29 de julio de 2025 - 23:53

En Aconcagua Radio el doctor Musacchio habló de la amenaza silenciosa del ACV: "Conocer es prevenir"

El jefe del servicio de neurocirugía endovascular y neurorradiología intervencionista del Hospital Cullen de Santa Fe, Alejandro Musacchio, explicó en Aconcagua Radio cómo se origina un ACV, cuáles son los factores de riesgo y por qué el tiempo es clave.

“El accidente cerebrovascular es la tercera causa de muerte en el mundo y la primera causa de discapacidad en la Argentina”, advirtió el doctor Alejandro Musacchio en diálogo con Aconcagua Radio. Desde su rol como jefe del servicio de neurocirugía endovascular y neurorradiología intervencionista del Hospital Cullen, brindó una entrevista esclarecedora sobre una de las afecciones más temidas y poco comprendidas: el ACV.

Según detalló, existen dos tipos de ACV: el isquémico, que representa el 80% de los casos, y el hemorrágico, que abarca el 20%. El primero se produce cuando un coágulo bloquea una arteria cerebral e impide el paso del oxígeno y los nutrientes, lo que genera una isquemia y, si no se trata a tiempo, un infarto cerebral. “Ese coágulo suele provenir del corazón o de las arterias carótidas”, explicó Musacchio.

En cambio, el hemorrágico es el que comúnmente se conocía como “derrame cerebral”: una ruptura arterial que produce sangrado en el cerebro. Aunque también grave, el isquémico requiere atención más urgente: el margen para actuar es de apenas cuatro horas. “Si se supera ese tiempo, el infarto se instala y muchas veces no hay vuelta atrás”, señaló.

El caso de Alejandra Oliveras: cuando el tiempo juega en contra

Durante la entrevista, el doctor se refirió al reciente fallecimiento de la periodista Alejandra Oliveras, quien ingresó al Hospital Cullen tras sufrir un ACV isquémico mientras dormía. “Ella se despertó hemipléjica, ya había pasado demasiado tiempo. Llegó al hospital casi ocho horas después del evento. En ese lapso, el infarto cerebral ya se había instalado”, explicó.

La respuesta del cuerpo ante el infarto fue inmediata: un edema cerebral severo que provocó una presión intracraneal crítica. Para aliviarla, los médicos realizaron una craniectomía —extracción de parte del cráneo— para que el cerebro pudiera expandirse. “Eso le salvó la vida en ese momento”, relató Musacchio.

Aunque en un primer momento Oliveras mostró signos alentadores, como abrir los ojos y responder órdenes simples, su situación era delicada. “Tuvo una eventualidad clínica grave, con compromiso cardíaco, y falleció. Era una complicación esperable en un paciente en coma con respiración asistida”, lamentó.

¿Por qué ocurre un ACV? La importancia de la prevención

El especialista fue contundente al hablar de los factores de riesgo. Aclaró que el 40% de los casos tiene un componente hereditario: antecedentes familiares de enfermedades vasculares como infartos, ACV o hipertensión. El otro 60% se relaciona con enfermedades y hábitos adquiridos: diabetes, hipertensión, obesidad, consumo de drogas o alcohol, estrés crónico y sedentarismo.

“Si uno conoce que sus ancestros tuvieron enfermedades vasculares, debe hacerse estudios simples como un ecocardiograma, un electrocardiograma o un Doppler de cuello. Conocer es prevenir”, insistió.

El doctor también enfatizó que las arritmias cardíacas y ciertas malformaciones del corazón pueden ser silenciosas pero peligrosas. “Esas alteraciones pueden generar coágulos que viajan al cerebro y causan un ACV”, señaló.

En cuanto a los suplementos deportivos y anabólicos, Musacchio desmintió que puedan estar relacionados con los ACV si se usan con moderación. “No hay evidencia científica que demuestre esa relación, al menos en los niveles de consumo habituales de un gimnasio”, aclaró.

También desestimó el vínculo directo entre golpes en la cabeza y ACV, aunque mencionó estudios en futbolistas y boxeadores que sí detectan otras consecuencias neurológicas. “Son cuadros distintos, no se trata de ACV isquémico ni hemorrágico”, explicó.

El mensaje final: actuar antes de que sea tarde

Al cierre de la entrevista, Musacchio dejó un mensaje claro: la única forma de evitar las consecuencias devastadoras de un ACV es anticiparse. “Uno no se da cuenta hasta que es tarde. Por eso hay que escuchar al cuerpo, saber si uno tiene antecedentes, hacerse chequeos y adoptar hábitos saludables”, sostuvo.

Recomendó realizar actividad física tres o cuatro veces por semana, evitar el consumo de drogas, controlar el estrés y asistir al médico periódicamente. “No es necesario esperar a tener síntomas. A los 40 o 50 años, si no hiciste controles, puede ser tarde”, concluyó.

Escucha la nota completa acá y podés escuchar la radio en vivo en www.aconcaguaradio.com

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