Devolverán a la montaña a la momia inca hallada en el Aconcagua

Los restos del niño ofrecido en sacrificio y hallado en 1985 a 5.300 metros descansarán en una cripta dentro de un centro de reflexión.

El niño está en el Centro Científico Tecnológico y no se expone al público. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
El niño está en el Centro Científico Tecnológico y no se expone al público. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Después de 37 años, uno de los hallazgos más importantes de la arqueología volverá a su entorno natural mediante un proyecto del Ministerio de Cultura y Turismo de Mendoza. Se trata de la momia del Aconcagua, el niño que fue ofrecido en sacrificio por los incas en una ceremonia religiosa, que hasta el momento estaba siendo conservado y estudiado por la ciencia.

En consulta multisectorial, Mendoza avanza en un proyecto para la restitución al terreno natural del cuerpo que fue hallado por un grupo de andinistas en 1985. Estaba perfectamente conservado por las bajas temperaturas de la cordillera de los Andes.

A través de una obra de infraestructura, volverá a la montaña y se construirá en sus adyacencias un centro de reflexión. Sin embargo, seguirá sin ser exhibida y depositada en una cripta dado que “por política patrimonial, no se exponen cuerpos”, como indicaron desde Cultura.

El director de Patrimonio Cultural, Horacio Chiavazza, explicó a Los Andes que se priorizó este año regresar a su lugar de origen a la momia del Aconcagua con la construcción de un punto de reflexión para la interacción de las personas que visiten el lugar. Allí sólo se podrá apreciar parte del ajuar, que son los elementos culturales que tenían los restos al momento de su descubrimiento.

Los restos llevaban un ajuar de estatuillas y vestimentas que se conservan. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Los restos llevaban un ajuar de estatuillas y vestimentas que se conservan. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Chiavazza contó que la ministra de Cultura y Turismo, Nora Vicario, convocó a los diversos sectores que están involucrados en el proyecto, como también a la comunidad originaria para el proceso de restitución.

Desde el hallazgo, el niño inca se encuentra en el Centro Científico Tecnológico (CCT) y no se expone al público. Al momento de ser descubierto por un grupo de andinistas, el niño, cuyo origen data del año 1400 cuando el imperio inca se desarrollaba en lo que actualmente es Mendoza y Santiago en Chile, hasta Quito en Ecuador, llevaba un “uncu” (túnica o camiseta andina, carente de mangas) de lana y estaba calzado con ojotas hechas en lana y pelo con la suela de fibra vegetal.

En el cuello conservaba un collar y estaba cubierto por otras piezas de algodón. Todo esto era parte del ajuar, según esta cultura y que pudo ser interpretado por los antropólogos y arqueólogos para conocer mucho más de ella.

Esta pieza histórica fue descubierta a 5.300 metros de altura, siendo una verdadera hazaña para el patrimonio de la humanidad.

“Estamos en el proceso para esta obra que está priorizada por la ministra Vicario y que está dentro de las partidas del Presupuesto 2023 para que se realice este año”, adelantó Chiavazza.

Un hallazgo que “habla mucho sobre nosotros”

Los Andes consultó a uno de los arqueólogos que participó del hallazgo, en el equipo liderado por Juan Schobinger. Se trata de Víctor Durán, quien junto a otros voluntarios como Gabriel Cabrera, Juan Carlos Pierobon, Alberto Pizzolon, Juan Ferrari, Eduardo Guercio, Germán Bustos Herrera y Silvia Centeleghe, formó parte de la expedición a la montaña para retirar al niño momificado.

“Siempre estuvo la idea de que volviera a su lugar, por supuesto, en condiciones para su conservación y con toda una muestra para la interpretación de la cultura. Que la Provincia pueda llevarlo adelante es una excelente noticia porque es un hallazgo patrimonial que habla mucho sobre nosotros”, dijo el investigador.

Y agregó: “Exhibir las piezas con las que se encontraron los restos del niño inca va a ser un gran atractivo para los mendocinos como para el turismo internacional”. El experto hoy no se encuentra abocado a este proyecto, sino a otras áreas de estudio relacionadas al imperio inca.

El científico reflexionó que, para nuestra cultura, el sacrificio del niño es negativo “pero al contextualizarlo, tenemos que entender que era la visión de aquellos pueblos ancestrales”. “Fue un hecho religioso de ofrenda. Sabemos por sus análisis genéticos que no era una criatura de esta zona, sino que fue traída de otro lugar”, concluyó Durán.

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