mientras una restauradora se encontraba trabajando en una de las salas de la construcción original (en el Sector A), las luces se apagaron imprevistamente. Durante algunos segundos, la luz se encendió y se apagó intermitentemente hasta regresar a la normalidad.
Quién es (o fue) Luisito, el fantasma de la Mansión Stoppel y el guardia que se hizo amigo
Sobre quién es el fantasma, hay dos versiones que se han propagado. La primera cuenta que Luisito era uno de los chicos que se encontraba internado en el Patronato de menores que funcionó entre 1949 -luego de la muerte de su dueño original, quien fuera cónsul de Perú Luis Stoppel- y 1977. Esta versión sostiene que Luisito habría fallecido mientras estaba en el lugar.
La otra versión, en tanto, sostiene que el niño era el hijo de una de las criadas del cónsul Stoppel, quien también habría fallecido mientras vivía en la casa (construida entre 1909 y 1912).
Un guardia que se hizo “amigo” del fantasma Luisito quiere volver a la Mansión Stoppel
Un guardia que se hizo “amigo” del fantasma Luisito quiere volver a la Mansión Stoppel
Mientras estuvo cerrado al público, fueron varios los guardias de seguridad a quienes les asignaron la custodia del imponente inmueble. Uno de ellos fue Alejandro Zeballos, quien en abril de 2018 compartió su historia paranormal con Los Andes.
Entre noviembre de 2017 y enero de 2018, Alejandro trabajó como guardia en la Mansión Stoppel, y, según él mismo reconoció, fueron 3 meses en los que prácticamente entabló una relación con Luisito, "el que siempre está" (sobre todo cuando debía cumplir los turnos de noche).
"Jamás creí en fantasmas, ni siquiera de chico. Pero eso fue hasta que llegué a la mansión y conocí a Luisito. Fueron 3 meses en los que, cada noche, se hacía sentir de alguna forma. Ante mí, él se expresó de varias formas. Una noche me tiró agua desde arriba, otras sentí que caminaba en el piso de arriba y hasta una vez el ascensor se cerró y subió solo (no había nadie más en la casa). Yo no lo vi nunca, pero cada vez que subía la escalera sentía que se me encrespaba la piel, era como si me acariciaran la espalda", resumió Alejandro a Los Andes en abril de 2018.
"Podría decir que hasta me hice amigo de Luisito y no tengo miedo. Yo le decía que solamente iba a cumplir mi trabajo, a completar mi turno y que no me hiciera daño. Y entendí que él sólo quería hacer las travesuras que hace cualquier niño", resumió.
El 1 de noviembre de 2017, Alejandro tuvo su primer día de trabajo en la Mansión Stoppel. Por aquel entonces la casa estaba cerrada al público y, si bien ya había sido completado el grueso del trabajo de restauración, aún quedaban algunos detalles para terminar las obras.
"Yo no sabía nada del lugar. El primer día hice el turno diurno y no pasó nada. Me enseñaron los movimientos, las instalaciones y todo. El segundo día también me tocó de mañana, aunque ya sentí algo raro: en un momento estaba solo y sentí que silbaban desde la planta alta", recordó hace algunos años.
Pero su tercer día de trabajo fue clave. "Fue mi primera noche en el lugar. Yo estaba abajo y sentía como un zapateo en el parquet, en una de las salas de arriba. Me quedé sentado afuera -entre el portón de reja y la entrada a la casa-, de espaldas a la puerta. Y sentí de nuevo 3 golpecitos de zapatos, otra vez de arriba y esta vez más rápidos. Eran las 4 de la mañana", recordó.
Víctor Barabino, el hacedor de la casa Stoppel - Por Silvia Augusta Cirvini
La historia del fantasma que vivió por años en una histórica mansión de Mendoza y el guardia que se hizo amigo. Foto: Archivo Los Andes
Su cuarto día fue la segunda noche consecutiva en el lugar. "A eso de las 3 cerré un ratito los ojos para relajarme y sentí cómo me caía un chorrito de agua que me mojó de la cabeza hasta los pies. Si tuviese que describirlo, fue como si me hubiesen tirado un chorrito de agua con una jeringa. Me levanté y busqué algún desagüe, una manguerita de aire acondicionado. Pero no había nada. Pensé que podía ser caca de una paloma, pero era transparente y era agua", reconstruyó.
Dos horas más tarde, volvió a sentir agua caer sobre su cuerpo. Con una mezcla de susto y preocupación, Alejandro comenzó a hablar en voz alta, pidiéndole a quien fuera que estuviese jugándole esas bromas que les pusiera fin. "Hablaba solo, como si estuviese loco", acotó.
La segunda semana de trabajo de Alejandro en la mansión incluyó un concierto de puertas y ventanas que se abrían y cerraban a los golpes en el primer piso. Sin la necesidad de ráfagas de viento, y sin otra presencia en la casa que la del guardia (o al menos eso era lo que parecía).
"Cuando pasó esto, yo subí las escaleras y mientras tanto iba hablando en voz alta, casi a los gritos. Le decía que yo no quería hacer nada malo, sólo trabajar. Y mientras tanto, yo iba cerrando las puertas y ventanas con pasadores. Dejé todas cerradas, pero a la mañana, cuando me vino a relevar un compañero, encontramos una puerta y una ventana abiertas en el primer piso, en la misma sala donde se sentían los pasos sobre el parquet. Esa noche yo no había escuchado nada", recordó.
Durante los casi 90 días en que Alejandro se desempeñó en la Mansión Stoppel, fueron incontables las historias. De día, sólo oía silbidos. El tema era de noche. "En un momento ya me había animado a dejar la silla adentro de la casa, y varias noches vi cómo se prendían -o me prendían- y apagaban las luces. Yo le seguía hablando en voz alta. Una noche bajó la térmica 3 veces. Y cada vez que la bajaba, yo iba y la volvía a subir. Pero apenas me sentaba, la volvía a bajar. Una de las veces la luz no prendió, fui a ver la térmica y no estaba baja", agregó.
Museo Carlos Alonso en la mansión Stoppel será uno de los Puntos Vendimia.
La historia del fantasma que vivió por años en una histórica mansión de Mendoza y el guardia que se hizo amigo. Foto: Archivo Los Andes
El detalle es que este guardia no fue el único que sintió y vivió esas cosas. En una oportunidad, mientras pintores y carpinteros estaban trabajando, uno de ellos comenzó a silbar una canción. Según contó Alejandro, repentinamente este trabajador se quedó en silencio, solo para oír cómo -desde la planta alta, y donde no había nadie (en teoría)- completaban esa melodía, también silbando.
Ni hablar de aquella vez en que, una de las jóvenes encargadas de la limpieza de la casona, encontró en una puerta de vidrio de atrás las figuras de las manos de un nene marcadas. Todo en la época en que la mansión permaneció cerrada al público.
Involuntariamente, la esposa de Alejandro también fue testigo de otra presencia sobrenatural. "Una tarde me vino a traer comida con mis hijos y yo les dije si querían bajar y conocer la casa. Cuando llevé a mi mujer a la habitación desde donde siempre escuchaba los 3 pasos, ella me dijo que cuando se bajaba del taxi en el lugar había visto desde la calle a un hombre de negro, sin rostro, que estaba parado del lado de adentro de esa habitación y miraba por la ventana", resumió.