Según la psicología, las luces de navidad ponen tristes a algunas personas y generan estrés
La tristeza vinculada a la Navidad no necesariamente indica depresión, sino que puede ser una nostalgia “sana”, ligada a las etapas de la vida.
Según la psicología, las luces de navidad ponen trsites a algunas personas y generan estrés
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Con la llegada de diciembre, las ciudades, casas y comercios se iluminan con miles de luces navideñas que, más allá de su función decorativa, generan efectos emocionales profundamente estudiados por la psicología. Estos estímulos pueden elevar el ánimo, despertar nostalgia e incluso fortalecer los vínculos sociales. Pero también pueden provocar tristeza, ansiedad o melancolía en ciertas personas.
Las luces de navidad generan nostalgia y memoria emocional
Las luces de Navidad actúan como un recordatorio sensorial que conecta con vivencias pasadas. Según la psicología cognitiva, este fenómeno se conoce como memoria autobiográfica evocada.
Las luces, los colores cálidos y las rutinas festivas pueden despertar recuerdos de la infancia, de celebraciones familiares, de personas que ya no están o de momentos que se viven con idealización. Para muchos, esa conexión con el pasado es reconfortante. Para otros, puede convertirse en una nostalgia dolorosa.
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El ambiente previo a navidad puede sentirse más armónico y preparado para recibir un nuevo ciclo.
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Aumento del bienestar y sensación de pertenencia
Las luces navideñas, especialmente las cálidas y constantes, pueden favorecer la liberación de dopamina y serotonina, hormonas asociadas al bienestar y la calma.
Esto explica por qué muchas personas sienten un repunte emocional al caminar entre calles iluminadas o al decorar sus hogares.
Por qué las luces navideñas entristecen a algunas personas
La psicología explica que, aunque suelen generar alegría, las luces navideñas también pueden provocar tristeza o angustia por varios motivos:
1. Activan recuerdos dolorosos: Las luces están asociadas a rituales familiares. Quienes han perdido a un ser querido, están lejos de su familia o atravesaron años difíciles pueden experimentar un duelo reactivado o una sensación de vacío.
2. Contraste emocional: Las fiestas se relacionan culturalmente con felicidad, unión y abundancia. Si la persona está viviendo estrés económico, rupturas, conflictos familiares o soledad, las luces funcionan como un recordatorio de lo que “se supone” que debería estar sintiendo, generando dolor por contraste.
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Por qué las luces navideñas entristecen a algunas personas
3. Saturación sensorial: Para personas con alta sensibilidad, ansiedad o condiciones como TEA, las luces intermitentes, colores intensos y estímulos constantes pueden generar agotamiento, irritabilidad o tristeza.
4. Presión social y expectativas: La temporada navideña trae expectativas de “estar bien” y “disfrutar”. Las luces y decoraciones pueden intensificar esa presión emocional, generando la sensación de que los demás están celebrando mientras uno no puede hacerlo.
5. Fin de año: balance emocional: Las luces navideñas coinciden con un momento del año donde mucha gente hace balances personales. Esto puede activar emociones difíciles: metas no cumplidas, cansancio acumulado o sensación de cierre.
Efecto positivo sobre el cerebro: luz, color y estímulos
En términos neurológicos, las luces navideñas activan áreas cerebrales asociadas a la atención, la creatividad y la percepción estética. El movimiento, el brillo y la repetición generan microestímulos placenteros que suelen mejorar el ánimo… siempre que la persona no se encuentre emocionalmente sobrecargada.