La renovada rotonda de Paso y San Martín, en Carrodilla (Luján de Cuyo) tiene dos íconos más que distintivos y emblemáticos. El primero de ellos es la vieja estructura de la estación de servicio, declarada patrimonio y que se encuentra en el corazón de la rotonda. Y el segundo de ellos es Armando Feliciano Robles (65), o "Gareca", como lo conocen quienes, desde hace 30 años, transitan la zona. Y le llevan alguna pelota para que el "cirujano del fulbo" la someta a una operación de emergencia que la deje como si fuese a estrenar.
"Por pelota me puedo llegar a demorar entre 15 y 20 minutos. Media hora si está más jodida la cosa. Pero antes termino, mejor, así no se seca el pegamento y no se corre la válvula", describe el hombre mientras, con sus dedos y la boca, ayuda a escurrir el hilo de la costura por el borde de uno de los gajos de la pelota de fútbol que en ese momento se encuentra en su quirófano callejero. Quince minutos después, el inflador que tiene entre sus instrumentos quirúrgicos hace las veces de desfibrilador y va llenando de aire (y de vida) al "fulbo" resucitado. Para el final queda la prueba clave: dejar caer algunas gotas de agua en la zona donde estaba la pinchadura para observar si hay algún burbujeo, señal de que sigue perdiendo aire y la herida no está cerrada. No hay burbujas, no hay rastros de aire. Una pelota más salvada por Don Gareca.
Gareca arregla pelotas 10.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años
“Todo tiene arreglo, menos la muerte. Y lo mismo pasa con las pelotas”, dice, sonriendo y con la sabiduría que solo dan la calle y la experiencia. Mientras se luce con esa máxima de la filosofía urbana -una de tantas que dejará en una charla que intercala con su trabajo-, Gareca acomoda la pelota recién suturada en un montículo de esféricos dispuestos de forma piramidal dentro de una caja.
"Esto es como la vida misma: todos los días hay que buscarle la solución, sino uno se muere", complementa su primera reflexión, ya refiriéndose a su vida en general y no tanto a su talento en particular. Mientras habla, varios bocinazos de los autos que transitan por la zona -¡y que no son pocos!- se cuelan y se suceden como saludos a uno de los tipos más queridos de la zona.
“La gente me quiere, me saluda. Y si pasan dos días en que no vengo -por el motivo que sea- ya se empiezan a preguntar todos: '¿qué pasó co el Gareca?'. Yo sé que le doy felicidad a los niños, ¿qué niño no juega al fútbol acaso?”, continúa quien de lunes a sábado, de 13 a 18:30 está firme junto al pueblo (y las pelotas) en ese sitio.
Gareca arregla pelotas 6.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
Sigue girando
En septiembre de 2019 fue inaugurada la renovada calle Paso, aquella que vincula a Maipú y el Acceso Sur con la ruta Panamericana y el Corredor del Oeste. Entre tantos trabajos que se hicieron en la zona, se construyó una rotonda en homenaje a los Combatientes de Malvinas, se renovó el altar a la venerada Virgen de la Carrodilla y se hicieron mejoras en la estructura colonial de la histórica estación de servicio ubicada en el sitio (que actualmente es un monumento y no funciona como boca de expendio de combustible).
Durante más de 20 años, Armando Feliciano Robles se refugiaba debajo de la estructura de la estación, sobre todo en los soleados y calurosos días de verano. Allí guardaba también sus pelotas, infladores y otros instrumentos. Básicamente, apelaba a la generosidad de quien todos los días abría el candado en la estructura de la estación para que retire y vuelva a guardar sus cosas. Sin embargo, su estrategia cambió con las obras en calle Paso. Y, al igual que ocurrió con la traza, su forma de trabajo fue remodelada.
Gareca arregla pelotas 9.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
"Cuando estaba (el exintendente de Luján de Cuyo, Sebastián) Bragagnolo, mandó a hacerme un depósito para que yo tuviese mi propio espacio para guardar las cosas cuando terminara de trabajar y no tuviera que andar cargando con todo (pelotas, infladores, aguja, hilo). De hecho, ahora me han dicho desde la municipalidad que lo van a hacer de nuevo al cartel, porque se ha roto un poco", cuenta, con orgullo, Gareca. Y señala un refugio metálico pegado a la delegación municipal de Carrodilla donde se lee "Arreglo de pelotas de fútbol 'Don Gareca'", que se encuentra al cruzar la calle en uno de los sectores de la rotonda.
Por las mañanas, "Gareca" trabaja haciendo mantenimiento de jardines, fincas y quintas. Acompaña a un ingeniero agrónomo, con quien ya ha hecho una especie de sociedad, y allí aplica todo lo que ha aprendido en su vida sobre jardinería. Pero, además, es materia dispuesta para lo que haga falta.
Gareca arregla pelotas 5.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
“Hago lo que vaya saliendo. Pozos para enterrar palos o cestos basura, por ejemplo. En esta vida he hecho de todo, menos robar. ¡Hasta fui lustrabotas en la plaza de Luján cuando tenía 10 años!", rememora.
Todos los días, cerca de las 13 -y cuando ya terminó con su trabajo en los jardines-, el lungo y delgado hombre -en quien sobresale la larga y canosa cabellera que cae de debajo de su gorra- llega en su bicicleta a Paso y San Martín. La acomoda junto a un cantero, al costado de su taller desmontable, y comienza a acomodar todas y cada una de sus cosas. Un balde con agua, un trozo de madera sobre otros baldes que hacen las veces de mesa para allí colocar la aguja, el hilo, el pegamento para la cámara, su atado de cigarrillos y su encendedor. Al costado, el montón de pelotas, algunas que esperan ser retiradas tras ya haber recibido el alta, y otras que aguardan cual pacientes en la sala de espera a pasar por las manos mágicas del lujanino.
"Siempre he vivido en Luján. Ahora estoy viviendo con dos de mis hermanos (somos siete en total) en una prefabricada atrás de la Municipalidad", acota. Todos los días, va y viene en bicicleta hasta y desde su puesto de trabajo.
Dependiendo de la demanda, "Gareca" puede arreglar entre 5 y 10 pelotas por semana. Y no solo de fútbol, sino también de rugby y hasta de fútbol americano ha llegado a arreglar. El precio por el arreglo integral de cada pelota es de 15.000 pesos (incluye emparchado de cámara, acomodo de válvula y costura), un número que ni siquiera llega a ser la mitad o tercera parte de lo que cuesta comprar una pelota nueva.
Gareca arregla pelotas 2.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
Entre tantas anécdotas de " Gareca", y luego de tantos años arreglando pelotas, una de sus preferidas tiene al exarquero de San Lorenzo y Godoy Cruz, Sebastián Torrico como protagonista.
"Cuando Torrico estaba en Godoy Cruz, el 'Gato' Oldrá lo mandaba a traerme las pelotas que se rompían para que yo las arreglara. Y, cuando estaban listas, yo iba a la casa y se las tiraba al patio por encima de la medianera", rememora Robles, quien agrega que con varios clientes que ya son "habitués" mantiene esa costumbre del puerta a puerta y largar los balones por sobre las paredes de la medianera.
Una vida laburando
Armando Feliciano Robles nació en 1960. Siempre vivió en Luján y cuando tenía apenas 9 años entró a trabajar en una fábrica de mocasines. Allí estuvo hasta los 21, cuando el dueño de la fábrica falleció y el hijo de este hombre, que quedó al frente, decidió cerrarla. Su siguiente trabajo fue en una bodega durante algunos años, aunque también cayó la venta de vino y volvió a quedar en la calle.
Gareca arregla pelotas 11.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
Desde entonces, "Gareca" empezó a perfeccionarse en el arreglo de pelotas- “Ya estando en la fábrica de zapatos, algunos compañeros me llevaban pelotas para que arregle. Y el laburo es más o menos parecido, ya que se trabaja con dos agujas”, explica el hombre con su característica verborragia y sonrisa, esa que resalta aún más los pliegos de la ya de por sí arrugada y curtida piel de su cara.
La clientela de este querido personaje lujanino no es ocasional. De hecho, hay quienes viajan desde San Martín y hasta de San Rafael para dejar a sus esféricos pacientes terminales en sus brazos. Porque no son muchos quienes se especializar en "resucitar" pelotas de fútbol.
Gareca arregla pelotas 3.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
Por qué le dicen "Gareca"
Aunque no tiene una pelota de fútbol propia (aplica la frase "en casa de herrero, cuchillo de palo"), Armando Feliciano Robles es futbolero de ley. El rojo y el blanco marcan su vida (es hincha de San Martín en Mendoza y de River a nivel nacional) y jugó al fútbol en distintos torneos amateurs.
Gareca arregla pelotas 7.jpg
"Todo tiene arreglo, menos la muerte": Gareca, el cirujano callejero del "fulbo" que arregla pelotas hace 30 años. Foto: Los Andes
"Yo soy 9 y jugando al fútbol me pusieron de apodo 'Gareca'", cuenta el arreglador de pelotas, quien con su cuerpo delgado, su pelo largo y las facciones de su cara tiene un simpático parecido con el DT y exfutbolista argentino, Ricardo Gareca.
"Yo jugué torneos con el Víctor Legrotaglie y en un solo campeonato hice 21 goles. El Víctor me regaló unas medias de él y me quiso llevar a su equipo en la liga de veteranos de Godoy Cruz. Él quería que juegue con ellos y el técnico que teníamos le dijo que si me quería, que me comprara el pase”, recuerda, sonriente.