El seleccionado argentino de rugby, Los Pumas, reprobó largamente su segunda participación en el torneo Rugby Championship, que finalizó el pasado sábado con una categórica derrota frente a Australia por 54 a 17 y un balance claramente negativo.
El rugby argentino involucionó sensiblemente en la reciente edición del máximo torneo del Hemisferio Sur, tanto en los resultados como en el nivel de juego, muy por debajo del ofrecidos por las potencias de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica.
Más allá de las seis derrotas de esta temporada, que se suman a las cinco del año anterior, Los Pumas evidenciaron carencias alarmantes, tal como había sucedido en la ventaja de junio pasado.
Es justo señalar, que el rugby argentino está lejos del nivel organizativo y de competencia de las potencias del Hemisferio sur, pero quedó claro que los partidos no se ganan sólo con garra y el amor propio sino con un esquema de juego apropiado. La propuesta de Los Pumas fue por momentos decepcionante y recibió a lo largo de la temporada el castigo de Inglaterra, Sudáfrica y Australia con goleadas para el (mal) recuerdo.
Más allá de los duros resultados, Los Pumas no crecieron en el volumen de juego ofensivo y tampoco en el defensivo, en ninguno de los encuentros del Rugby Championship 2013.
Un dato elocuente de la pobreza del juego "albiceleste" fue que el seleccionado logró anotar apenas siete tries y recibió 24 en el ingoal propio.
El equipo argentino denotó falta de categoría a la hora de revalidar su chapa de rival sólido en la competencia internacional, ya que no alcanzó a mantener una regularidad de juego durante los ochenta minutos de un partido.
Una vez más, Los Pumas dejaron escapar su primer triunfo frente a Australia en la ciudad de Perth, al caer ajustadamente 14 a 13 y en nuestra provincia frente a Sudáfrica por 22 a 17.
La mística y la garra, rasgos característicos del rugby argentino, mutaron en arrogancia, falso orgullo y puro marketing -aunque no se puede meter a todos los jugadores- dentro de un plantel con divisiones internas entre los experimentados y los jóvenes.
Para colmo, la segunda experiencia en el torneo anual más prestigioso se encaró con un entrenador, Santiago Phelan, cuya dimisión es un secreto a voces al término de la actual temporada.
La presencia del asesor técnico neocelandés Graham Henry, quien a partir del año que viene tampoco continuará, tampoco cumplió con el objetivo de aumentar las virtudes del equipo.
El encuentro por la penúltima fecha frente a los All Blacks en La Plata mostró la mejor producción de Los Pumas, que pudieron jugarle de igual a igual a los campeones del mundo pero no lograron marcarles tries.
La fragilidad defensiva y la falta de contundencia en ataque fueron la síntesis de un conjunto que quedó expuesto al papelón con la goleada de Sudáfrica (73 a 13) en Soweto y está última de Australia el pasado fin de semana en Rosario.
Las seis derrotas en la segunda edición del Championship resultaron una consecuencia lógica en un seleccionado que ya había dejado que desear cuando perdió con Inglaterra y la pálida victoria ante la débil Georgia en la etapa de preparación.
Entre los pocos datos alentadores, se destacaron las presencias en el plantel del centro Marcelo Bosch, el apertura tucumano Agustín Sánchez y la aparición del Pumita Pablo Matera.
Argentina sufrirá la baja de su figura Felipe Contepomi, quien el sábado jugó su último partido, y tendrá que trabajar en la recuperación de sus principales referentes: Patricio Albacete, Juan Manuel Leguizamón y su capitán, Juan Martín Fernández Lobbe.
En tres semanas, Los Pumas volverán a juntarse para llevar adelante la próxima ventana de noviembre, que tiene programada duros choques frente a Inglaterra -último rival que venció a los All Blacks-, Gales, ganador del torneo Seis Naciones, e Italia.
Los Pumas quedaron lejos de las potencias
La actuación argentina en la segunda edición del torneo junto a Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica arrojó un retroceso en relación a 2012.
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