En muchas casas de Argentina, miles de personas tiran a diario un residuo que podría transformar por completo su jardín. En el mundo de la jardinería, los restos naturales son verdaderos tesoros, y este líquido en particular es un ejemplo perfecto: no contamina, es gratuito y puede nutrir tus plantas mejor que cualquier fertilizante industrial.
Lo más curioso es que su uso se remonta a las antiguas civilizaciones agrícolas, que ya aprovechaban lo que otros desechaban. Hoy, con un simple cambio de hábito, se puede obtener un abono natural poderoso sin gastar un peso.
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En el jardín, la jardinería y las plantas, nada se desperdicia realmente.
Un fertilizante natural con resultados inmediatos
Este refuerzo no proviene de ninguna sustancia extraña ni requiere procesos complicados. Se trata del agua de cocción de vegetales, una fuente riquísima de minerales como potasio, fósforo, calcio y magnesio. Cuando cocinás papas, zanahorias o espinacas, el calor libera parte de sus nutrientes al líquido, convirtiéndolo en un fertilizante líquido ideal para plantas de interior, huertas y macetas.
Estudios realizados por la Universidad Nacional de La Plata indican que el uso regular de este tipo de aguas mejora la estructura del suelo y promueve un crecimiento más fuerte de las raíces. Eso sí, debe usarse sin sal ni condimentos, ya que el sodio podría dañar las raíces de tus plantas.
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En el jardín, la jardinería y las plantas, nada se desperdicia realmente.
Además, este tipo de abono ayuda a retener la humedad, algo esencial en climas secos o en temporadas de riego restringido. Su efecto es inmediato, y los resultados comienzan a notarse en apenas una semana.
Cómo usarlo correctamente
Para aprovechar este "oro líquido”, solo necesitás colar el agua de cocción y dejarla enfriar. Luego, regá tus plantas directamente o diluíla con un poco de agua limpia si la concentración es alta. En el jardín, podés aplicarla cada tres días, especialmente en zonas donde el suelo esté más empobrecido.
En el universo de la jardinería sostenible, este truco doméstico se convirtió en una práctica cada vez más adoptada. No solo reduce el desperdicio, sino que cierra el ciclo natural de los nutrientes: lo que una vez fue alimento para vos, vuelve a la tierra para nutrir lo que te alimentará mañana.