El primer uso del término «robot» fue en una obra teatral de ciencia ficción, escrita por el checo Karel Apek en 1920. Dicha palabra había sido ideada por su hermano: Josef, basado en la palabra checa «robota», que significa «esclavo». Término profusamente difundido en el mundo, desde mediados del siglo XV, hoy reversionado. Años previos a la IIGM Karel escribiría “La guerra de las salamandras” donde habla del descubrimiento de salamandras gigantes identificadas (Andrias scheuchzeri) para los científicos. Transitando por reacciones de la prensa, las respuestas de la comunidad científica y la visión de empresarios que ven en ellas mano de obra barata. Lo que presenta similitudes con el colonialismo, el comercio de esclavos, la explotación laboral, la producción capitalista, el fascismo y el nacionalismo.
El actual deslumbramiento por la robótica apoyado en la difusión de la IA facilita la creación de todo tipo de robots: simples menús para comprar artículos o servicios, robots articulados y “humanoides” pequeños, medianos y grandes con costos desde u$s25,000 los primeros; entre u$s50,000 y 100,000 los medianos, y de u$s100,000 a u$s150,000 los grandes. Un robot para aplicaciones automotrices puede costar entre $50,000 y $250,000 USD. Más avanzados y con mayor capacidad de carga o precisión superan estos rangos. Japón, Corea del Sur y Alemania lideran el ranking de países con más robots industriales en uso. Japón y China encabezan a la fabricación de robots industriales.
En nuestros días, un tsunami de IA y Big-Tech tiene un alcance global, domina mercados, invadiendo también la esfera pública. El gobierno como servicio a los intereses de la comunidad, quedó en la memoria colectiva pero no en la realidad. Porque estas tecnologías se desarrollan, con casi único foco en la “utilidad”. La globalización y la tecnología como su principal fuerza motriz hoy redefinen el poder y minimizan la idea de soberanía y autoridad del Estado-nación en lo que podemos llamar la transición de la gobernanza orientada al bien común, a la de maximización de las ganancias.
La división de poderes y responsabilidades, que se controlan mutuamente, orilla la obsolescencia total. Los tiempos de acceso a la información, análisis, y decisión, están determinados por las bigtech. Por el contrario, el desarrollo e implementación de software responde a las oportunidades del mercado sin atención a los costos o las consecuencias “colaterales”, ejemplo consumo de energía, agua y emisiones de carbono las IAs.
“Este desajuste temporal crea lo que los analistas de inteligencia denominan 'ventaja del ciclo de decisión´, porque la capacidad de dominar a los adversarios actúa con mayor rapidez de las respuestas individuales o sociales. Para cuando las instituciones democráticas reconocen una amenaza, evalúan sus implicaciones y formulan una respuesta, el panorama tecnológico ya ha cambiado”
Esta erosión de la rendición de cuentas responde a una visión más amplia. El emprendedor de criptomonedas Balaji Srinivasan lo denomina "el estado red ": naciones virtuales que se forman en línea antes de establecerse físicamente. El modelo aplica la metodología de las startup a la construcción de naciones: desarrollar sistemas digitales y relaciones económicas, integrarlos con la infraestructura gubernamental existente y, posteriormente, transferir gradualmente la autoridad de las instituciones electas a instituciones algorítmicas controladas por intereses privados.
La verdad es irrelevante; los algoritmos amplifican cualquier cosa que maximice la atención, sin preocuparse por ella.
Un breve paso por la historia nos puede conducir a reconocer una nueva esclavitud, en un contexto actualizado del colonialismo. El último día del 1600, una cédula real de Isabel otorgó a la Compañía Británica de las Indias Orientales derechos exclusivos para comerciar con Oriente promoviendo el comercio de especias y otros bienes. Fue el inicio de una extensa y provechosa relación, Promediando la segunda mitad del SXVI, adquirió el derecho a acuñar moneda para la corona británica. La transformación fue tan gradual que pocos advirtieron el cambio de soberanía en la región, del gobierno local a la corporación hacia 1765, la compañía disponía de un ejército privado y recaudaba impuesto en varias provincias indias. Aquello que comenzó promoviendo el comercio se había convertido en gobernanza. Su final empieza en 1857 con el Motín de los Cipayos, o Primera Guerra de Independencia de la India. Siendo disuelta por el parlamento por ley de 1873.
Para nuestra América la historia comienza con la llegada de esclavos africanos para suplir la mano de obra indígena sometidas a las mitas, y reducida por las enfermedades y la explotación. A lo largo de dos siglos se incorporan Portugal, Gran Bretaña y Francia como principales traficantes, explotando a millones de africanos en trabajos agrícolas y mineros hasta bien entrado el siglo XIX.
Hoy en día, se observa patrones similares en la relación de gobiernos estatales con empresas tecnológicas, pero esta vez, siglos de deriva se reducen a meses. Las bigtech, se apoyan centros de datos, sistemas algorítmicos y plataformas; desarrollan sus propias reglas para optimizar la interacción, en su exclusivo beneficio. Las decisiones se toman técnicamente, desconociendo principios democráticos, derechos personales y constitucionales.
Pero su campo operativo no se agota en el plano decisional, sino que su verdadero peligro reside en la apropiación de la infraestructura que opera fuera del control de cualquier nación como en el caso de los satélites que orbitan la Tierra sin más control que el de las bigtech de USA y China.
Las fintech acuñan moneda y las capacidades de criptomonedas, genera el potencial para desarrollar sistemas de gobernanza que operan por fuera de la autoridad regulatoria de cualquier nación. Aquello que se impuso a las colonias: un sistema de comercio internacional, moneda, e infraestructura es hoy dominio digital, fuera del control de los gobiernos locales, donde además de cruzar la “soberanía residual” de los Estados incrementa la erosión de los regímenes democráticos.
El carácter global de esta convergencia en que la UE crea fondos de defensa conjuntos, para redes satelitales y sistemas de pago precisamente para evitar la dependencia de plataformas estadounidenses que puedan volverse en su contra. EuroStack ", una cadena de suministro digital liderada independiente de las plataformas estadounidenses que se pueden usar como arma. Las sociedades democráticas se enfrentan a una difícil disyuntiva: reclamar la soberanía tecnológica o aceptar la subordinación permanente a intereses privados con sus propias agendas.
Los nuevos dominios digitales no estatales unifican el mundo. La cuestión es cómo sobreviran las instituciones democráticas. ¿Las democracias pueden recuperar el control de la infraestructura crítica o quedaran condenadas a externalizar sus recursos naturales y someterse al imperio tecnológico del mercado?
Quizá si, como vengo sosteniendo, la IA es la clave de los nuevos tiempos y se desarrolla aprovechando información, podría servir para generar recursos en gobiernos locales a fin de generar nuevos modos de participación que transformen los momentos electorales en instancias permanentes de participación y consulta en determinados sectores o funciones claves de la decisión gubernamental.
Una nueva ciudadanía digital que se exprese en estos neos “Ágoras” para reconstruir su identidad colectiva. Cuando a comienzos del milenio en el Millennium Project, el siempre recordado Ted Gordon, generó el Real Time on Line, se soñó en hacer esto posible. Si este fuera el objetivo en “nuestro tiempo”, es la hora de preguntarnos: ¿Cómo?
* El autor es licenciado en Ciencias Políticas y Doctor en Historia. Dirige el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva.