5 de agosto de 2025 - 12:09

Qué significa cuando alguien no puede dejar de criticar a los demás, según los psicólogos

La psicología, apoyada en avances de la ciencia y estudios sobre la salud mental, tiene respuestas inquietantes sobre la necesidad constante de criticar.

Las críticas constantes pueden parecer, a simple vista, una forma de expresar opinión o incluso de “corregir” lo que está mal. Pero detrás de ese hábito, que puede volverse casi automático, se esconden motivaciones más complejas. Las personas que viven señalando errores ajenos, que opinan sin filtro o que encuentran defectos en todo lo que las rodea, rara vez tienen una vida emocional tranquila.

En el plano cotidiano, convivir con alguien así puede ser agotador. Los vínculos se desgastan y muchas veces, sin que la persona lo note, queda atrapada en una red de malestar que ella misma genera. ¿Qué empuja a alguien a necesitar criticar a los demás todo el tiempo? ¿Por qué no puede parar?

El papel de la inseguridad y las emociones reprimidas

Según diversos estudios en el campo de la psicología, la necesidad de criticar de forma repetitiva suele tener un origen emocional. En muchos casos, la crítica es una forma disfrazada de proyectar la propia inseguridad o insatisfacción personal en los demás. Es decir, lo que molesta en el otro refleja algo que la persona no puede aceptar de sí misma.

Investigaciones publicadas por el Departamento de Ciencia del Comportamiento Humano de la Universidad de Harvard concluyeron que las personas con alta tendencia a la crítica suelen mostrar también bajos niveles de autoestima y una percepción negativa de sí mismas. La crítica, entonces, actúa como una forma de “nivelar” el juego: si todos están mal, entonces yo no estoy tan mal.

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Otra explicación interesante, surgida de trabajos sobre salud emocional en la Universidad Autónoma de Barcelona, apunta a que criticar constantemente puede ser una vía inconsciente para liberar ansiedad. Así como hay personas que descargan su ansiedad comiendo o con hábitos repetitivos, otros lo hacen opinando negativamente sobre los demás.

¿Se puede cambiar ese hábito?

Afortunadamente, sí. La psicología clínica sugiere que es posible modificar esa conducta si se aborda con consciencia y ayuda profesional. El primer paso es reconocer el patrón: darse cuenta de que uno está atrapado en un ciclo de crítica constante es el inicio del cambio.

Especialistas en salud mental recomiendan trabajar en la empatía, la autocompasión y la regulación emocional. Cuando una persona desarrolla herramientas para lidiar con su frustración interna sin volcarla sobre otros, la necesidad de criticar disminuye notablemente.

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Además, la ciencia ha demostrado que el cerebro puede reconfigurarse con nuevos hábitos emocionales. El mindfulness, la escritura reflexiva o incluso técnicas de respiración pueden ayudar a disminuir la impulsividad crítica. Según el Centro de Estudios sobre Bienestar Psicológico de Chile, incorporar pausas antes de emitir una opinión negativa reduce hasta en un 60% la frecuencia de críticas automáticas en quienes entrenan esta habilidad.

Detrás de cada crítica hay un espejo

No se trata de callar o de evitar decir lo que uno piensa, sino de observar qué hay detrás de la necesidad de decirlo todo. Si la crítica surge desde un lugar honesto, constructivo y empático, puede ser valiosa. Pero si es constante, punzante y desgastante, lo más probable es que esté mostrando algo sin resolver.

La próxima vez que alguien no pueda parar de criticar, vale la pena preguntarse: ¿qué le está pasando por dentro? Porque, como señalan expertos en psicología, salud mental y ciencia emocional, quien no puede dejar de criticar a los demás, muchas veces está gritando lo que no sabe decir de sí mismo.

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