15 de junio de 2025 - 09:47

La Mina El Teniente y el posgrado en biribiri

Un viaje al corazón de la mina “El Teniente” revela cómo Chile convirtió trabajo, técnica y decisión política en oportunidades reales. Por su parte, en Mendoza seguimos atrapados en el biribiri.

Pensemos un minuto juntos: si te dijeran que vas a estar en una mina a 700 metros de profundidad, que vas a ingresar al corazón de la montaña por un túnel con dos carriles, al Cristo Redentor que utilizamos los mendocinos cuando vamos a Chile, en un bus eléctrico de última generación, y que vas a transitarlo durante unos 20 minutos (recorriendo apenas una fracción de los más de 4.500 km de caminos existentes en el corazón de Los Andes), hasta llegar al centro operativo de la mina Esmeralda, una de las 5 minas subterráneas que hacen del complejo minero El Teniente, la explotación subterránea de cobre más grande del mundo, donde trabajan los 365 días del año más de 20.000 personas que a diario hacen su trabajo y regresan a sus casas… ¿Cómo lo verías?

Esto es lo que pudimos vivir y experimentar un grupo de mendocinos integrantes de una delegación organizada por la Fundación Pilares, iniciativa privada y pública que trabaja en Mendoza para que la minería sea una vector de desarrollo y crecimiento provincial.

MINA COBRE EL TENIENTE CHILE

Sin dudas, una manera de definir lo que El Teniente representa es a partir de sus números e indicadores. Algunos ya detallados, otros podrían ser que de los más de USD 45.000 millones que exporta Chile por año en cobre, el 7% se origina en el yacimiento El Teniente. O que como parte de CODELCO (Corporación del Cobre), empresa del Estado Chileno, aporta más de USD 1.500 millones todos los años en excedentes para que el Estado realice políticas públicas. Otro, podría ser los USD 1.200 de salario promedio para las categorías iniciales de sus trabajadores.

Pero quiero detenerme en otro aspecto que, si bien puede también tener una expresión estadística o una dimensión económica, refiere más a una mirada centrada en las personas, porque se involucran historia, responsabilidad ciudadana, compromiso con lo propio, y orgullo por hacer grande un país.

Para poder aproximarnos a esta otra dimensión, tenemos que saber que el Complejo El Teniente está a 2.250 mts de altura sobre el nivel del mar, y a solo 50 km del centro de la comuna de Rancagua, parte de la Región de O’Higgins. Esta es una de las regiones más relevantes de Chile en producción agroindustrial, por eso es habitual encontrar a la vera de sus autopistas plantaciones de cerezas, o vastas extensiones de viñedos que son parte de los USD 1.730 millones que exportan en vitivinicultura (recordemos que toda la vitivinicultura argentina alcanzó los USD 714 USD millones en el 2024).

¿Y qué tiene que ver El Teniente en todo esto?

A medida que ascendemos desde el centro de Rancagua hacia la montaña camino a El Teniente, por la autopista del cobre, gradualmente va cambiando la geografía. Las plantaciones destinadas a la producción agroindustrial van cediendo su lugar a bosques y plantas nativas de esa zona cordillerana. Todo convive en un ecosistema integrado, hasta llegar a la base de la mina, donde solo hay nieves eternas, las mismas que vemos en la montaña de nuestro lado.

Agro, ganadería, industria de alimentos, y minería conviven en una misma región. No es algo nuevo, El Teniente cumple 120 años y están previendo 50 años más de trabajo para extraer cobre de la montaña. Durante todo este tiempo, ciudadanos chilenos se organizaron y definieron que en un espacio “reducido” - si lo comparamos con las extensiones de nuestra provincia- había, hay y habrá oportunidades para todos que deben ser aprovechadas. Ese fue un mandato de una comunidad a sus gobernantes: instrumentar los mecanismos para que “las cosas pasen”.

MINA COBRE EL TENIENTE CHILE

Acá la llamaríamos “política de Estado”, y solemos llenarnos la boca con grandes discursos. Allá le llaman simplemente “trabajo”, pero del bueno. Ese que se ejecuta de la manera más simple posible, con la mayor técnica y conocimiento, de la manera más profesional, y con la participación de todos los interesados. Sin el “biribiri” que tenemos por este lado. Este trabajo al que me refiero se ve cuando, por caso, en el complejo El Teniente, gran parte de los gerentes o líderes son jóvenes menores de 40 años, graduados en universidades locales contentos y orgullosos de lo que hacen. Por ejemplo, hacen tareas de operación en forma remota, con máquinas autónomas, a 100 km de distancia de la mina, apoyados en ciencia de datos e inteligencia artificial. No pasa por su cabeza irse del país a trabajar en cualquier otra cosa. Es más, cuando se van de Chile, van a liderar o a capacitar a otros trabajadores en diversas compañías líderes en el rubro. ¿Por qué nuestros hijos no podrían tener esa misma oportunidad?

Y no es solo minería. Cuando vemos ese trabajo “del bueno”, por ejemplo en el agro, sus resultados abruman solo si consideramos las exportaciones de cereza que ascienden a más de USD 2.500 millones anuales, mientras que en Mendoza apenas USD 2 millones y en toda Argentina USD 31 millones en 2024. Acá tendremos varias explicaciones y excusas de por qué no se puede, pero cuando ves de primera mano lo que pasa “al lado tuyo”, cordillera mediante, te das cuenta de que varios de nuestros dirigentes políticos tienen un posgrado en biribiri. Chile logra estar en los mercados más exigentes del mundo con vinos hechos con uvas de alta calidad, o con una fruta que se consume en fresco como la cereza, y ambas plantaciones se encuentran debajo de la mina más grande del mundo y usan las aguas de los mismos ríos o afluentes -sí, los mismos- y aún así siguen ganando mercados con las mayores exigencias sanitarias como las que pone la Comunidad Europea, EEUU, Japón, Medio Oriente o Asia. Y con un dato no menor: los mismos desafíos sobre la escasez hídrica que tiene Mendoza.

A pesar de toda esta evidencia, de 120 años de historia, e ingentes toneladas de conocimiento, del científico, y de la experiencia, tenemos en Mendoza políticos que nos gobernaron y de los otros, que aspiran ser electos, que sostienen abiertamente que no es posible que hayan oportunidades para todos. Que no se puede, que la minería en Mendoza solo traerá contaminación, escasez hídrica, corrupción y quizás las 7 plagas de Egipto (¿terraplanismo, tal vez?). El problema es que cuando gobiernan sus decisiones no las pagamos nosotros, sino nuestros hijos. Como decía mi abuelo, muchas veces el problema no es del chancho, sino de quien le da de comer. Ser complacientes con una dirigencia política tan liviana de ideas y preocupada solamente por perpetuarse de los cargos públicos para vivir de nuestros impuestos es consagrar un acto de colación para los graduados del biribiri.

LAS MAS LEIDAS