Los cepillos de dientes suelen quedar fuera de las rutinas de limpieza profunda, aunque su desinfección resulta esencial: es un elemento que entra en contacto directo con la boca y, si no se mantiene limpio, puede acumular bacterias y afectar la salud bucal.
limpieza del cepillo de dientes
Adoptar esta rutina no lleva más de unos minutos y marca una gran diferencia en la salud de los dientes a largo plazo.
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Por qué es importante una limpieza regular del cepillo
En la mayoría de los hogares, la limpieza del cepillo consiste en enjuagarlo con agua corriente y dejarlo junto al lavamanos. Este hábito diario es útil, pero no suficiente. Los especialistas aconsejan realizar una desinfección más completa al menos cada dos semanas.
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Adoptar esta rutina no lleva más de unos minutos y marca una gran diferencia en la salud de los dientes a largo plazo.
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La humedad y los restos de pasta o comida que quedan entre las cerdas generan un ambiente propicio para microorganismos que pueden trasladarse a la boca. Un cepillo mal higienizado no solo reduce la eficacia del cepillado, sino que también puede contribuir a infecciones o mal aliento.
Para mantener el cepillo limpio y libre de gérmenes, es importante aplicar medidas básicas de cuidado. Enjuagarlo bien después de cada uso con agua caliente elimina residuos visibles. Guardarlo en posición vertical permite que se seque al aire y evita la proliferación bacteriana. Además, se recomienda cambiarlo cada tres meses o luego de haber estado enfermo.
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Trucos y prácticas para limpiar el cepillo
- Enjuagar bien después de usar: dejar correr agua caliente sobre las cerdas para remover restos de pasta y suciedad, y agitarlo para eliminar el exceso de humedad.
- Desinfectar con vinagre o agua oxigenada: dejar el cepillo durante 10 minutos en un vaso con vinagre blanco o agua oxigenada, luego enjuagar con abundante agua. Este método elimina bacterias acumuladas.
- No tapar el cepillo húmedo: evitar estuches cerrados o fundas inmediatamente después del uso. La falta de ventilación favorece el crecimiento de moho y microorganismos.
- Guardar en posición vertical: colocarlo con las cerdas hacia arriba y sin contacto con otros cepillos, para permitir un secado completo.
- Limpiar el mango y la base: pasar un paño con alcohol o vinagre por el mango y la parte inferior del cepillo elimina restos de pasta seca y polvo.
- Hervir ocasionalmente: sumergir el cepillo unos segundos en agua hirviendo cada dos o tres semanas ayuda a eliminar bacterias resistentes.
- Reemplazar cada tres meses: cambiar el cepillo cuando las cerdas se abren o deforman, ya que en ese estado acumulan más residuos y pierden eficacia.
- Evitar el contacto con otros cepillos: mantener una separación mínima en el vaso o soporte previene la transferencia de bacterias.