En un año de existencia del programa de Acogimiento Familiar de Mendoza, 34 familias se han sumado a la propuesta de recibir generosamente en el seno de su hogar a chicos en alguna situación de vulneración de sus derechos.
El programa “Yo creo” cumple un año y ha acompañado a 51 niños y adolescentes que no pudieron quedarse con un familiar que garantizara sus derechos. Fueron recibidos por un tiempo, sin embargo, hay unos 650 con casos judicializados en hogares del Estado.
En un año de existencia del programa de Acogimiento Familiar de Mendoza, 34 familias se han sumado a la propuesta de recibir generosamente en el seno de su hogar a chicos en alguna situación de vulneración de sus derechos.
Desde que fue creado, el 31 de mayo del año pasado, 51 niños que no pudieron quedarse con algún familiar que garantizase justamente esos derechos, fueron recibidos en el amor de alguna de estas familias para acompañarnos por algún tiempo en un momento tan difícil para ellos.
Quizás fue la oportunidad de recibir el cuidado y el cariño que no encontraron en sus propios hogares.
El programa "Yo creo", más allá de su inicio formal en esa fecha, comenzó a trabajar el 12 de junio de 2024 y en este momento hay 30 niños albergados con diferentes familias. El tiempo que permanecen con ellos obviamente depende de cada situación particular pero en promedio están unos tres meses y medio viviendo allí aunque hay casos en los que han estado seis meses.
Los chicos tienen entre 0 y 18 años. Son parte de los alrededor de 650 chicos que viven en hogares del Estado o cómo se les llama: residencias alternativas. Sucede que claramente no hay 650 familias para acogerlos pero en el programa celebran que las que se incorporaron nunca se fueron y que suman cada vez más.
Bajo el nombre “Yo creo”, esta propuesta tiene el objetivo específico de reducir al mínimo las consecuencias emocionales asociadas a la vulneración de derechos y a la institucionalización prolongada.
Se trata de una estrategia que existía desde hace décadas en Mendoza y otros lugares. Eugenia Guglieri, coordinadora del programa de Acogimiento Familiar recordó que ya en el año 1968 existía la ley de amas externas, que da cuenta de que ya existía este formato para el cuidado de estos niños, que se sostuvo durante todos estos años y que desde 2024 toma el formato de este programa.
Agustina Villegas, es pediatra y conoció el programa por un paciente. Tiene dos hijas de 4 y 6 años y cuando se los propuso aceptaron inmediatamente.
“Es algo muy gratificante, desde diferentes miradas, y sobre todo ver el crecimiento emocional de los niños”, aseguró. Contó que tiene un hogar monoparental y trabaja, por lo que lleva al bebe “como un cangurito”, a todos lados. Por eso destacó que todos pueden hacerlo.
“Me preguntan ¿y qué vas a hacer cuando se vaya? Y voy a estar feliz, seguramente me va a doler, pero es como un doble amor, es amor que estás dando por un niño y hay que centrarnos en eso, ponernos el chip cuando nos anotamos en el programa, saber que es mucho mejor que esté en una familia y no en un hogar”.
Betsabé González comenzó a hacerlo en el marco de una decisión familiar, inspirada por una historia que conocía. “Para nosotros significó una transformación absoluta, pudimos ver muchos cambios en el niño, más que nada en el primer acogimiento, porque no sonreía, no hablaba, no jugaba. Cuando se fue en adopción, al principio vivió un duelo pero a la vez, sintió una profunda felicidad porque él tenía muchas ganas de tener una familia.
Ya el gobernador Alfredo Cornejo había advertido que había cada vez más chicos en hogares del Estado. Fue en la inauguración de la asamblea legislativa del año pasado. En diciembre de 2019, antes de la pandemia, eran 500 y a inicios de mayo de 2024 eran 953, casi el doble.
Esto se asocia a las diversas problemáticas sociales que se agravan, incluso con más situaciones de violencia. Sin embargo, Guglieri destacó que desde entonces ha habido un descenso de los chicos en hogares del Estado aunque, sin embargo, persiste un incremento de las situaciones en las que se debe intervenir.
“Hay una problemática social para todos por igual, o sea, a nivel provincial y a nivel nacional. Hoy hay muchas intervenciones, hay muchísima más problemática, los problemas económicos acarrean muchos otros problemas, como son los consumos problemáticos o los problemas de salud mental, son todos los motivos por los que nosotros tenemos que intervenir en estas situaciones”, analizó.
¿Cuáles son las circunstancias por las cuales los chicos terminan en un hogar de acogimiento familiar? “Para que el Estado logre una intervención de estas características, la vulneración de derechos es grave, un abuso, maltrato o negligencia grave”, detalló la funcionaria. “En esas condiciones -continuó- peligra la vida del niño o la posibilidad de recibir esos derechos en el entorno familiar”. Refirió que solo el 3% de los chicos terminan institucionalizados, porque se prioriza que no salgan de su ámbito familiar. Quizás quedan al cuidado de otro familiar, pero no siempre existe alguien que pueda dar garantías de protección.
“Cuando llegan a esta instancia es porque no hubo una red que tenía que ser protectora ni garante del derecho, y la realidad es que vos lo estás sacando al niño, por más que haya una familia disponible, la realidad es que esa familia sigue siendo una familia ajena al niño, entonces, lo que nosotros tratamos siempre es de que sea la última instancia”, subrayó.
Guglieri explicó que los chicos se asignan luego de un procedimiento exhaustivo en el que se analiza la situación y las condiciones de la familia que los recibirá. El cuidado es solidario, transitorio y sin fines adoptivos. De hecho, estar en la lista de adoptantes es un impedimento para acceder.
También ven que la forma de vida y la disponibilidad de tiempo para acompañar a los chicos esté acorde con las necesidades en función de la edad.
Las familias reciben el apoyo económico necesario para la crianza como por ejemplo la cobertura de alimentos, materiales escolares o un cochecito en el caso de bebé. Pero se habla de una tarea solidaria porque requiere el compromiso de cuidado y acompañamiento por parte de la familia.
Quiénes pueden postularse como familia de acogimiento:
Es importante que todos los miembros del grupo familiar estén informados y estén de acuerdo con este proyecto, si desean continuar con el proceso de admisión.
Quienes estén interesados pueden contactarse a través del mail: [email protected]
El programa Yo Creo tiene ciertas particularidades.
Es solidario, porque el cuidado es sin fines de lucro. Y si bien la Dirección General de Protección cubrirá las necesidades básicas del programa, los adultos encargados del cuidado no recibirán remuneración.
Es temporal, porque el cuidado dura mientras se resuelve la situación judicial. Luego, pueden retornar con su familia de origen o, si se agotan todas las instancias, ser declarados en estado de adoptabilidad.
Es diferenciado, porque los equipos técnicos buscan perfiles de familias considerando aptitudes específicas para el cuidado de NNyA con discapacidad o grupos de hermanos.
Sin fines de adopción, comprendiendo que el carácter de las tareas de cuidado es transitorio, en función de la resolución legal de cada situación.